¿Debo dejar libertad y espacio a mi hijo adolescente o cotillear sus redes?

  • Muchos padres temen que sus hijos traduzcan cualquier gesto bien intencionado de protección en una intromisión a su intimidad

  • Alma María Nieto Sarmiento: "Espiar es enviar un mensaje de falta de confianza y de control sobre otra persona"

  • Gonzalo Marrodán: “Controlar su vida es una fantasía que no vamos a conseguir”

El modo de comunicarse con el entorno social ha cambiado entre los jóvenes. Internet y las redes sociales son utilizadas por ellos a diario durante horas, con el consiguiente temor de muchos padres al momento en que sus hijos traduzcan cualquier gesto bien intencionado de protección en una intromisión a su intimidad.

 Mari Luz, 51 años, administrativa, es madre de Vanessa, de 16. La relación entre ambas siempre ha sido de mucha confianza y de compartir todo lo que les pasaba. Sin embargo, esta madre asegura que todo eso cambió desde que su hija se creó un perfil en Instagram y dedica bastante tiempo a conversar con sus amigos. “Pasa mucho tiempo frente al ordenador, se hace fotos y las publica. Intenté que me añadiese como seguidora, pero me bloqueó. Dice que no debo entrometerme en sus cosas y siente que no confío en ella. Pero, me da miedo lo que publique o con quien hable”.

Mari Luz relata sentir como su hija, durmiendo bajo el mismo techo, se ha convertido en una desconocida, porque percibe que la ha apartado de algún modo de su vida. La madre considera que las redes sociales pueden causar auténticos cismas familiares y entiende que no son medios adecuados para exponer todo lo que uno hace.

 Alma María Nieto Sarmiento, experta en coaching educativo y comunicación y creadora de Proyecto para el Desarrollo Emocional Adolescente (PDEA) entiende que: “espiar es enviar un mensaje de falta de confianza y de control sobre otra persona”. “Los adolescentes están en un proceso a nivel neurológico donde necesitan realizar pruebas por sí mismos para que su cerebro se vaya configurando en esta etapa y adquieran los aprendizajes necesarios para la edad adulta”.

 “En nuestra época de adolescentes nuestros padres, aunque no había redes, no conocían todas las conversaciones con nuestros amigos. Siendo sabedores de los peligros que entraña la Red, hemos de aconsejarles y trasmitirles los riesgos para que adquieran conciencia”, apunta Nieto Sarmiento. La experta en coaching educativo afirma que si la relación de confianza entre padre/madre e hijo no se ha forjado con anterioridad nunca es tarde y se puede mostrar al adolescente arropo y acompañamiento siempre que lo necesite.

“Confiar y creer en el hijo hará que se empodere y empoderarse es crucial para seguir adelante con optimismo. Podemos trabajar, además, los valores personales para que el joven no caiga en círculos no deseados ya que favorecen tener una base sólida de la personalidad con una adecuada autoestima y autoconcepto”, subraya esta profesional.

Comunicación, confianza y conocer el grado de madurez del hijo

Expertos en psicología refieren efectos negativos en la vinculación de los jóvenes a Internet y las redes sociales: aislamiento social, evitación en la expresión de sus sentimientos o cambios de conducta (inseguridad, baja autoestima, ansiedad...). “El rol de los padres ante estas estructuras sociales debe ir cambiando conforme los hijos maduren (no es lo mismo a los 10 que a los 19 años)”, asevera Antoni Jiménez Massana, psicólogo y educador social.

 Gestionar el uso de las redes debe hacerse de una manera adaptada al carácter del hijo en particular. “Hay decisiones previas a la gestión de esas redes sociales y tienen que ver con aspectos sobre cuándo debe tener el hijo su primer teléfono móvil o las horas al día que puede estar frente al ordenador”, señala el psicólogo. 

Con un idóneo grado de madurez y suficientes habilidades sociales, el adolescente puede manifestarse como un individuo asertivo en el mundo virtual. “Lo que en ningún caso hay que hacer es creer que las prohibiciones absolutas sirven de algo, porque no es así. Desde la cuna hemos de educarles en que pueden contarnos lo que quieran y les daremos los consejos necesarios. Hacerlo a destiempo, puede resultar perjudicial”, manifiesta Jiménez Masanna.

 Para José Luis Gonzalo Marrodán (blog de la Red Apega de profesionales Buenos tratos), psicólogo clínico y docente “la línea que separa la protección del derecho a la intimidad es muy delgada y muchos padres la traspasan buscando indagar o curiosear”. El experto revela que para los jóvenes su intimidad es 'sagrada' e invadirla representará que “no contarán, no hablarán, harán todo por la espalda y se sentirán traicionados”.

 Gonzalo Marrodán recomienda no fisgar en su intimidad si a ciencia cierta no hay algún motivo vital por el que hacerlo, procurar otras vías de acercamiento a la vida de los jóvenes y no censurarles. “Si los jóvenes no nos cuentan ni hablan con nosotros, hemos de preguntarnos por qué. La verdad es que conoceremos lo que nos cuenten. Controlar su vida es una fantasía que no vamos a conseguir, ni deberíamos pretender”.

Este psicólogo clínico remata resaltando la prevención para no llegar a esas situaciones. Esto es: tiempo de calidad por parte de los padres a los hijos, comunicación y escucha activa. “Los adultos hemos de mirar más allá de interrogatorios por sus notas y comportamientos. Cada vez se hace menos y en la actualidad se evidencia, en general, una juventud desorientada”.

La protección de datos personales

Del art. 13 del Real Decreto 1720/2007, de 21 de diciembre, por el que se aprueba el Reglamento de desarrollo de la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de proteccción de datos de carácter personal, se rescata que: podrá procederse al tratamiento de los datos de los mayores de catorce años con su consentimiento, salvo en aquellos casos en los que la Ley exija para su prestación la asistencia de los titulares de la patria potestad o tutela. En el caso de los menores de catorce años se requerirá el consentimiento de los padres o tutores. Se traduce que, para el uso de las redes sociales, esto es, cesión de datos personales, debe tenerse al menos 14 años.

 Desde INCIBE |recalcan que en el caso de que la propia red social indique que la edad recomendada es mayor de 14 años (16 años, por ejemplo), prima la edad que recomienda la red social.

 “En el supuesto de que un sujeto de manera fraudulenta y sin su consentimiento acceda a las cuentas personales del menor de edad, sean sus padres o un tercero, nos encontramos ante un choque de derechos, entre los de los progenitores que están ejerciendo la patria potestad del menor y los del propio menor. El conflicto puede surgir en las situaciones en las que los progenitores entiendan que el hijo menor pueda estar viviendo escenarios de: fraudes económicos, sexting, ciberacoso …”, declara Gonzalo del Castillo, abogado.

“Los padres están obligados a velar por ese menor, por lo tanto, podrían estimar que tienen derecho a lesionar la intimidad del menor y acceder a sus redes sociales con el argumento de protegerles en el ejercicio de la patria potestad que legalmente ejercen. Serán los tribunales los que deben apreciar si se ha actuado con la suficiente justificación para tal fin y, en efecto, se ha dado algún caso en favor de los padres”, finaliza el letrado.

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