¿Qué fue del Rodríguez? Así ha cambiado aquello del marido solo en la ciudad y la familia en la playa

  • La figura del oficinista salivando por quedarse solo en la ciudad en verano ha cambiado mucho en los últimos 50 años

  • Dos psicólogos nos ayudan a entender cómo ha evolucionado el fenómeno, aún vigente, desde aquellos años en los que la función femenina era ser buena esposa, madre y ama de casa

  • El 38% aprovecha para quedarse tumbado en el sofá y engorda dos o tres kilos. "Para ser infiel hay muchas otras oportunidades", dicen

¿Hay algo más esperado que unas vacaciones? Diremos que sí, aunque nos sonroje, que hay un momento impagable, casi por encima de cualquier otro placer: quedarse de rodríguez. Suena a rancio tal y como nos lo pintó Pedro Lazaga en 1965, con el estrafalario José Luis López Vázquez en su papel de Pepe Rodríguez en 'El cálido verano del Sr. Rodríguez'. Afortunadamente, aquella imagen con su mostacho ibérico, suecas despampanantes y testosterona por las nubes quedó en los anales del cine.

Diez años antes que Lazaga, Billy Wilder ya nos planteó la misma situación en 'La tentación vive arriba'. Claro que, con su manejo de la ironía y el glamour hollywoodiense de Marilyn Monroe y Tom Ewell, sus protagonistas, nos hace ser más condescendientes con el rodríguez.

El fenómeno sigue vivo, pero cambia el contexto

Si volvemos a él, es porque sigue vigente -con muchos matices- más de 50 años después. Y si hemos eliminado su mayúscula, es con permiso del Diccionario de la Real Academia (DRAE) que incluye el término y su correspondiente definición, aunque ahora suena bastante trasnochada: "hombre casado que se queda trabajando mientras su familia está fuera, normalmente de veraneo".

Esa figura que así describe la DRAE responde, según María Ibáñez y Jesús Jiménez, psicólogos del centro Psicología e Introspección, a "una mentalidad y a unas circunstancias sociales y psicológicas de los años sesenta que han cambiado mucho desde entonces". Si nos ceñimos al concepto original, para estar o quedarse de rodríguez hay que tener familia o al menos una convivencia en pareja estable, consistente, y que la familia se vaya de vacaciones mientras la pareja se queda en casa por tener que trabajar. Esas condiciones, en general, ya no confluyen en los hogares españoles.

Los psicólogos enumeran algunas transformaciones que, en su opinión, han roto esa concepción primaria del rodríguez.

  1. La incorporación generalizada de la mujer al mundo laboral. Es el principal cambio. "En la actualidad, hay tanto hombres como mujeres que se quedan de Rodríguez, que en el caso de las mujeres era algo que antes no ocurría o era muy excepcional".
  2. El cambio de mentalidad con respecto a los roles masculinos y femenino. "No solo en el ámbito social, también en la pareja y en la familia.
  3. Maridos que, aunque trabajen, se quedan al cuidado de la casa, pero también de los niños, mientras la mujer viaja por trabajo o negocios. Es una situación impensable hace unos años.
  4. Mayor independencia en la pareja y rutinas que implican distancia afectiva. Los cambios sociales y psicológicos han favorecido una disminución en la interrelación de hombres y mujeres. En tales circunstancias es más fácil ser infiel si alguno de los dos quiere serlo. De hecho, la infidelidad femenina ha aumentado considerablemente en las últimas décadas.
  5.  Las oportunidades para tener sexo extramatrimonial hoy toman formas diferentes y han dejado de ser excepcionales. "Estar de rodríguez ya no es una circunstancia extraordinaria para poder tener una aventura extramatrimonial".

