'Los que bailaban' o cómo se enamoraron nuestros padres: "Para las generaciones anteriores, bailar era relacionarse con el mundo"

  • Amaya Galeote, bailarina y coreógrafa: "Cuando baila y no baila, el cuerpo no miente nunca"

  • "Yo no sabía que mis padres bailaban tan bien; los he visto desde otro sitio y he descubierto a otras personas"

  • "El baile te hace sentirte mejor; la gente que no baila se está perdiendo algo"

¿Quién ha visto bailar a sus padres? La bailarina Amaya Galeote nunca lo había hecho, pero cuando tuvo que investigar sobre el baile de los años 60, pensó que nadie mejor que sus padres para mostrárselo. Lo que empezó como mera documentación terminó siendo una obra de teatro: 'Los que bailaban', un espectáculo que invita a pensar sobre el baile de las generaciones anteriores y que puede verse hasta el 5 de marzo en la Sala El Mirlo Blanco del Teatro Valle-Inclán.

La madrileña Amaya Galeote, bailarina y coreógrafa, licenciada en Historia del Arte, formada en el Centro Coreográfico Canal y la Compañía Nacional de Danza, colaboradora con otros autores como Carme Portacelli, Pilar Almansa, Marta Pazos o Alfredo Sanzol, y curtida en grandes musicales y en las producciones de los teatros más importantes de nuestro país, vio que estaba ante un territorio nuevo cuando vio bailar a sus padres: el territorio liderado por el cuerpo.

Decidió entonces trasladar la investigación del salón de su casa a otros salones y otros ámbitos. A través de los movimientos de estas parejas, Galeote expresa la emoción y los recuerdos de aquellas personas que se manifestaron por medio de la danza, una actividad que utilizaban para establecer vínculos. Uppers ha hablado con la artista para saber hasta dónde llegan las diferencias de aquella época y ahora, y qué podemos aprender de las personas que se enamoraban bailando.

¿Qué has querido expresar con tu obra?

Lo que quiero mostrar es cómo bailaba la generación de mis padres o de nuestros abuelos: cómo bailaban, cómo se enamoraban y cómo era su manera de relacionarse con el mundo.

¿Qué has aprendido de ti misma viendo bailar a tus padres y a las otras parejas?

La verdad es que he aprendido muchas cosas viendo bailar a mis padres y viendo bailar a otras parejas. Lo primero es que bailaban muy bien y que se preocupaban por saber bailar. Para ellos, eso era una manera de comunicarse. De mis padres he aprendido muchas cosas que no sabía: cómo vivían en aquella época. Y ha sido muy interesante.

¿Ha cambiado el concepto que tenías de tus padres al ver cómo bailaban?

Sí, ha cambiado la idea que tenía de ellos porque yo no sabía que mis padres bailaban tan bien. En este tiempo, me he acercado mucho a ellos con esta investigación, me he acercado a su manera de vivir. Los he mirado desde otro sitio, desde otro punto de vista, no solo como padres, sino también como personas que han tenido una vida pasada.

¿Qué nos dice el cuerpo cuando bailamos? ¿Puede decir algo que la mente calla?

El cuerpo, cuando baila y cuando no baila, nos dice muchísimas cosas porque yo creo que lo único que no miente es el cuerpo. El cuerpo no miente nunca. Tú puedes mentir con la voz, pero con el cuerpo no. El cuerpo te dice si la persona que tienes en frente te gusta o no, si sientes rechazo, si sientes amor, si estás contento, si estás triste... O sea que, el cuerpo es el mayor termómetro de cómo estás.

Ahora se baila abrazados cada vez menos. ¿Crees que eso implica también un cambio en la manera de relacionarse?

Se baila muy poco juntos. Creo que también tiene que ver con un cambio social. En la época de mis padres la gente se relacionaba con el baile porque era de las pocas cosas que podían hacer. Ellos salían a bailar para relacionarse con otras personas. Eso es un cambio: nuestra generación tiene tantas cosas con las que relacionarse que, al final, no consigue relacionarse de tantas maneras.

El mundo podría dividirse entre los que bailan y los que se quedan estáticos cuando suena la música. Algunas personas tienen miedo a bailar. ¿Por qué ocurre eso?

Es verdad que el mundo, para mí, puede dividirse entre la gente a la que le gusta bailar y la gente a la que no. De todas formas, también creo que a todo el mundo le gusta bailar. La gente que no lo hace es porque tiene vergüenza o le ha pasado algo en su vida que ha hecho que no bailen. Pero bailar es una cosa natural, que el cuerpo se mueva es algo natural. A todo el mundo le gusta, otra cosa es que tengan vergüenza.

¿Bailar es terapéutico?

Tiene mucho de terapéutico. Últimamente se han publicado muchos estudios sobre esto. Bailar y bailar con otras personas te ayuda mentalmente y te ayuda socialmente. Y eso te hace sentirte mejor. La gente que no baila se está perdiendo algo.