Messi ha perdido: cómo manejar la sensación de que has decepcionado las expectativas de los tuyos

Leo Messi llegaba a al Mundial de Catar 2022 con la misión ineludible de devolver a Argentina la Copa del Mundo 36 años después, y a las primeras de cambio ha recibido el primer batacazo. Una impecable racha de 35 partidos consecutivos sin conocer la derrota se rompía en el debut mundialista ante Arabia Saudí, teóricamente el rival más débil de su grupo, justo cuando nadie lo esperaba. Nada se ha perdido aún, pero las dudas vuelven a cernirse sobre el astro argentino en la que se antoja como su última oportunidad de ganar un Mundial, y sobre una afición tan apasionada como poco dada a perdonar errores. En Uppers hablamos con la psicóloga Teresa Terol sobre el miedo al fracaso y a no responder a las expectativas creadas, la presión que muchas veces soportamos en distintos ámbitos de la vida para no decepcionar a los demás y cómo aprender a gestionarla.

En realidad, el miedo a no estar a la altura de lo que se espera de nosotros viene de la época de "las cavernas, cuando el hecho de que el grupo no te validara suponía la expulsión de la cueva y, por tanto, la muerte". "De alguna manera esta necesidad de pertenencia al grupo, de no ser el raro, de sentir que somos parte de algo" se ha quedado con nosotros. Y ese miedo al rechazo social puede generar "ansiedad, dolor emocional" y, en última instancia, "dolor físico".

La culpa, una emoción mal utilizada

Algunas personas saben manejar perfectamente el estar bajo presión, pero otras no pueden evitar venirse abajo mentalmente. Este temor a no estar a la altura, a cometer un error, se relaciona con la culpa, es decir, con la sensación de que tendríamos que haber hecho las cosas de otra manera o de que podríamos haberlo hecho distinto. Para la psicóloga, "la culpa es una emoción que se utiliza muy mal porque la usamos como un medio de castigo en vez de como medio de conocimiento y aprendizaje". "La culpa es una señal que nos debería animar a revisar lo ocurrido dentro de lo que depende de nosotros mismos, aprender de la situación y ver si hay algo que podamos hacer diferente la próxima vez".

La dicotomía del control

Es cierto que la presión a la que enfrentan los deportistas como Messi es singular. "Ponen mucho en un mismo sitio, dedican su vida a un objetivo y renuncian a muchas cosas, por lo que el hecho de 'fracasar' tiene más pérdida", destaca Terol, pero las herramientas para aprender a enfrentarse a una situación delicada de cualquier tipo (un examen, un nuevo empleo) son universales. Nuestra experta recomienda la denominada dicotomía del control. Esto consiste en "entender que el resultado nunca depende al cien por cien de nosotros, por lo que debemos de poner el foco en lo que sí depende de nosotros". "Tú puedes hacer el mejor partido de tu vida y aun así perder. Y al revés". Lo mismo ocurre en una oposición, por ejemplo. "No depende de ti el nivel del resto de opositores, o que te pongas malo precisamente ese día".

El derecho a ser el único juez de mis acciones

Otra herramienta para gestionar la decepción serían dos derechos asertivos. "Por un lado, el derecho a ser el único juez de mis acciones. No vamos a gustar a todo el mundo nunca, ni a satisfacer las expectativas de todos, así que asegúrate de gustarte al menos a ti mismo y cubrir tus propias expectativas. Revisa lo que depende de ti e intenta cumplirlo. Sé tu único espectador, busca tu único aplauso". Y, por otro lado, está el "derecho a cometer errores". Entender esto, que errar es de humanos y no pasa nada por cometer errores, es fundamental. Al final, uno no es responsable de lo que otros esperen y no siempre es posible evitar los disgustos.

Volviendo a las expectativas, pero desde el otro lado de la trinchera, desde el de la afición, el entrenador, los compañeros y, en un ámbito más amplio, los amigos o los padres, también hay que aprender a ser más tolerantes. "Entender esta idea de que el resultado final nunca depende totalmente de uno, pero aplicado al otro". "Somos seres emocionales, tenemos problemas y emociones que gestionar. Hay veces que en vez de el 100 no podemos dar más que el 60 por la mochila que cargamos", nos dice Terol. La clave está en "entender que el otro es humano" y que está permitido fallar.