Vicente Corral, ojeador de fútbol para grandes equipos: "Si viene un cazatalentos para mi hijo le preguntaría ocho cosas"

  • El cazatalentos cántabro nos explica cómo reaccionar si un profesional te dice que tu hijo tiene aptitudes para llegar a la élite

  • El olfato de estos profesionales no suele fallar porque hay detrás un trabajo muy exhaustivo y muchos años de fútbol. Su ayuda es crucial para marcar la ruta a seguir

  • Una cosa es que despunte y otra que su perfil se ajuste a las necesidades y expectativas del club que le pondrá a prueba

Ser futbolista profesional es uno de los sueños de miles de niños y jóvenes de todo el mundo. También de los padres, primeros valedores de las habilidades de sus hijos. ¿Y si resulta que tienen razón y alguien más se fija en su fuerza, rapidez, resistencia, agilidad u otras características que le pueden aupar a la élite? ¿Estarían realmente preparados para recibir una propuesta?

Vicente Corral, cántabro de 53 años, trabaja como ojeador y ha desarrollado un olfato de sabueso para detectar talento en el césped. Siempre le apasionó el fútbol. De niño jugaba en el club del colegio y después pasó a equipos de Tercera División. Además de ojeador, es analista de fútbol para diferentes medios y fundador de ojeadores.com, un proyecto dedicado a la captación y la formación de jóvenes valores.

Capto sin temor a equivocarme quién va a llegar alto

Como descubridor de nuevos talentos futbolísticos, es uno de los referentes ineludibles. Se detiene en detalles que al resto se nos escapan y ha desarrollado ese don que le capacita para observar rápidamente si un jugador tiene potencial para formar parte de la élite. “Se me da bien. Puedo fallar, pero generalmente capto sin temor a equivocarme quién va a llegar alto”, dice. Trabaja desde la grada y procura pasar desapercibido, aunque le cuesta cada vez más.

Nadie mejor que él nos puede resolver algunas de las dudas más frecuentes que se plantean los progenitores cuando su hijo empieza a despuntar.

Con menos de 12 años ya despierta interés, ¿no será demasiado pronto?

No existe una edad definida a la que se pueda intuir que tiene idoneidad o potencial para ser una estrella del balón, pero lo mejor es no precipitarse. Con ocho años puede tener talento y a los 17 haber perdido el gusto. Ocurre con muchos niños seleccionados para jugar en la cantera de un club importante de Primera División. Enseguida les llaman agencias de representación y les ofrecen equipamiento, pero cuando el fútbol deja de ser un juego y les dificulta sus estudios y sus rutinas, no resisten la presión y empiezan a desarrollar síntomas de malestar psíquico. Por eso, hay muchos factores - sociales, psicológicos, físicos-que se deben valorar. Son los que decidirán el éxito.

Una vez que es escogido, ¿qué posibilidades existen de gustar a algún club?

Jugar bien o tener unas buenas habilidades no siempre garantizan un puesto entre los profesionales. Cada club de fútbol tiene su cantera y busca un determinado jugador de acuerdo con sus necesidades. Los candidatos tienen que adaptarse a su filosofía y ajustarse a su estilo de juego y a las expectativas del club. Esa disciplina del club va a ser tan importante como el talento. Tanto los padres como los jugadores deberían tener siempre presente que quizás un deportista aquí está en la media y en países como Corea puede ser una estrella.

¿Puedo negociar el caché del niño con el ojeador?

Con él no se negocia. El ojeador observa, analiza, interpreta, ve cómo se desenvuelve y sigue su evolución. La tecnología facilita la selección puesto que permite ver a un jugador tantas veces como necesite y en contextos distintos. Es importante conocer a la familia, sus costumbres, sus relaciones sociales. El ojeador descubre dónde está el talento y marca una ruta a seguir con diferentes opciones y pruebas. Tiene una red de contactos, entre los que se encuentran, además de los jugadores y sus familiares, agentes, clubes, entrenadores, otros ojeadores, etc. Hay chicos con 12 o 15 años que ya tienen su propio representante y entonces el contacto es con él.

¿La valoración de los padres suele coincidir con la del profesional?

La habilidad con el balón puede ser algo incuestionable, pero la calidad no se mide por el número de goles o la suerte en un partido. Hay que valorar la táctica, la técnica, la actitud mental. Esto último es crucial para un jugador que quiere estar en la élite. Los padres deben saber que las expectativas de un determinado club pueden ser diferentes a las de otro y quizás el jugador destaca por detalles que no se justan a ellas. En todo caso, un ojeador no está para quitar la ilusión a un deportista. Hay diferentes posiciones y diferentes clubes.

Mi hijo es un crack, pero ningún ojeador llama a mi puerta. ¿Puedo llamar yo a la suya?

Por supuesto. Si tiene aptitudes, se le harán las pruebas oportunas en algún club. Muchas veces se empeñan en persuadir y embaucar al ojeador, pero de nada sirve intentar convencer al ojeador. Quien tiene que convencer es el jugador. Hay jóvenes que se creen que despuntan, pero realmente no lo hacen. El autoengaño no lleva a ninguna parte. También hay padres muy obsesionados con el triunfo de sus hijos y esa presión no le favorece. Lo importante es el jugador que progresa y resiste. Por eso hay que evaluarle en diferentes contextos, campos, jugadas, entrevistas personales. Ahí es donde se puede valorar qué opciones existen para que llegue a un nivel óptimo.

¿Qué aptitudes son las más valoradas en el campo?

Ahora se reclaman jugadores más físicos que tácticos y técnicos. Es decir, jugadores con resistencia y muy buena condición musculoesquelética. Se aprecia mucho la capacidad física, la corpulencia y la altura, pero se está descuidando esa base de niños que jugaban al fútbol en la calle y practicaban el regate, técnicas individuales, dominio del balón, orientación, intuición o velocidad. Llegaban a los clubes con muchas horas de práctica. Ese tipo de jugador de regate e instintivo está perdiendo peso y es una pena porque, desde mi punto de vista, ofrece un fútbol más bonito, sorprendente y emocionante.

¿Qué riesgo hay de quedarse en el camino después de tanto esfuerzo?

Es una de las primeras cuestiones que plantean los padres. El fútbol es muy exigente, duro y difícil. La gran mayoría se va quedando en el camino y el simple intento exige mucha disciplina, esfuerzo y pasión, pero merece la pena aprovechar la oportunidad de desplegar su potencial y cumplir ese sueño, aunque no lleguen a lo más alto. En España hay muy buena genética y muchos niños con talento a los que no se les da la oportunidad de destacar. Hay otros, sin embargo, sin tanto talento que han podido alcanzar la excelencia. Sería muy importante invertir en una buena red de ojeadores que detecten el talento en diferentes ámbitos y conceptos, no solo por sus cualidades futbolísticas más visibles.

¿Es bueno que siga compaginando deporte y estudios, a pesar de la intensidad de los entrenamientos?

Es el consejo que doy a todos los padres. Que el jugador estudie y no deje nunca de formarse.