Historia de la Vespa: de ser una marca para la clase media de los 50 a convertirse en leyenda viva del motor

  • El ingeniero que la diseñó, Corradino D´Ascanio, no le tenía mucha estima a las motos.

  • La primera vuelta al mundo en Vespa la hicieron dos españoles: Santiago Guillén y Antonio Veciana. Tardaron 79 días.

El aficionado al motor, y en concreto el amante de las motos, sabe que detrás de la Vespa y su diseño inconfundible se esconde en realidad la historia de dos países. Italia, la cuna, y la España autárquica de los 50, a la que estas motos llegaron en manada. Posguerra, miseria, industrialización, cambio, esperanza. Una moto de diseño inolvidable que se trenza con la idiosincrasia y el avance histórico de dos naciones.

Te contamos cuál es su historia.

Los comienzos de Vespa

1946 es el año del desembarco de la Vespa en Italia, un país de necesidades similares a las de Japón después de la Segunda Guerra Mundial. La sociedad necesita reconstruirse con un cambio, y esto implica, por obligación, un rumbo distinto en la vida de los ciudadanos. Motorizado, si puede ser. Las secuelas de la guerra todavía perduran. El país se reconstruye, o al menos lo intenta, piedra sobre piedra.

Es la primavera de ese año la que trae el parto y la que se lleva el nombre en la tómbola: Vespa 98. Enrico Piaggio, dueño del emporio, sonríe cuando uno de sus ingenieros, Corradino D’ Ascanio, un hombre orquesta que ya había confesado que las motos no le gustaban ni un pelo (prefería, con mucho, trastear con coches y helicópteros), le enseña el primer prototipo. Poder desmontar la rueda como se hacía con la de los coches cuando se pinchaba era una de las prioridades de D´Ascanio, devoto de los inventos para la vida fácil, en los que primara la funcionalidad antes que otras veleidades estilísticas. ‘Si parece una avispa’. Eso fue lo que dijo el gran jefe, Piaggio, y así quedó fijado para los que fueron cayendo rendidos a las posibilidades de esta moto nunca vista: cómoda, ligera, despreocupada.

Vespa se convierte en ese nombre rápido y pegadizo para el espíritu del ciudadano mediterráneo; un picotazo que hordas de italianos sienten en cuanto el primer modelo sale al mercado y corre en paralelo a la historia de Italia y su reconstrucción y modernización, después del horror de las bombas, la miseria y el hambre. Una moto moderna que reescribe la historia y le da el brillo del metal cromado y vintage. Una moto para los profesionales trajeados con gomina en el pelo y las mujeres. Por fin un ciclomotor en el que se puede llevar falda y donde no molesta el barro del suelo, piensan.

Las Vespas más míticas

Desde aquel lejano 1946 el diseño de la Vespa ha mantenido su sello de identidad en muchos de sus modelos: las curvas suaves en el metal, el cromado en colores agradables y esa apariencia de levedad y ligereza con sabor inconfundiblemente italiano. Una moto para el día a día, sin complicaciones.

Es de justicia recrear el sentimiento asociado la mítica Vespa 98, la original, la que se nombraba con el latigazo de la palabra avispa, o aquella del Club Vespa de Valladolid, la que consiguieron subirse 17 personas a la vez, un récord para la época. La marca había desembarcado en España y en la logística de las familias numerosas necesitaba acoplar el sidecar. Un auténtico éxito. Probablemente, una de las motos más recordadas (y vendidas) de la historia: veinte millones de unidades.

No podemos dejar de mencionar otras tantas avispas motorizadas que tan felices hicieron a diferentes generaciones de europeos. La 125 o la 125 U (1953), que pasa de los 125cc y la suspensión trasera a los 5cv de potencia y una velocidad considerable, 75 km/h, para un vehículo tan compacto y estético.

Una de las más amadas por los clientes de la marca fue la 150 GS (1955), con su bellísimo gris metalizado y un buen número de cambios en las prestaciones: 4 velocidades, 150 cc y casi 100 km/h a máxima velocidad. Por supuesto, hay más hermosuras en este largo catálogo de insectos motorizados: la 125 Primavera, la primera para la generación joven del 68 y una de las que más duró en el repertorio de modelos de la marca. Hay incluso modelos nunca comercializados en España, como la Vespa PK 125, la versión automática de la recordada PK, que colocaba el pedal de freno en el manillar.

Décadas, diseños más modernos. Vespa, el ojito derecho de Piaggio, sigue en plena forma en esto de ofrecer motos agradables de mirar pensadas para el hombre y la mujer urbano, que se fía de la rapidez, la potencia medida y una cierta falta de ostentación en esto de correr por la ciudad (con un casco Vespa de la propia marca, por supuesto; eso no puede faltar).

Algunos modelos modernos de vespa eléctrica reciclan viejas estéticas o pescan funcionalidades del pasado que hicieron a Vespa muy popular entre sus usuarios, como la S50, con el faro rectangular del modelo Primavera, o la 946, una golosina para los ojos en negro mate que se inspira en los 149 años de la marca Piaggio.

No hay que olvidar los modelos de competición, con un diseño futurista y aerodinámico verdaderamente rompedor para la época. ¿Quién no se acuerda de la Vespa Siluro, con esa forma a medio camino entre un animal acuático y un bólido aeroespacial, o la Vespa Monthlery, que en 1950 bate 10 récords de velocidad en el circuito francés que le da nombre?

Motos que serán recordadas siempre.