Ayudar a elegir carrera a los hijos sin entrar en pánico: "Hay empleos con futuro para todos los perfiles"

  • El 78% de los jóvenes no saben qué estudiar y más del 80% de los empleos que se necesitarán en el futuro hoy no existen

  • Elena Ibáñez, autora de '¿Tu hijo aún no sabe qué estudiar?': "Lo que se entendía por 'puesto laboral' ya no sirve para ayudar a guiar a nuestros hijos hacia el trabajo más apropiado para ellos"

  • "Solo en España han aparecido cientos de grados que mezclan la tecnología con las humanidades, la salud con la empresa, la estadística con el deporte y la creatividad con la gestión"

Escoger la carrera o los estudios que van a conformar nuestro entorno laboral es un momento crítico en la vida de cualquier adolescente... y en la de sus padres. El 78% de los jóvenes, de hecho, no sabe qué estudiar. La ecuación se complica ahora con una nueva variable: la velocidad de cambio. Nunca antes en nuestra historia nos hemos enfrentado a un entorno tan complejo, incierto y cambiante. ¿En este contexto, cómo podemos ayudar a nuestros hijos? Ese es precisamente el objetivo de '¿Tu hijo aún no sabe qué estudiar?' (Larousse), guía escrita por la orientadora Elena Ibáñez, fundadora de Singularity Experts, empresa dirigida a aumentar la empleabilidad de las personas orientándolas hacia trabajos y estudios con futuro.

El momento de ayudar a nuestros hijos a estudiar una carrera está lleno de tensiones. ¿Cuáles son las principales creencias erróneas de los padres? Los padres tenemos una fuerte tendencia a pensar acerca de las profesiones en términos de 'puestos empresariales'; es decir, director financiero, director de marketing, director de tecnología… Esto hace que, sin darnos cuenta, tratemos de 'encajar' a nuestros hijos en uno de estos puestos sencillamente porque es lo que conocemos, es la estructura a la que nos tiene acostumbrado el mundo empresarial. Sin embargo, la realidad profesional es ahora mucho más compleja y lo que se entiende tradicionalmente por 'puesto laboral' ya no nos sirve para ayudar a guiar a nuestros hijos hacia el trabajo más apropiado para ellos.

¿No hay cierta desconexión entre carreras y entorno laboral?

Cada vez con más frecuencia me encuentro con chavales atraídos por la investigación pero que no quieren ser científicos, interesados por el sector salud que no quieren ser médicos, apasionados por el deporte que no quieren ser deportistas, o inclinados por la creatividad pero que no quieren ser diseñadores. Y cometemos el error de interpretar estas señales con el famoso "mi hijo está empanado". No, quizás los que estamos descolocados somos nosotros, que no nos damos cuenta de que las líneas entre las profesiones son cada vez más difusas. Y que por eso en España han aparecido cientos de grados -actualmente existen nada más y nada menos que 3.200- que mezclan la tecnología con las humanidades, la salud con la empresa, la estadística con el deporte y la creatividad con la gestión. Quizás somos nosotros los que, limitados por ese modelo de puestos empresariales, no sepamos que sí existen opciones de futuro coherentes con la información que nos trasladan nuestros hijos, aunque nos parezca confusa. Por ejemplo, la de un experto en transferencia de conocimiento, un ingeniero de exoesqueletos, un analista de datos para mejorar el rendimiento de jugadores deportivos o un emprendedor, siguiendo el orden anterior.

¿Qué errores suelen cometer los hijos cuando empiezan a elegir carrera?

El principal que veo es el de que los trabajos del futuro, mejor dicho, los trabajos con alguna tecnología involucrada, son solo para los estudiantes del bachillerato tecnológico. Esta creencia está especialmente arraigada en los chicos que están estudiando o quieren estudiar un bachillerato de artes o de humanidades. Es sorprendente cómo el concepto de los 'trabajos del futuro' se asocia directamente con ingenierías y tecnologías, y nada más lejos de la realidad. Cuando estas personas leen los títulos de los empleos que les recomendamos, es muy habitual escuchar reacciones como "este trabajo no es para mí" o "ese empleo es para los del bachillerato tecnológico". En cambio, cuando profundizan en la lectura de la descripción del trabajo, sus tareas y funciones y sobre todo, la formación asociada, no solo descubren que ese trabajo con futuro sí es para ellos, sino que les encanta.

¿Te viene a la cabeza algún ejemplo?

