Cinco pistas de que ha llegado el momento en el que tu padre tiene que dejar de conducir

  • El terrible accidente en la A7 de Valencia, con 5 fallecidos, devuelve el foco a esta situación

  • Hay gestos, detalles, que avisan claramente de que es mejor dejar de conducir

  • Ya se está elaborando una ley para que los mayores tengan que renovar su carnet más a menudo

Un hombre de 87 años que circulaba, por error, en sentido contrario, ha provocado un choque frontal en la A7 cerca de Valencia que ha acabado con 5 personas fallecidas y cuatro coches destrozados. A la altura del municipio valenciano de Rotgà i Corberà, el coche conducido por el mencionado octogenario acabó impactando con otros tres vehículos cuando circulaba en sentido contrario. Falleció el propio conductor y su acompañante, una mujer de 89 años. Además, fallecieron tres jóvenes, dos varones de 20 y 21 años y una mujer de 18, que viajaban en otro de los coches. Un cuarto integrante de este vehículo y otros tres que iban en los otros vehículos accidentados están heridos de diversa consideración.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se ha apresurado a comunicar que en breve habrá una nueva estrategia de Seguridad Vial en la que se contemplará la revisión de las pruebas y los plazos para la renovación del carnet de conducir por parte de las personas mayores. Hace bastantes semanas que ya comentamos aquí este tema, pues nos pareció de una importancia vital. Se trata de garantizar que las personas que conducen, sea cual sea su edad, dispongan de las capacidades psicofísicas adecuadas para no poner en riesgo ninguna vida.

Prácticamente todos conocemos alguna persona, algún familiar cercano, que aún conduce a pesar de su avanzada edad. Sobre el papel parecen competentes y capaces de seguir manejando un vehículo, pero sin duda empiezan a aparecer detalles, gestos, prácticas, que empiezan a invitar a que pensemos que, lo mejor, sería que estas personas pensasen en que es mejor dejar de conducir y reducir riesgos en la carretera.

Sin dudas son momentos difíciles, no es un momento fácil el abordar el tema con tu padre, tu madre, tu tío, tu abuelo. Pero todos sabemos que lo mejor es que vayan abandonando la idea de conducir su propio vehículo, por el bien de todos, siempre y cuando aparezca alguno de los síntomas que, a continuación, vamos a relatar.

1 Trastorno de la visión

Quizá es uno de los más importantes y más significativos. Distancias, colores, señales, proximidad del resto de actores en los diferentes tipos de vía… Los conductores de la tercera edad deberían hacer un chequeo anual obligatoriamente de su visión. Cuando se conduce un vehículo son muchos los elementos que hay que controlar para la buena marcha del negocio. Semáforos, peatones, coches, motos, bicis, patinetes, señales en el suelo, señales verticales, la propia información que nos da el coche… si no somos capaces de ver perfectamente todos estos elementos, ha llegado el momento de dejar de conducir para prevenir accidentes y males mayores. No comentamos nada, pero si ya no conduces de noche porque no te manejas con las distancias y las luces ajenas te deslumbran mucho más que antes… ya sabes…

2 Enfermedades o patologías diagnosticadas que reducen el tiempo de reacción y las capacidades físicas

La edad, ir cumpliendo años, la mayoría de las veces, viene aparejado a diversas dolencias y enfermedades que nos limitan bastante nuestra actividad física. Diabetes, Artritis, dolores musculares, Alzheimer, demencia, Parkinson… no hace falta que estas enfermedades sean severas. El grado más mínimo en el que puedan aparecer ya limitan nuestras aptitudes al volante. Se coordina peor, la audición se resiente, los reflejos ni te cuento… incluso la orientación se ve afectada. Ojo con la aparición de las enfermedades intrínsecas de la tercera edad, pues a menudo son una señal ineludible de que hay que ir colgando los guantes.

3 Lentitud, confusión, nervios, inseguridad, conducción extremadamente lenta, perderse a menudo

La pérdida de reflejos es algo inexorable con el paso del tiempo. Si antes tardabas medio segundo en pisar el freno al ver una pelota cruzando la calzada, ahora tardas uno… o dos. Si en vez de una pelota es un niño pequeño, o una persona hablando por el móvil que no se da cuenta de nada, se puede liar parda. Confundir los pedales, pelearte con el volante para intentar ir siempre dentro del carril, titubear en la toma de decisiones sobre si pasar o seguir parado en una señal de tráfico o en una rotonda… todos estos síntomas indican que lo mejor es pensar en dejarlo antes de que sea demasiado tarde.

4 Agresividad al volante, pensar que todos los demás lo hacen mal

Con la edad todos nos volvemos más malhumorados y cascarrabias de lo habitual. Levanto la mano el primero. Siempre pensamos que los que lo hacen mal son los otros, que nosotros conducimos perfecto. Escuchas un claxon y, lejos de analizar por qué te pitan, piensas que son unos maleducados y el que lo hace mal es el otro. Si has observado esto en tu padre, madre o familiares cercanos y ya tienen una edad, quizá hay que plantearles la situación. Si el tráfico intenso, los atascos, sacan cada vez lo peor de ti, y cada vez más conductores y peatones te llaman la atención por alguna acción, alerta, porque hay que cambiar el foco y el problema, aunque cueste creerlo, no son los demás.

5 Sueño, excesiva relajación, no te das cuenta de los peligros, situaciones difíciles

Cada vez que nos ponemos al volante nos descentramos, nos cuesta mucho mantener la atención. La falta de concentración es cada vez más evidente e, incluso, cada vez nos entra más sueño cuando nos ponemos a los mandos. Si algún agente ya te ha multado o simplemente indicado que hay que prestar más atención a la carretera, algo no marcha bien.

Bonus Track. Pequeños y frecuentes toques, equívocos con el cambio…

Lo de tener la carrocería impecable es cosa del pasado. Esa columna que parece que se mueve, esa marcha atrás que siempre hacías de carrerilla y ahora acaba con el piloto roto, esa esquiva de última hora que libra el retrovisor de milagro… Si este es tu día a día cada vez que aparcas –por cierto, antes lo hacías a la primera y ahora parece que los bordillos tienen vida propia y el hueco entre coches cada vez es más pequeño- es hora de que pienses en el transporte público o en asegurarte de que tus hijos pueden echarte una mano en desplazamientos habituales. Y eso, sin hablar de que el cambio de marchas te juega una mala pasada cada dos por tres y los pedales parece que alguien los mueve a su antojo para fastidiarte.

Si, además de todo lo dicho antes, los acompañantes en el asiento del copiloto o asientos traseros, no es que tengan miedo, simplemente no van tranquilos, o cada dos por tres te preguntan si vas bien o si has visto tal o cual coche, moto o semáforo, es una señal inequívoca de que debes dejarlo. Si la confianza de éstos producen chascarrillos sobre tus cualidades al volante, no te hagas mala sangre: piensa en que, por fin, ha llegado la hora de que conduzcan otros.

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