Muere El Litri: el entorno del torero discreto que se enamoró de la chica de buena familia

  • Aquejado de una larga enfermedad, no pudo asistir a la segunda boda de su hijo con Casilda Ybarra, celebrada en Sevilla el 14 de mayo

  • Se casó con Conchita Spínola, a la que llevaba 20 años, en 1967 y tuvieron tres hijos

  • Formaron un matrimonio atípico en el mundo del toro: ella llevaba la gestión del patrimonio y él, las fincas y ganaderías

Una de las grandes leyendas del toreo ha dicho adiós. Miguel Báez Espuny 'Litri' ha fallecido en Madrid, a la edad de 91 años. El diestro sufría desde hace años una larga enfermedad que le tenía apartado de la vida pública. De hecho, no pudo asistir a la segunda boda de su hijo, el también torero del mismo apodo Miguel Báez Spínola, con la historiadora del arte Casilda Ybarra, celebrada el pasado día 14 en Sevilla. Con él acaba una de las grandes generaciones toreras, con permiso de Curro Romero.

Para la crítica, Litri fue un torero tremendista y espectacular. Ejecutaba sus manoletinas mirando al tendido. Se convirtió en leyenda cuando, en 1951, con ocasión de la alternativa a Antonio Ordóñez en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid, en la que actuaba como testigo, se tumbó delante del toro. En esa ocasión cortó tres orejas a cada uno de los toros que le tocó en suerte y salió por la puerta grande.

Valenciano afincado en Huelva

Miguel Baéz Espuny nació en Gandía, pero vivió toda su infancia en Huelva, donde estudió en los Hermanos Maristas. Muy pronto sintió la vocación por la lidia; mató su primer becerro el 1 de junio de 1947 en la localidad onubense de Manzanilla y poco después, el 17 de agosto, debutó como novillero en Valverde del Camino, también localidad de Huelva.

El 12 de octubre de 1950 tomó la alternativa en Valencia de manos de Joaquín Rodríguez 'Cagancho' y en presencia de Julio Aparicio, padre de otra saga taurina. En 1951, su primer año como matador, El Litri toreó 67 corridas y también confirmó su alternativa en la madrileña plaza de Las Ventas, el 17 de mayo, de manos de Pepe Luis Vázquez y Antonio Bienvenida, padrino y testigo respectivamente.

El 12 de octubre de 1952, en la cima de su carrera, se retiró de los ruedos en Valencia, reapareciendo dos años después. Su idilio con los toros pasó por varias etapas, hasta que en 1967 se retiró de manera definitiva.

Se vistió por última vez de luces el 26 de septiembre de 1987 para dar la alternativa a su hijo, Miguel Báez Spínola, 'El Litri', en la plaza francesa de Nîmes.

Casarse con Conchita Spínola, su mejor faena

Conchita Spínola tenía 15 años cuando conoció al Litri. Durante una tarde de playa con una amiga coincidió con el torero, que tuvo la mala pata de destrozarle el castillo de arena que acababa de construir. Ella se le encaró: "Que tú seas El Litri no te da derecho a destrozarme el castillo". Él la miró sorprendido y reaccionó: le reconstruyó el castillo de arena y se casó con ella tres años más tarde, en 1967.

El torero, 20 años mayor que ella, y la joven de 18, rubia y bonita, educada un internado en Suiza, se casaron en el monasterio de la Virgen de Guadalupe, donde se casaban todos los Spínola. El mismísimo Cristóbal Balenciaga había viajado de París a Madrid para diseñarle el traje a la novia.

El matrimonio tuvo dos hijas, Rocío y Myriam, y un varón, que también quiso ser y fue torero: Miguel Báez Spínola El Litri, recién casado con Casilda Ybarra y unido en primeras nupcias con Carolina Adriana Herrera, hija de la famosa diseñadora, con quien tuvo tres hijos.

Un matrimonio atípico

María Concepción Spínola y González-Cocho (Madrid, 1948) puso condiciones al torero para casarse con él: dejaría de firmar corridas, lo que explica parte de su carrera. El torero siempre dijo que "lo mejor de mi vida es la esposa que tengo". Lo cierto es que formaron un matrimonio atípico en el mundo del toro. Cuando ya tenían los tres niños y ella no alcanzaba los 30 años llegaron a un acuerdo: él se ocuparía del campo y de la ganadería y ella, de la administración del patrimonio.

Con la ayuda de expertos asesores, así lo hizo, aumentando su patrimonio hasta que años más tarde lo dejó en manos de su hijo Miqui. El matrimonio Báez-Spínola pudo ser protagonista de las páginas del corazón, pero optó por una existencia discreta. Conchita nunca asistió a una corrida de toros, ni de su marido ni de su hijo, pero sí quiso cuidar y mimar a sus dos hombres y a sus dos niñas, y los protegió bien con el sabio incremento de su patrimonio, en fincas y en sus casas de Huelva, Sevilla o Madrid. Hoy, junto a sus hijos, es la mejor enseña de la saga Litri, que se remonta más allá de estas dos generaciones toreras.