La comarca del Pirineo Aragonés que tiene su primer caso de Covid justo un año más tarde: "Apostamos por los mayores"

Se cumplen 12 meses desde que la Organización Mundial de la Salud declarase la pandemia por coronavirus. Solo en España, según datos del ministerio de Sanidad, ha habido más de un tres millones de contagios y más de 70.000 fallecidos. Los ciudadanos nos hemos habituado a estar pendientes de BOEs, informativos y medios de comunicación para saber qué se puede o no se puede hacer.

Pero en un rincón de los Pirineos aragoneses la dinámica ha sido diferente. En la comarca de Ribagorza, 15 de sus pueblos y pedanías han permanecido durante este primer año del virus libres de contagios. La ubicación entre montañas y la baja densidad de población han hecho que ninguno de sus vecinos contrajera el virus hasta el pasado 26 de febrero, fecha en la que se han confirmado dos casos en el municipio de Beranuy.

¿Cómo es esa comarca que ha logrado plantar cara al virus durante las peores fases de la pandemia? "La Ribagorza es una comarca de montaña en el Pirineo Central. Es una zona despoblada, lejos de grandes centros de población. Aquí viven 13.000 personas. La localidad más grande tiene unos 3.500 habitantes, y la más pequeña, 50", explica Marcelino Iglesias Cuartero, alcalde de Bonansa y presidente de la comarca.

La Ribagorza se ubica en Huesca, dentro de la Comunidad Autónoma de Aragón. La capital administrativa es Graus y la cultural, Benabarre. Sus habitantes viven repartidos en 34 municipios y 176 pueblos y pedanías con una densidad es de 4,88 habitantes/km2, una cifra muy baja que aminora la probabilidad de contagio. "La dispersión de la población, sumada a las medidas restrictivas de movilidad, ha hecho posible que algunas localidades se mantuvieran libres del virus, aunque en otras zonas ha habido datos malos de contagio", señala Iglesias.

Los pueblos que forman la comarca fueron creándose en el siglo XI alrededor de monasterios y construcciones defensivas en plena Reconquista. En esa misma época fue creándose el patués, un dialecto de transición entre el catalán y el aragonés que, aun en recesión, todavía puede oírse en muchas de sus localidades. En la etapa actual, se creó como comarca en 2002. La principal fuente de ingresos de La Ribagorza es el turismo, que acude a las estaciones de esquí en invierno como a hacer rutas de senderismo en verano, una actividad que ha contribuido a rejuvenecer la zona. "Tenemos una zona norte muy turística con parques naturales, que suponen un atractivo para la gente joven que viene a trabajar", señala el presidente de la comarca.

La Ribagorza limita al norte con Francia y al este y oeste con Lérida y otras zonas de Aragón. Los ríos Ésera, Isábena y Noguera-Ribagorzana articulan la zona en tres valles en los que convergen naturaleza salvaje y un gran patrimonio monumental en el que destacan el románico y el mudéjar.

Pero, sin duda, la Ribagorza es más conocida como enclave de alta montaña. En el parque natural Posets-Maladeta se encuentran los dos picos más altos de los Pirineos: Posets-Llardana y el Aneto, con su impresionante glaciar, de más de 3.000 hectáreas y declarado monumento natural en 1990.

Beranuy es uno de los 15 pueblos de la comarca de Ribagorza que se había mantenido libre de virus desde el inicio de la pandemia. Según datos del INE en 2019, la localidad tiene 19 habitantes. El municipio se creó en 1966 con la unión de los pueblos de Beranuy y Calvera, en un proceso estatal de concentración municipal. En 2011 pasó a llamarse Beranuy, forma del dialecto aragonés de Veracruz, el nombre con el que había sido conocido hasta entonces.

Con Beranuy fuera de la lista, La Ribagorza tiene otras 14 localidades en las que el virus no ha llegado por el momento.

La mayoría de estas localidades tienen una densidad de población muy baja. En Valle de Bardají, por poner un solo ejemplo, había en 2019 52 habitantes. En Viacamp y Litera, cuatro de sus municipios (Chiriveta, Estall, Fet, Finestras, Monfalcó y Mongay) están deshabitados.

La despoblación y la pandemia parecen jugar en contra de la comarca. Sin embargo, la crisis sanitaria ha hecho que la zona comience a centrarse en otras actividades, al margen del turismo. "Durante la pandemia mucha gente vino a vivir aquí buscando entornos más seguros. Pero, además, desde hace unos años, gracias a los buenos servicios de la comarca y a la buena calidad de vida, algunas personas, al jubilarse, han retornado a vivir a sus pueblos de origen o bien se han comprado una casa que ha terminado siendo su primera vivienda", señala Marcelino Iglesias.

El presidente de la comarca tiene claro que el futuro pasa por convertir a La Ribagorza en un lugar atractivo para los seniors. "Hemos hecho una apuesta muy fuerte por los servicios sociales y la ayuda a la dependencia. Con una esperanza de vida cada vez mayor, creemos que las personas mayores quieren pasar más tiempo en sus casas", afirma este político. La apuesta es firme, ¿con qué recursos cuentan? "Además de los ingresos que genera el turismo, hemos presentado un proyecto para obtener fondos europeos. El objetivo es retrasar la entrada de los mayores en centros y residencias y que sean las propias instituciones las que den más ayuda”, concluye Iglesias.