Por ejemplo, es habitual que a ciertos estudiantes que les interesan las artes (y que por supuesto cumplen otra serie de requisitos) les recomendemos el trabajo de 'diseñador ux'. Muchos de ellos me dicen que este trabajo no lo habían escuchado nunca, y que lo que ellos quieren hacer es diseño "de toda la vida". Les informo de que el diseñador ux se ha convertido ya en una de las del ámbito digital. Entonces interpretan que este trabajo es tecnológico. Les digo que solo el 9% de las personas que se forman en esto provienen del bachillerato tecnológico. Por último, dudan de que lo que tiene que estudiar un diseñador ux esté relacionado con las artes. Entonces les cuento que estas formaciones llevan en su propio nombre la palabra 'artes', como el grado en Artes Digitales o el grado en Bellas Artes más diplomatura en diseño digital. Es en ese momento cuando realmente entienden que para ellos también hay empleos con futuro, y se sienten más orgullosos aún de haber elegido un bachillerato de Artes.

¿Ocurre también en Humanidades?

Entre los estudiantes de Humanidades esta creencia es aún mayor. "¿Qué tendrán que ver las ciencias humanas con la tecnología?", me dicen. Y entonces voy yo y les recomiendo un trabajo con mucho futuro, por ejemplo, el auditor de algoritmos. “¿Cómo?”, me dicen boquiabiertos, “¿Ese trabajo existe?”. Pues sí, no solo existe sino que su demanda también es creciente, porque cuanto más se extiende la Inteligencia Artificial por todos los sectores, más expertos se necesitan para asegurar que los algoritmos sean éticos y responsables, y no discriminen por raza o género. Descubrir esto es algo que alivia mucho a los padres, que empiezan a ver salidas profesionales para esos hijos que no han optado por ser los 'mega-ingenieros' expertos en la última tecnología, pero sobre todo alivia a los estudiantes, porque descubren con sorpresa carreras nuevas que no conocían -como el grado en Humanidades Digitales e Inteligencia Artificial, el grado en Ciencia, Tecnología y Humanidades o el grado en Filosofía, Política, Derecho y Economía- así como las asignaturas que contienen, la mayor parte de su interés.

¿Por qué crees que se producen tantos abandonos en el primer año de carrera?

El problema está en el mismo origen de la educación: los colegios. Los orientadores profesionales están viviendo una época francamente difícil para ayudar a sus alumnos a elegir estudios. La situación de partida es de por sí muy complicada para ellos porque en los colegios los orientadores no se dedican exclusivamente a la tarea de guiar profesionalmente, sino que además se ocupan de la evaluación psicopedagógica de los alumnos, de su educación emocional, de la resolución pacífica de conflictos, de la prevención e intervención de acoso... Es decir, de una orientación integral. Son muchas las responsabilidades que recaen sobre esta figura. Pero lo verdaderamente alarmante es el tiempo que se les ofrece para realizarlas: organismos internacionales como la UNESCO recomiendan un orientador para 250 alumnos como máximo, cuando en España cada orientador ayuda de media a 750 estudiantes, es decir, casi cuatro veces la cifra recomendada. Los orientadores profesionales en este país están absolutamente desbordados, y esto está ocasionando que no puedan aportar a los estudiantes españoles una orientación de calidad. Un estudiante bien orientado tiene más posibilidades de tomar buenas decisiones desde el principio. En cambio, un estudiante con carencias en su orientación tiene mayor probabilidad de tomar decisiones equivocadas de manera temprana, decisiones que tienen consecuencias en cascada tanto en su futuro, como en el de la sociedad en la que vive.

¿Qué información tenemos que manejar los padres sobre nuestros hijos antes de recomendarles un tipo de estudios u otros?

Como experta en orientación veo a los padres -y a sus hijos- cada vez más obsesionados con los estudios y su empleabilidad. Muy frecuentemente me preguntan: "Elena, ¿qué estudios me recomiendas que escoja, aquellos que tienen más salidas profesionales o los que en realidad me gustan? Y yo siempre les contesto: '¡Los que cumplan indefectiblemente ambas condiciones!".

¿Cómo se concilia eso?

