Vacaciones sin aglomeraciones: seis pueblos costeros sin masificar para disfrutar de sol y playa

  • A pesar de que el turismo ha conquistado nuestras costas, en nuestro país todavía quedan pueblos sin masificar en los que podremos disfrutar del sol y la playa con tranquilidad

Las playas llenas de turistas son una de las imágenes más habituales de los meses de verano. Sin embargo, a lo largo de los casi 8.000 kilómetros de litoral que hay en nuestro país, todavía podemos encontrar pequeños rincones a los que la masificación aún no ha llegado y en los que el mar y el sol son los grandes protagonistas.

Ahora que el verano está a la vuelta de la esquina y que el estado de alarma y las restricciones de movilidad contra la Covid-19 han llegado a su fin, os proponemos seis pueblos costeros en los que podréis disfrutar de unas vacaciones de ensueño alejados del ruido y las aglomeraciones y envueltos por el rumor del oleaje. ¿Con cuál te quedas?

Lastres (Asturias)

Que Asturias está llena de pueblos con encanto no es ningún secreto, pero uno de nuestros favoritos para pasar el verano es este: Lastres. Ubicado en lo alto de una colina, este pequeño pueblo de menos de 2.000 habitantes se descubre como una sucesión de calles estrechas y empedradas con palacios y casas blasonadas que se entremezclan con las viviendas más sencillos de los pescadores, y todo bañado por la brisa marina del Cantábrico.

Famoso en tiempos de la pesca de la ballena, en su puerto presenciarás la subasta del marisco y el pescado de la lonja, que luego podrás degustar en las sidrerías y restaurantes del casco viejo. Además, en su playa podrás ver auténticas huellas de dinosaurio, y si subes a lo alto de la colina, al Mirador de San Roque, disfrutarás de una panorámica impresionante, con el pueblo, sus playas y, al fondo, la Sierra del Sueve y los Picos de Europa. Sencillamente inolvidable.

Cudillero (Asturias)

Otro pueblo asturiano que merece la pena visitar es Cudillero, un pequeño rincón encajonado entre montañas de un verde intenso y oculto tanto desde el mar como desde tierra que sirvió como escenario de "Volver a empezar", la película con la que José Luis Garci ganó el Óscar a mejor película extranjera.

Este pequeño pueblo mantiene todo su espíritu marinero en cada una de sus calles y en las fachadas de mil colores de sus casas, un hermoso entramado que se desprende de la ladera hasta el puerto y que hará las delicias de cualquier aficionado a la fotografía y los likes de instagram. Más allá, en la costa, su faro mira con orgullo al Cantábrico, ofreciéndonos unas vistas espectaculares capaces de conquistar a cualquiera.

Llucalcari (Mallorca)

Las Islas Baleares son uno de los destinos favoritos de los turistas para pasar sus vacaciones de verano, pero incluso aquí podemos encontrar lugares que se escapan a la masificación. Uno de ellos es Llucalcari, en Mallorca, un desconocido rincón de la costa de la Serra de Tramuntana en el que podremos encontrar algunos de los paisajes más idílicos de la isla.

Situado a 85 metros de altitud, este pequeño pueblo está conformado por tan solo una veintena de edificaciones, entre las que podremos encontrar tres de las antiguas cinco torres de defensa que la protegían de los corsarios. Su acceso es a pie y, desde aquí, podemos acceder a Canyaret, una pequeña cala de piedras y rocas con aguas transparentes y una fuente de agua dulce procedente de las montañas.

O Vicedo (Galicia)

Galicia alberga algunas de las mejores playas de todo el país, pero si quieres disfrutar de unas vacaciones en la costa alejado de las grandes aglomeraciones, nosotros te recomendamos que viajes hasta Lugo y busques O Vicedo, una pequeña localidad que ronda los 2.000 habitantes y en la que encontrarás algunas de las mejores playas de la región.

Más allá, este pequeño pueblo bañado por el Cantábrico cuenta con un bonito patrimonio histórico artístico, en el que encontraremos grandes muestras de arte religiosa y obras de pasado medieval. Además, por sus montañas podremos organizar rutas de senderismo con las que completar nuestra aventura.

Comillas (Cantabria)

Si has visto Primos, la película de 2011 de Daniel Sánchez Arévalo, es probable que este pueblo te suene, ya que es aquí donde transcurre la historia. Situado a medio camino entre Santillana del Mar y San Vicente de la Barquera, al abrazo del mar y las montañas, Comillas es uno de los pueblos más bonitos de toda Cantabria y una parada obligatoria para los amantes de la naturaleza y la arquitectura.

Declarado Conjunto Histórico Artístico en 1985, su arquitectura incluye elementos propios del siglo XIX, con palacios, casas solariegas, plazas, parques y rincones entre los que destacan El Palacio de Sobrellano, un palacio de estilo neogótico con tintes premodernistas, o El Capricho, una obra de estilo arabesco firmada por el mismísimo Gaudí.

Su playa de dunas y arenas finas y doradas completan este espectacular conjunto, en el que podremos olvidarnos del ajetreo de la gran ciudad de la mejor manera posible: con el mar de fondo.

Garachico (Tenerife)

Ubicado en la isla de Tenerife, Garachico es un rincón que ha tenido que renacer de sus cenizas. Literalmente. Durante años, esta pequeña localidad tinerfeña albergó el que era el puerto comercial más importante de la isla, pero tras la erupción en 1706 del volcán de Trevejo, también conocido como Montaña Negra, quedó sepultada bajo la lava.

Con el paso del tiempo, aquella lava que otrora lo había condenado ha acabado dando lugar a unas maravillosas piscinas naturales que, ironías de la vida, se ha convertido en uno de sus principales atractivos turísticos. Frente a ellas, el mar, y, dentro de él, su principal símbolo: el Monumento Natural del Roque de Garachico, un islote de formación volcánica.