Es su día, el mejor regalo es la palabra: ¿De qué están hartas las madres españolas?

  • Aunque todos los días deberíamos celebrar su existencia, hoy es el Día de la Madre

  • En Uppers queremos regalarles la palabra: hablamos con cinco madres para que reivindiquen y digan lo que quieran

  • "Cada día, lo que hacemos las madres es un regalo, pero no se dan cuenta"

Te vieron nacer y crecer. Te llevaron a mil sitios. Se preocuparon porque fueses feliz. Curaron tus heridas con agua oxigenada y betadine. Transmitieron valores, se cargaron a la espalda los cuidados de la casa y se encargaron de darte cobijo, alimento y educación. Y todo ello compaginando un trabajo, además del doméstico, que históricamente ha recaído en sus manos. Como ellas no hay nadie. Hoy, 2 de mayo, es su día. El Día de la Madre, que en el fondo son todos los días.

A las madres hay que hacerles caso, ir a verlas y respetarlas. No hay excusa que valga. Su amor es incondicional, por lo que la reciprocidad debería ser un mandamiento grabado a fuego en la mente de los hijos. Hay una escena en Goodfellas Goodfellas(Martin Scorsese, 1990) crucial para comprender cuál es el grado de preeminencia que debería concedérsele a una madre: la cena tras el asesinato de Billy Batts.

Henry, Jimmy y Tommy vuelven de madrugada con el cuerpo moribundo, escondido en el maletero del coche, de un miembro de la mafia italiana al que han apalizado en un bar. Deben culminar el crimen; por ello, paran en casa de la madre de Tommy para tomar prestada una pala. Es entonces cuando la mamma , visiblemente alterada por la presencia de su hijo en casa a medianoche, y baja a recibir a los tres gángsters.

Mamma insiste en que los tres se queden a comer algo. Ellos se niegan rotundamente; no lo dicen, pero tienen a un hombre al filo de la muerte en el maletero y han de deshacerse del cuerpo. En la siguiente escena, los tres hombres ya han cedido a la presión y beben, comen, hablan y hacen compañía a la mujer, alegre por tener a su hijo y sus amigos en casa. La escena esconde un mensaje de amor, aunque el contexto sea ciertamente escabroso: ni siquiera deshacerse de un cadáver debería ser una prioridad si hace tiempo que no ves a tu madre.

En Uppers queremos homenajear a ellas, las invencibles, con un regalo especial: la palabra. ¿Qué piensan? ¿Qué quieren reivindicar? ¿De qué están hartas?

Elena Cantero, 47 años

Médico de atención primaria, Elena es madre de tres hijos de 17, 14 y 7 años.

"Esencialmente, hace falta reconocimiento a lo que hay detrás de ser madre. Últimamente, la sensación que tengo es que nos han engañado con esto de que hay que ser madre, trabajar y ser mujer de éxito. Llegar a todo es imposible. Falta ese reconocimiento, tanto a las que solo se dedican a una parte como también a las que intentamos llegar a todo y lo tenemos complicado. Parece que cuando falla una cosa, da la impresión de que se derrumba todo. Esta situación se ha agravado, además, con la pandemia".

"La parte familiar no está reconocida pero se exige. En el ámbito laboral, les da igual tu situación familiar. A veces llegan a exigir más de lo que deben. Si no llegas o cumples, te sacan todo lo que haces mal. Como se nos ha enseñado desde pequeñas que hay que ser buenas en todo, cuando fallamos hay mucha presión. Es un puzzle complicado, no hay ningún apoyo. A veces la pareja ayuda, pero no siempre. Y los hijos han cogido el rol de que los padres lo hacen todo; echo en falta un poco de ayuda".

Gema Pastor, 52 años

Graduada en Derecho, trabajó en la industria farmacológica, en el apartado de ventas. Gema tiene un hijo.

"No soy yo de 'el día de' y sin embargo, a las madres las reivindicaría todos los días, especialmente a las del tercer mundo, por la labor que realizan aún hoy a la hora de compatibilizar sus roles: a la mujer madre, ocupada y preocupada por el desarrollo de la familia en general; a la mujer que trabaja fuera de casa y a la mujer como mujer; para sentir que lo haces bien con los hijos y sentir que te haces bien a ti, al margen de la maternidad y el trabajo, tenemos una vida y eso es lo más importante"

"Estoy harta de que me digan qué es ser buena madre. Harta de que me digan qué es ser buena mujer. Harta de lo encorsetado del sistema, que no afloja con la condición de mujer, de sus etiquetas y juicios de valor. Estoy harta de estar harta".

"¿Cómo tratar a las madres? Es fácil, igual que a los padres. Somos personas con hijos, solos nos diferencia el género, así que el mismo trato sería un ejercicio interesante de reflexión".

Victoria Ordeig, 57 años

Es registradora de la propiedad y tiene tres hijas.

"Me da un poco de rabia el día de la madre, o el padre, o de lo que sea. Creo que celebrar un día fijo de cualquiera de estas cosas las devalúa".

"Estoy harta de las etiquetas. Ser madre o ser mujer no es una categoría de persona, como no lo es tampoco ser rubio o ser diabético. Cada persona es un conjunto muy grande de circunstancias, con cualidades y defectos, con grandezas y miserias. A las madres hay que tratarlas como al resto de personas: con respeto y educación, valorando lo que aportan".

Luz Vellón, 60 años

Es gerente y profesora en un centro educativo no reglado y tiene un hijo.

"El reparto de las tareas del hogar lo hacemos entre los tres, aunque reconozco que no es equitativo, yo trabajo más que ellos. Pienso que sería importante que desde la base de la educación esto pudiera cambiar, pero tiene que ser desde abajo. También me gustaría reivindicar estos trabajos, que aunque en mi caso no son excesivos, siguen estando ahí. Las administraciones públicas deberían reconocer las tareas domésticas"

"¿Cosas que me molesten de mi pareja? Bueno, necesitaría un paquete de 500 folios, así que mejor lo dejamos ahí (risas)".

Pilar Yuste, 70 años

Enfermera durante su vida laboral, hace años que dejó su actividad para emprender con la adquisición y reforma de un hotel en Chulilla, Valencia. Tiene tres hijos.

"El día de la madre es mentira. Ni mi suegra ni mi madre lo celebraban. Es cada día, a mí no me dice nada. Me gustaría que se reconocieran muchas más cosas. Algunas de las cosas que hacemos parecen obligaciones, y eso no es cierto. Cada día, lo que hacemos las madres es un regalo, pero no se dan cuenta. De la misma manera que yo soy amable al hacer una buena comida o llamarles, me gustaría que también surgiera de ellos. No es una obligación mía, es un regalo y punto".

"Yo no estoy harta. Cada uno es de su padre y de su madre. Pero echo de menos ese toma y daca, la reciprocidad, el tacto, la gracia".