Les explico que para ser feliz en un trabajo se necesitan tres cosas: poder hacerlo, saber hacerlo y querer hacerlo. Y a continuación les doy la buena noticia: no existe perfil para el que no haya un trabajo con alta empleabilidad, siempre va a haber un empleo con futuro que encaje con cada uno de los chavales. Por peculiares que éstos sean. De hecho, les reto a que me digan un solo tipo de chico con el que no vaya a encajar uno de esos trabajos del futuro de los que tanto se habla. Siempre pierden. Y es que constatar que sean como sean, en el mercado laboral ya existe un empleo con demanda creciente que se ajusta al potencial de cada uno, les alivia mucho, y por supuesto a sus padres también. Por esta razón, conocerse a sí mismo es lo primero en lo que debemos ayudar a nuestros hijos. Antes de obsesionarnos con cuáles serán esos trabajos con futuro que están ahí afuera, debemos facilitarles herramientas para descubrir sus mejores aptitudes, sus gustos, su manera de aprender, su potencial. ¿Cómo vamos a ayudarles a elegir un camino que les haga felices si antes no sabemos qué les va a hacer felices? De eso se trata el conocimiento sobre uno mismo. Que no es lo mismo que el autoconocimiento. Sin ánimo de hacer un juego de palabras, nuestro hijo necesita una información a la que no va a poder llegar por sí mismo. Y es que, a pesar de que el autoconocimiento va a ser clave tanto en su vida de adolescente como en su vida adulta, lo que necesitamos en un proceso de orientación profesional es información que sólo nos van a brindar instrumentos de medición.

¿Qué trabajos o puestos van a ser menos necesarios en los próximos años?

Evidentemente todo lo que un desarrollo tecnológico pueda hacer con menos errores, más barato, con más seguridad, más rapidez e incluso de manera más creativa, está amenazando al humano a nivel profesional. Por eso, más que de puestos deberíamos hablar de tareas, ya que lo que sustituye la tecnología en este sentido son actividades, no trabajos. La tecnología va a sustituir parte de las tareas que realizamos el 100% de las personas, la cuestión es si las tareas que desempeñas en tu trabajo son sustituibles al 80% o al 10%. Ahí está el tema y es importante que todos lo sepamos para que nos preparemos a tiempo.

¿En qué áreas va a haber más empleabilidad?

En orientación profesional yo no soy muy aficionada a los rankings, de hecho cuando me hacen esta pregunta siempre respondo que cuando dispongan de una semana entera para dedicarme, tendré el tiempo necesario para contarles los empleos con más futuro. Y es que pienso que los rankings están hechos para simplificar, para economizar el pensamiento. Pero la simplificación es enemiga de la orientación de calidad porque lo que pretendemos los que nos dedicamos en cuerpo y alma a esta importante tarea, es la de personalizar al máximo las recomendaciones a los chicos. Y eso efectivamente significa complejizar la orientación, que no complicarla. Ayudar a nuestros hijos a elegir estudios no es un proceso simple. No puede serlo porque entre otras cosas implica estar al corriente de las cientos y cientos de profesiones con demanda creciente que están ahí fuera, y cuya oportunidad se habrá multiplicado para cuando nuestros hijos se incorporen al mercado laboral, en unos pocos años. ¿Por qué en vez de rankings prefiero hablar de una gran variedad de profesiones emergentes con buena empleabilidad? Porque me ayuda a dar el mensaje que comentaba antes: hay empleos con futuro para todos los perfiles.

¿Los medios focalizamos demasiado en ciertos yacimientos de empleo?

Es habitual pensar que los trabajos del futuro son esos tres o cuatro de los que se ha hablado tanto en los medios últimamente, como el experto en metaverso o el ingeniero de ChatGPT. Y que al ser profesiones tan especializadas, reservadas para una minoría de estudiantes, al resto hay que seguir recomendándoles profesiones tradicionales. Pero es necesario desmontar esta creencia: eso que llamamos 'profesiones emergentes' no se refieren ni mucho menos a los trabajos que se inventaron en el último año. Por el contrario, muchos de ellos son desarrollos de profesiones tradicionales que han evolucionado gracias a la tecnología, por ejemplo, el marketing digital o la logística. Y esto hace que no podamos hablar de una o dos, sino de un número tan elevado que sea imposible contenerlos en ninguna respuesta corta. Por eso no recomiendo a ningún padre caer en la simplicidad de acudir a un listado de 'trabajos con salidas' para tratar de adivinar cuál encaja con su hijo.

¿Hay algún perfil o formación emergente, distintos a los habituales? Se habla de que se van a valorar más los perfiles mixtos, en los que conviven Humanidades con áreas técnicas o, incluso, STEM.