 El nuevo rodríguez

La evolución en todos estos contextos obliga a dibujar un nuevo retrato del rodríguez en el que los psicólogos destacan los siguientes rasgos:

  •  El rodríguez, que puede ser igual hombre que mujer, recibe la idea de quedarse en casa sin el resto de la familia como un reencuentro consigo mismo y la posibilidad de salir de la rutina. Dedica ese tiempo sus aficiones o gustos, sin necesitar de pactar. Entre sus distracciones se encuentra dejar el cerebro literalmente en punto muerto. Para hacernos una idea, el 38% aprovecha para quedarse tirado en el sofá y el 10% admite su propensión a acumular los cacharros sucios en el fregadero, según una encuesta realizada para Procter&Gamble.
  • La holgazanería tiene su reflejo inmediato en la báscula con dos o tres kilos más. Esto es, de acuerdo con la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, lo que suelen engordar hombres y mujeres cuando se quedan de rodríguez en verano. Por desidia, calor o prisas, echan mano de los platos precocinados, cargados de grasas saturadas y calorías. A pesar de esta secuela, el 37% de la población valora como un verdadero privilegio la ausencia de su pareja.
  • Para el 21,4% es, sin embargo, una tortura. En este sentido, Jiménez e Ibáñez constatan en su consulta que es un modo de poner a prueba su cara a cara con una soledad que no siempre es deseada. "Si hay sintonía en la pareja y una buena relación, quedarse de rodríguez puede ser un verdadero fastidio". Nos ofrecen el testimonio de Antonio, director comercial de 46 años. "Aquejado de ansiedad y a punto de recurrir a una baja laboral por ese motivo, su mujer se tuvo que ausentar quince días por asuntos de trabajo en Londres. Decidió marcharse con su hermana y los niños con el fin de conseguir un hibrido entre trabajo y vacaciones en las horas libres". La ausencia de su esposa supuso un reto para Antonio que le ayudó a resolver la ansiedad sin el apoyo familiar. "El desenlace fue feliz, ya que la terapia le ayudó a mejorar lo suficiente para que la situación no supusiera una recaída", cuentan estos profesionales.

Los infieles sí aprovechan

Ninguno de los rasgos mencionados significa que el rodríguez -insistimos, hombre o mujer- ligón y oportunista esté en riesgo de extinción. La plataforma de encuentros extraconyugales Gleeden nos ofrece algunos detalles interesantes. El 74% de sus usuarios -no olvidemos que son infieles- se queda algunos días solo en su ciudad trabajando y de ellos el 75% aprovecha su soltería para echar una canita al aire. El 41% busca la aventura en plataformas como esta y el 20% con gente de su entorno, como vecinos, compañeros o amigos.

El fenómeno, como vemos, sigue vivo, pero con una fisionomía tan diferente que nos puede servir como auténtico termómetro sociológico desde aquella España del Seat 600 que vivía su primer boom turístico, con la llegada de los primeros apartamentos a pie de playa, hasta hoy, con una crisis económica que dejará al 12% en casa y al 13% con una semana o menos de vacaciones. Además de estos datos, también la realidad de las familias es hoy bien distinta. Hay numerosos divorcios y parejas con hijos de matrimonios anteriores que incluso viven separadas.

¿Y la mujer?

Cabe resaltar la profunda transformación del papel de la mujer en el hogar y en el trabajo. Su función hace 50 años era básicamente ser madre, esposa y buena ama de casa. El hombre significaba el sustento económico de la familia. En 1975, el porcentaje de mujeres trabajadoras había alcanzado un 28,5%, pero la mayoría eran jóvenes y solteras.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, la tasa de empleo femenino en 2021 era del 53,73%. Aunque continúa casi diez puntos porcentuales por debajo del masculino, existe un reconocimiento igualitario a nivel legislativo que rompe con la concepción jerárquica familiar y marca la corresponsabilidad parental y la independencia de la mujer. Esta reestructuración ha supuesto un gran cambio en el comportamiento masculino.

¿Agosto desértico?

Y añadimos un último rasgo que hoy complicaría mucho al Sr. Rodríguez sus andanzas: el modo de organizar las vacaciones por parte de la empresa. La costumbre de cerrar en agosto cada vez queda más lejana. Las plantillas planifican con flexibilidad, ofrecen teletrabajo y distribuyen los días de descanso en periodos más cortos, de junio a septiembre.