Diez claves para entender los cambios de tus hijos al entrar en Bachillerato

  • Confianza, comunicación, escucha activa y límites precisos son, según los expertos, las buenas bases de la relación entre padres y adolescentes cuando se ha superado la enseñanza obligatoria

Toda la vida echándoles charlas con nuestro punto de vista y broncas cuando desobedecían. Y, de repente, cerraron la aduana, bajaron su barrera y en ella mueren nuestras charlas, nuestros juicios de valor, nuestros consejos, y también nuestros ¿cómo estás? y ¿qué te pasa?

Esa adolescencia obtusa que apenas recordamos coincide, en la mayoría de los casos, con una etapa académica de alta presión como es el Bachillerato, que exige responsabilidad, esfuerzo, motivación y una toma de decisiones de futuro para la que no todos están preparados. Desde el comienzo, sobrevuela sobre sus cabezas la sombra de la EVAU, que pasará a ser lo más importante de sus vidas (y las nuestras) cuando lleguen a 2º, salvo si tienen claro que va a estudiar FP superior.

¿Cómo vivís tus hijos y tú esta etapa?

“Tú quieres acompañar a tu hijo en una edad en la que tu hijo no quiere ser acompañado por ti”, diagnostica Juanjo Juárez, project manager de Fundación Bertelsmann y cara visible tras las múltiples iniciativas sobre orientación para padres e hijos de esta fundación, como por ejemplo, la web www.orientaratuhijo.com.

La autoridad de los padres sobre los hijos sigue siendo la misma, pero la forma de ejercerla es distinta”, define Vidal Sánchez, director del colegio concertado Monte Tabor Schoenstatt, que imparte todas las modalidades de Bachillerato y se vuelca con la orientación vocacional de los alumnos desde la ESO.

“Marcan distancia, pero necesitan el cariño y el apoyo más que nunca”, advierte Juliana Manrique, coordinadora de los talleres para padres que organiza la plataforma Mejora tu Escuela Pública en los centros educativos.

“En Bachillerato hay que estudiar mucho. El gran objetivo es la EVAU y hay mucha tensión porque creen que se juegan mucho”, cuenta Ana Camacho, jefa de estudios del IES Antonio Machado, de Alcalá de Henares, que tiene 20 grupos de alumnos en Bachillerato.

Aunque cada uno de estos expertos pone el énfasis en distintas variables, todos tienen claro que una comunicación fluida ayuda a evitar y a solucionar muchos conflictos. Además de esto, hay otras recomendaciones que funcionan. Aquí van las 10 más interesantes:

1. Déjale reflexionar

“No podemos imponerles nada por decreto. Por ejemplo, no podemos obligarles a estudiar si no quieren”, advierte Vidal Sánchez. “Antes les echábamos la charla y terminábamos diciendo ‘¿te has enterado?’. Pero ahora no se trata de que tengan que enterarse. Ellos tienen que llegar a sus propias conclusiones. Debemos respetar su tiempo y su espacio de reflexión personal. Y asumir que ellos tienen que cometer sus propios errores y aprender a rectificar por sí mismos”.

2. Pocas normas, pero firmes

Tiene que haber unas reglas mínimas, como la hora de llegar si salen por la noche. Mínimas, pero inflexibles. Los límites son más importantes que nunca. Por ello, debemos pensar qué cosas son verdaderamente importantes y poner normas razonables, realistas y, sobre todo, inquebrantables. En cosas más anecdóticas, mejor ser más permisivo y confiar en ellos.

3. Habla menos y escucha más

En la adolescencia son ellos quienes hablan y tú quien escuchas. “Invierte mucho tiempo en escuchar sus miedos, sus angustias, sus ilusiones y menos en hablar de nuestras historias, lo que hicimos nosotros y nuestro punto de vista”, recomienda Vidal.

“Los adolescentes no hablan mucho, pero tienes que estar ahí cuando quieran hablar”, apunta Juliana. “Tienes que aprovechar cada resquicio que abran. Si percibes una mínima intención de hablar de algo, deja lo que estés haciendo. Si les pides que esperen, después se les habrá pasado la necesidad”.

4. Pregunta más, proyectad juntos el futuro

Contente y no empieces a darles la charla con tus puntos de vista. No censures. Haz preguntas abiertas, sin juicios de valor implícitos. Y que hablen ellos. Si no tienen respuesta, la buscarán en otro momento. “Las preguntas son fundamentales para pensar, para desarrollar el pensamiento crítico, para distinguir los hechos de las opiniones”, señala Juliana, coach en programación neurolingüística. Ayúdales a que cuestionen sin cuestionarles: ¿por qué crees eso?, ¿cómo sabe eso tu amiga, quién se lo ha dicho?, ¿dónde has leído eso?, ¿has mirado en otras webs?, ¿por qué no le preguntas a alguien que sepa mucho de eso?