Más que de perfiles me gusta hablar de roles porque como bien dices son personas con formación mixta cuyo propósito está muy alineado con los retos del siglo XXI. Por ejemplo, el rol del experiencialista que se encarga de garantizar que las sensaciones que el usuario experimenta cuando interactúa con un producto o servicio resulten positivas. Se trata de una persona con una gran empatía, capaz de ponerse siempre en la piel del usuario, de hecho, es una figura que siempre tiene al cliente en mente, se trata de un perfil 'obsesionado' con la experiencia del usuario. Otro ejemplo que hemos introducido antes con el Auditor de Algoritmos es el rol ético, que se encarga de asegurar que los nuevos productos y servicios construidos gracias a la tecnología no sobrepasan los límites de la ética. Se trata de un perfil preocupado por el alcance de las nuevas tecnologías y por su uso correcto, destacando por su pensamiento crítico, que vive orientado hacia las personas, los derechos humanos, los aspectos sociales, etc. Por último, me gustaría destacar también el ejemplo del rol del facilitador, el cual es consciente del impacto positivo que tienen los cambios en la sociedad, y se encarga de que la transición entre lo viejo y lo nuevo sea lo más suave posible. Tiene tacto social, empatía y capacidad de escucha para comprender las dificultades de las personas y buscar soluciones, por lo tanto, tiene habilidades de mediación y negociación, así como habilidad para el trabajo en equipo e inteligencia emocional.

¿Cuánto 'respeto' hay que tenerle a la IA en el ámbito laboral?

El máximo respeto porque ni siquiera los expertos en la materia se declaran capaces de imaginar a dónde puede llegar. El concepto de la 'singularidad tecnológica', que da nombre a mi empresa Singularity Experts y que se refiere al momento en el que la IA supere la inteligencia humana, se lleva hablando desde hace mucho tiempo, pero es cierto que es ahora cuando está apareciendo una auténtica conciencia de lo que puede llegar a suponer. Pero pienso que en un plano más de andar por casa no debemos ser catastrofistas, prefiero quedarme con la oportunidad. Y por ello, a las personas normales que nos levantamos cada mañana a trabajar o a estudiar, mi mensaje sería más comedido: anticípate al cambio y no tengas miedo. Ahí está la oportunidad.

¿Con qué tecnologías van a tener que trabajar nuestros hijos?

Con todas. En las sesiones de orientación en los colegios noto muy frecuentemente un cierto rechazo a la tecnología como concepto. Es normal, a veces tememos aquello que desconocemos, y esto nos hace ver como 'raros' o incluso 'indeseables' ciertos trabajos del futuro sólo porque están relacionados con alguna tecnología. Cuando recomiendo, por ejemplo, un trabajo de demanda creciente como es el experto en logística con blockchain, los padres y los orientadores me miran como si quisiera meter al alumno en una secta. Luego les cuento que el empleo en logística se ha comportado mejor que el empleo de toda la economía y que en tan solo tres años se prevé que el 17% de las empresas de logística habrá integrado blockchain en sus servicios y se les cambia la cara porque empiezan a verlo como una oportunidad para el estudiante, y no como una amenaza. Este ejemplo lo podemos aplicar a todas las tecnologías y a todos los sectores. Este temor a la tecnología me plantea un reto como experta en los trabajos del futuro: demostrar a las familias e incluso a los propios orientadores que, a pesar de no estar familiarizados con el mundo tecnológico, la mayor oportunidad que tienen los estudiantes es la de formarse de manera directa o indirecta, en alguna tecnología relacionada con un trabajo de su interés. Porque lo queramos o no, estemos familiarizados o no, es evidente que las tecnologías están impactando en todos los ámbitos. La tecnología no es solo para los tecnólogos. La tecnología es una oportunidad (y casi una obligación) para todos los chicos, independientemente de a lo que se quieran dedicar.

¿A qué retos se enfrenta un chaval que empiece estudiar una carrera en los próximos años?

Al de la velocidad del cambio. Nunca antes en la historia de la humanidad las personas han necesitado absorber y asumir unos cambios tan rápidos como los de hoy en día. Muchas veces los padres piensan que sus hijos, por haber nacido en la era digital, son más digitales que nadie y que se sienten plenamente confortables con todos los avances. Nada más lejos de la realidad. Muchos chavales no están en absoluto preparados ni formados para asumir ciertos cambios, por más jóvenes que sean, por eso es tan importante una orientación de calidad que les prepare tanto en hard como en soft skills para nadar con comodidad por estas aguas, mitigar los miedos, adelantarse a los cambios, y capturar las oportunidades que el progreso plantea.