Lamborghini, del toro que mató a Manolete a la bestia de la carretera: la historia de la marca italiana

  • Una de las señas de identidad de la marca fue el Lamborghini Miura. La catapultó al éxito, en buena lid con Ferrari.

  • El Lamborghini Islero, otro coche rugiente, inspira su nombre en el toro de lidia que mató a Manolete

Hagan la prueba. No hay como mirar Lamborghinis antiguos en el ancho mar de internet para que a uno se le encoja el corazón, o se le ponga a doscientos por hora. Es un flechazo. Son bellos y rápidos; un balazo deportivo que coge la velocidad de la luz en un ronroneo rugiente. Algunos, de hecho, se refieren a ellos como cohetes terrestres. El aficionado no recita nombres, los reza. Urus, Gallardo, Diablo, Aventador, Miura, Murciélago. Se necesitan gruñidos animales para nombrar los modelos más conocidos, casi todos con un punto de hombría con sabor añejo (o una masculinidad pasada de moda, opinarían otros).

Como todas las marcas que ya son un mito de la conducción deportiva, los Lamborghini tienen una gran historia detrás, la de su creador, Ferruccio Lamborghini, un hijo de viticultores que empezó en una fábrica de tractores y terminó diseñando algunos de los bólidos terrestres más deslumbrantes jamás creados, en lidia con los Ferrari.

Te hablamos de su historia

En el principio fueron los tractores

Los comienzos de Ferruccio Lamborghini tienen el toque de una narración humilde que empieza muy lejos de la verdadera niña de sus ojos: la marca de coches deportivos más famosa del planeta. Lamborghini era un niño en una familia de viticultores. Desde muy pequeño se interesa por la mecánica. Puro amor por las máquinas y su funcionamiento, por todo lo que tiene un entramado mecánico que se puede despiezar y estudiar. De hecho, Ferruccio pasa por una Ingeniería en Bolonia antes de poner rumbo a los estallidos de las bombas del ejército aliado y las hordas nazis. La Segunda Guerra mundial le pilla trabajando como mecánico y arreglando vehículos ingleses y estadounidenses.

Años después, es el dueño de un emporio de tractores y máquinas agrícolas. Se conoce que perfeccionó tanto los tractores que terminaron por ser la unidad de medida y el espejo en el que se miraban el resto de marcas de maquinaria agrícola de Italia. ¿Qué pasó después? Que en los 50 Lamborghini se hizo rico, y con su pituitaria forrada de billetes ya podía permitirse lo mejor de lo mejor de aquella época en materia de carretera y velocidad: un Ferrari, del que no mucho más tarde empieza a quejarse. El bicho no cumple sus expectativas. De esa época sale su famosa discusión con el dueño de Ferrari. Lamborghini trata de explicarle los problemas del coche, y Enzo Ferrari le llama ignorante, no ser más que un fabricante de tractores que no tiene la menor idea de lo que necesita un deportivo para correr como Dios manda.

Lamborghini recoge el guante sin una palabra más alta que otra y decide hacer dos cosas: desmontar su colección de Ferraris para aprenderse cómo funcionan las tripas y crear su propio coche, al que le instala el motor de uno de sus tractores. El olfato no le falla tampoco en el asunto del valor a futuro y el coste de oportunidad. Se da cuenta que el margen de ganancia que puede sacar de un coche deportivo es altísimo, porque ya cuenta con el diseño de varias piezas para los tractores que le pueden servir para fabricar los lambo a un precio mucho más bajo que el de la venta final al público.

Lamborghini Miura, el coche que lo cambió todo

En el 63 trae al salón automovilístico de Turín un prototipo que no gusta demasiado, pero al año siguiente se marca el 350 GT y lo presenta en la feria de Ginebra. El coche se lo comen con los ojos. Éxito. Vítores al logro conseguido. El diseño superaba al de Ferrari, la construcción era mejor y las piezas del interior mucho más fiables. Por fin Ferrari iba a tener que medirse con un contrincante a la altura de sus coches bala.

En las pistas que rodean a la fábrica se miden con la velocidad sus siguientes modelos de lambos. El 400 GT, con un motor de cuatro litros más grande que su primer modelo y un diseño inspirado en el Ford GT 40, mítico deportivo con un motor trasero que distribuía extraordinariamente bien el peso. Terreno abonado para el siguiente diseño, una auténtica belleza con un peso todavía mejor repartido: el Lamborghini Miura. No es difícil adivinar que Lamborghini era un apasionado de las corridas de toros.

La presentación del Miura es el verdadero bautismo de fuego de Lamborghini, que a partir de ese punto corre meteóricamente por las carreteras el éxito mundial, algo impresionante si tenemos en cuenta que la marca solo tenía tres años de vida.

A partir del nacimiento del Miura, Ya no hay vuelta atrás. Lamborghini es la marca para la gente de bien, la crema, la jet set. Compran lambo Miuras a espuertas, sabedores de lo que representa en su cartera simbólica y su estatus. Estrellas de cine, jeques, playboys en batín de seda, reyes europeos. Lambo es exactamente lo que desean que les represente ahí fuera: la buena vida, la libertad, el desenfreno picante.

Islero, nombre inspirado en el toro que acabó con la vida de Manolete; Lamborghini GT, Espada, Countach, (otro coche mítico de principios de los 70), Diablo… todos los modelos de Lamborghini desde los 70 hasta la actualidad van estilizándose, haciéndose más aerodinámicos, con un diseño que progresivamente va perdiendo la identidad de coche deportivo tradicional, para transformarse en bólidos enormes, siderales, sin fisuras, con esas puertas que se abren en vertical.

Italia es, por derecho propio, el país más propicio para que naciera la marca. Diseños potentes, atrevidos; una combinación de estética con un punto excitado y la fiabilidad mecánica y el rugir brutal de un motor. Ingeniería, potencia y carrocerías golosas para el ojo.

Desde los 70, siguen conservando ese aire de toros empitonados, a punto de embestir.