Motoristas en libertad: la vuelta a la carretera de seis fanáticos de las dos ruedas

  • El confinamiento paró sus máquinas, hasta ahora: acompañamos a Alphie (53), Óscar (49), Toño (54), Luis (54), Juan Ramón (51) y Frank (51) en su primera salida

  • El 53% de las motos matriculadas en España pertenecen a personas de más de 45 años

A la hora de la sobremesa de un día de mediados de junio, seis motos tamaño XXL descansan a la sombra de un imponente encina centenaria en el aparcamiento de tierra de un restaurante de El Pardo (Madrid). Sentados a una de las mesas de la terraza, este grupo de amigos, fanáticos todos ellos de las dos ruedas, los buenos momentos y la buena compañía rebañan un guiso de pollo.

"¿Es aquí la reunión de ángeles del infierno?", pregunta el periodista, que los ha identificado no por su aspecto (en general no responde al estereotipo de amante de las Harleys) sino porque coinciden en número con las motos aparcadas.

"¡Ángeles del Imserso, más bien!", responde uno de ellos, al que llaman Toño (54). Resulta ser Antonio Merinero, destacado artista gráfico que ha recorrido medio mundo exponiendo sus collages de viejos carteles reciclados.

Para este sexteto de veteranos, habituados a salir una vez por semana a quemar neumático por las carreteras de España, es una jornada especial. Supone su regreso al asfalto en motorizada expedición después de que el confinamiento por coronavirus congelase su afición durante más de dos meses. Al contrario de los devotos de la cocina, la pintura o la música, que pudieron seguir cultivando su actividad mientras permanecían encerrados en sus casas, la prohibición de salir a la calle era incompatible con el gusto de estos caballeros rodantes por surcar calles y autovías.

No fue plato de gusto el verse obligados a hibernar. "No sé si os pasa a vosotros —dice Óscar (49), propietario de un taller—, pero yo, como me tire más de quince días sin coger la moto, sueño con ellas".

Luis (54), fotógrafo y autor de las instantáneas que ilustran este reportaje, combatía el mono a su manera: "Yo buscaba todo el rato películas de motoristas", asegura. Pero un motorista siempre tiene cosas que hacer con sus valiosas posesiones, incluso cuando están en el dique seco. "Nos ha venido muy bien para arreglar las motos, puesta a punto, cambio de batería, recortar chasis, preparar las de campo…", dice Juan Ramón (51), profesional de la publicidad.

Con la excusa de que iban a trabajar, podrían haberlas usado para darse una vuelta por las calzadas, pero prefirieron no hacerlo. "Pensaba: 'Si salgo a la carretera en moto y me pasa cualquier cosa, si me rompo un dedito, por ejemplo, tendré que ir al hospital, que está petado de gente que tiene el Covid-19'. Y no quieres ni molestar ni estar mal atendido. Era por responsabilidad", afirma Alphie (53), francés que lleva 20 años viviendo en España y es dueño de una tienda de motos en el madrileño barrio de Argüelles.

"No sé si era responsabilidad o acojone, pero preferimos no provocar un accidente", apostilla Juan Ramón. Eso sí: con la desescalada, se resarcieron. "En cuanto se permitió salir para ir a visitar a un familiar aprovechamos para ir a visitar a todos los familiares… en moto", añade el publicista.

La ruta escogida para este regreso ha sido sencilla, mejor empezar poco a poco: quedaron en el centro de Madrid y se desplazaron al monte de El Pardo, favorito de los motoristas por su atmósfera relajada y campestre y sus suaves curvas. Tampoco podían ir mucho más lejos: la Fase 2 denegaba el salir de su comunidad autónoma. A pesar de lo breve de su periplo, las sensaciones han sido altamente satisfactorias.

"Me ha divertido mucho el volver a percibir los olores. De repente, cuando te metías por una carretera pequeñita, pensaba: 'Qué bien huele", dice Luis. "Y la tranquilidad —apunta Juan Ramón—. Ahora, al haber muchos menos coches, vamos solos en la carretera. Vas más a tu aire, puedes darle más caña… Ha estado muy bien. Es como si hubiéramos salido a mitad de agosto, o un domingo por la mañana temprano".