Cuando tengas la oportunidad, formula preguntas más profundas: ¿cómo te ves tú en el futuro?, ¿qué vida te gustaría?, ¿qué crees que se te da mejor?, ¿dónde te ves trabajando? Hazles ver que aquello que les gusta, por ejemplo sus aficiones, también puede tener un enfoque laboral.

Cuando ellos te pregunten a ti, no respondas el típico "lo que quieras". Respóndele con otras preguntas que le ayuden a aclarar sus ideas: ¿qué es lo que te gusta de esto o de los otro?, ¿dónde te sentirías más seguro?. Ir filtrando las preferencias de nuestros hijos tiene más importancia de la que parece. Y no es raro: un 21% de los universitarios de primer curso abandona la carrera y menos de la mitad empieza otra.

5. Confianza, respeto... y muchas conversaciones

Como director de colegio y profesor de Bachillerato, Vidal pide a los padres “que confíen en sus hijos, que conozcan y respeten sus dones, sus aficiones, las cosas que les ilusionan… que no las denosten”. “Pon en valor las cosas que a tu hijo se le da bien hacer, las que son importantes para ellos, pero también otras cosas aparentemente sin importancia”, apunta Juliana Manrique.

¿Y cómo se crea esa sensación de confianza y reconocimiento? A través de la conversación. “Crea espacios y tiempos para la conversación”, recomienda Juliana. En la mesa, al llegar del trabajo, cuando la familia se reúne, tras oír una noticia o leerla en internet, lo mejor es preguntar sus opiniones. Ese intercambio es necesario, además, para poner en valor su razonamiento. Juanjo Juárez apunta la importancia de que en casa también se converse sobre el trabajo de los padres, pero no en clave de queja: “Habla de cosas nuevas que están pasando, de nuevos profesionales que busca tu empresa, de por dónde van las tendencias de tu sector; no para que se dediquen a ello, sino para que aprendan a tener en cuenta el contexto económico y profesional en el que van a tener que vivir y tomar decisiones”. Pero, cuidado: que no sea en modo "yo lo sé todo y tú no sabes nada".

6. Tiempo juntos

No será fácil, pero hay que intentarlo. Con la excusa de ver juntos una serie, una película o un álbum de fotos; mientras organizáis un viaje, preparáis una comida o un evento familiar o bien habláis de reformar vuestra casa pueden propiciarse momentos de distensión en los que compartir inquietudes, proyectos, deseos... Lo importante es que la comunicación fluya. Si hay algo que de pronto te da la voz de alarma, no entres en pánico. Es momento de profundizar en eso que te ha preocupado, lo que requiere calma y receptividad; es decir, escucha activa.

7. Habla con otros padres

Hablar con otros padres sobre los hijos nos ayuda a no sentirnos solos y a menudo es fuente de inspiración, de ideas, de estrategias, de recursos que no se nos habían ocurrido a nosotros”, señala Juliana, que recomienda a padres y madres “que no dejen pasar las oportunidades de asistir a talleres y charlas que seguramente darán en su colegio o su instituto en la primera mitad del curso, o en fundaciones y organizaciones”.

8. Cree en su capacidad de organización

Ana Camacho, profesora de Bachillerato, jefa de estudios y madre, nos da claves para un buen desarrollo académico. “Como madre, se sufre. Ves que estudian mucho y que duermen poco. Estudian mucho para que las notas hagan una buena media con la EVAU, y luego estudian mucho para la EVAU”, cuenta. “Y a lo mejor estamos demasiado pendientes de que salen y no estudian; de que ven la tele y no estudian. Pero debemos confiar en que, si han llegado a esta etapa por su propio pie, podrán con ella y saldrán adelante”.

9. Cuidado con la presión

“En el colegio o el instituto ya se les mete bastante presión, como para que luego en casa también se la metamos”, advierte Ana. Para que la presión o los famosos límites no ahoguen, es bueno tener pequeños detalles que envíen señales de que estamos ahí, apoyándoles. De vez en cuando, hay que demostrarles que siguen siendo nuestros niños.

10. No te desentiendas

Hay muchos padres que sienten que el Bachillerato les queda grande y se mantienen al margen; no se enteran de las optativas que tienen, no se interesan por lo que están dando o por qué les cuesta más o menos. “Es importante que se enteren de todo eso; que no agobien, pero que estén al tanto”.

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