Gasolera: descubre los tipos de combustible de gas para coches que existen

  • Más allá de los combustibles clásicos, los coches también pueden funcionar por gas natural, una fuente de energía más económica y menos contaminante

  • Existen dos tipos distintos, pero su principal inconveniente, por el momento, es la poca disponibilidad que hay en las estaciones de servicio

Hasta hace bien poco no se concebía otro combustible para cualquier vehículo o medio de transporte que no fuese uno derivado del petróleo, que si bien siguen siendo los más utilizados en el mercado, otros tipos de fuentes de energía comienzan a ganarle terreno con el paso de los años, solo hay que ver los coches híbridos o los eléctricos. Pero en ese salto se ha pasado un tipo de combustible por alto que reduce el impacto de los vehículos en el medio ambiente: el gas natural. Mucha gente lo desconoce, pero en efecto, hay coches que utilizan como combustible el gas natural.

Pero, ¿cómo se consigue el suministro de gas? A pesar de que aún no hay tantos puntos de recarga como a los usuarios de este combustible les gustaría, muchas estaciones de servicio cuentan con suministros de gas, pero las hay específicas para ello, las gasoleras, donde se oferta el Gas Natural Vehicular (GNV) que permite a los coches que funcionan con este mecanismo poder circular como cualquier otro.

¿Hay más de un tipo?

A pesar de que generalmente se le llama Gas Natural Vehicular, existen dos tipos distintos de gas natural para los automóviles: el Gas Natural Comprimido (GNC) y el Gas Licuado del Petróleo (GLP). Este último es una mezcla de butano y propano y es el más utilizado en los vehículos dado que es el que más instalación en estaciones de servicio tiene, además de ser más barato. Eso sí, su ahorro al bolsillo a veces no lo es tanto, pues su problema está en que consume mucho más que el GNC.

Precisamente, el problema para los vehículos GNC es que el número de puntos de recarga aún es bastante bajo, aunque poco a poco comienza a aumentar tanto su interés como su presencia en las gasoleras, lo que anima a los compradores y a las compañías a producir vehículos para este tipo de combustible.

Los coches de gas tienen una gran ventaja frente a los convencionales, pues les corresponde la etiqueta Eco por su baja contaminación al reducir considerablemente las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, así como otros gases y partículas perjudiciales para la salud y la calidad del aire de las ciudades. Por eso mismo, no deja de ser una gran alternativa en grandes ciudades en las que hay zonas de acceso restringidas para aquellos vehículos que más emisiones generan.

¿Cómo funciona?

Desde hace tiempo muchos fabricantes venden vehículos adaptados al gas natural, pero aún así se puede convertir un coche de combustión convencional a gas sin problema siempre que se haga en un centro homologado que aporte todas las garantías necesarias de seguridad en la instalación. Para ello, simplemente se le añade un sistema de alimentación compatible con el gas natural, manteniendo la instalación de gasolina.

Este proceso consiste en colocar un depósito de gas en el vehículo, que normalmente irá en el maletero, por lo que una desventaja que se puede encontrar en estos automóviles es la pérdida de espacio de almacenamiento, aunque todo dependerá de cada coche, su tamaño y lo que ocupe. Más allá del depósito, también es necesaria la instalación de otros elementos que hagan funcionar correctamente el motor y prioricen la seguridad de la conducción, como filtros especiales para este combustible, indicadores de su nivel o válvulas de gas.

En cuanto al precio, la adaptación puede rondar entre los 2.000 y 3.000€, un cifra que varía en función de cada coche dependiendo de sus especificaciones, en especial del motor, pues ya solo por la cilindrada el coste final varía por la complejidad de cada instalación. Aún así, su gran ventaja es que a pesar de consumir algo más que los de combustión, el repostaje en los coches de gas es mucho más económico, por lo que con el tiempo se puede notar un ahorro en el bolsillo más que notable.

Ya ves que no todo son los coches de gasolina, los híbridos o los eléctricos, existen más alternativas desconocidas para muchos que, además de contaminar menos, también son más baratas. ¿El inconveniente? Que los coches de gas natural aún no terminan de despegar del todo en el mercado y las gasoleras o estaciones de servicio con suministros para ellos no están tan extendidas como en los demás combustibles.