Hace tres semanas, el cambio de horario que retrasó sesenta minutos el reloj volvía a recordarnos un año más que el invierno ya está aquí. Sin embargo, todavía quedan algunas oportunidades de disfrutar de una escapada antes de que el año llegue a su fin y, aunque son muchos los que con el frío prefieren viajar hasta un destino de nieve, existe un lugar en Europa que permite volver a las temperaturas cálidas del verano independientemente de la estación en la que nos encontramos.

Entre España y Costa Rica, aproximadamente a cinco horas en avión de nuestro país, se sitúan las islas Azores, un archipiélago constituido por nueve islas: San Miguel, Santa María, Terceira, Graciosa, San Jorge, Pico, Fayal, Flores y Corvo. A unos 1500 kilómetros al oeste de Lisboa y constituido en región autónoma de Portugal con un estatus similar al de Madeira, presenta un origen volcánico que permite observar decenas de conos, como el volcán del Pico a 2352 metros sobre el nivel del mar, así como cráteres.

Sin embargo, el principal atractivo para el turismo durante el mes de noviembre son sus temperaturas, las cuales superan los veinte grados y que como consecuencia le convierten en el lugar idóneo para disfrutar de sus aguas cristalinas salpicadas de verdes campos. También allí se encuentran las populares piscinas naturales de Cais con bandera azul, de Porto Martins, de Biscoitos, de Escaleiras, de Carapacho o de la Bahía de San Lorenzo, del mismo modo que las Termas de Ferraria o las de Furnas.

En cuanto a sus playas, existe gran diversidad con arena blanca y negra y rocas, algunas de ellas rodeadas por bosques o acantilados y que ofrecen en sus aguas tranquilas la posibilidad de practicar snorkel u otros deportes acuáticos. Algunas de las más relevantes son la de Formosa, Sao Lorenzo o Porto Pim.

Las Azores cuentan con distintos microclimas únicos con agua y naturaleza volcánica que permiten crear y degustar los mejores y deliciosos platos regionales.

En cuanto al marisco, son populares las lapas servidas a la parrilla en salsa de mantequilla, ajo y pimiento rojo picante o crudas con limón, y la craca, un tipo de percebe que se hierve en agua de mar y luego se sirve fría.

También el Queijo de São Jorge ha recibido el estatus de Denominación de Origen Protegida.