Hay matriculadas en España cerca de 1.700.000 motos (exceptuando scooters y ciclomotores), según el informe Las dos ruedas en España 2019, de Unespa. Para muchos de sus dueños, es más que un medio de transporte: es una forma de vida. "Lo veo como una necesidad", dice Frank (51), pintor.

"A mí me lo pide el cuerpo. Cuando estoy muy estresado, solamente el venir aquí y coger diez minutos la moto, me sirve para desconectar", describe Toño. La idea de la evasión la suscribe Luis: "Como con la moto debes tener la atención centrada en la conducción, te evades, te olvidas de otras cosas. Es un momento de desconexión, de olvidarte del lío de la oficina… Estás montando en moto, no estás haciendo otra cosa".

Algunos, como Juan Ramón, no lo consideran una afición. "Es algo que simplemente haces", señala. "Tienes que salir a una gestión… y vas en moto. El fin no es dar una vuelta en moto; es: '¿Por qué no quedamos a comer lejos?'. Y cada uno va en su moto". Pero Alphie lo discute: "Montar en el campo o en un circuito de velocidad sí es afición. Tener varias motos es afición. El buscar una nueva pieza es afición", arguye.

La prudencia de la madurez

El 52,67% de las motos que configuran el parque móvil de España pertenecen a personas de más de 45 años. La madurez, opina Juan Ramón, aporta prudencia a un pasatiempo no exento de riesgo: "He tenido caídas en ciudad. Por una línea blanca, el suelo mojado… Pero siempre piensas: 'Iba un poco más deprisa de lo que debía'.

Eres consciente de que el error era tuyo. Pienso que eso nos pasa por edad. Pregúntale a unos chavales y te dirán otra cosa". Claro que sus motos, la mayoría antiguas, de coleccionista, invitan más al placer de rodar que a la descarga de adrenalina por la velocidad. "Llevamos motos que no son para correr”, aclara Luis. “Buscamos otro tipo de diversión. No nos gusta la moto rápida".

No son capaces de precisar cuánto les cuestan las motos al año; o si lo son, prefieren no decirlo. No es un hobby barato, en cualquier caso. Como explica Luis, "todos tenemos varias motos, que no hacen falta para nada, pero te vas encaprichando de una y de otra… Necesitas un garaje, pagar seguros, que funcionen bien, batería, neumáticos, aceite, taller de vez en cuando. Los cascos cuestan dinero, los guantes, una chupa… Es un dinero".

El 92,7% de los motoristas son hombres

Podría salirles más caro. "Yo siempre pienso que es poco [lo que se gastan]. Constantemente tienes ganas de comprarte otra moto. Nos frenamos todo el tiempo", señala Juan Ramón.

Tiende a considerarse que los motoristas son tipos duros; se asocia su mundo a la testosterona. Pero estos bikers curtidos se ven bastante alejados de dicha imagen tópica, incluso el término motero les desagrada: sugiere algo que no son. "Hay gente a la que le gusta ir de negro, de cuero, de malotes… Van un poco disfrazados. Pero no es nuestro rollo", afirma Alphie. Lo que sí corroboran las estadísticas es que el 92,7% de los motoristas son hombres, de acuerdo con el estudio antes citado.

"A nuestras chicas no les gustan tanto las motos como a nosotros", explica Juan Ramón. "Les gusta viajar, pasarlo bien, pero el trayecto no es su principal objetivo. Disfrutan más el destino que el camino; a nosotros nos gusta más el momento de organizar la ruta". Ya planean viajes a Almería y Navarra para cuando puedan estrenar la nueva normalidad. Y tras esta breve escapada con la que han retomado el contacto con su amada carretera, regresan a sus obligaciones laborales, unos en sus negocios, otros en casa, teletrabajando.