Nadal, adiós a Australia por la cadera: el largo historial de lesiones del deportista que convive con el dolor

Y su cuerpo dijo 'basta'. Rafa Nadal tuvo que retirarse del Abierto de Australia, en el que defendía título, por una lesión en la cadera que se produjo durante el segundo set de su partido ante el estadounidense Mackenzie McDonald (6-4, 6-4, 7-5). “No voy a negar que estoy destrozado. No sé si me he roto el músculo o he tenido un problema articular. Tengo que hacerme las pruebas para ver qué ha ocurrido. Tengo un problema en la cadera desde hace años y en los últimos tres días he tenido más dolor”, confesaba el de Manacor tras decir adiós al primer Grand Slam de la temporada.

El nuevo contratiempo físico del tenista balear se suma a una larga lista de problemas que arrastra en los últimos años y que cada vez comprometen más su continuidad en el circuito. Es verdad que el dolor permanente le ha acompañado durante buena parte de su carrera deportiva, y que el haber jugado lesionado muchas veces ya forma parte de su leyenda. Pero todo tiene un límite. "Es frustrante y difícil de aceptar. A veces uno se cansa de tantas lesiones (...) El vaso se va llenando y llega un momento en el que el agua puede salirse", ha reconocido Nadal, de 36 años, que si por algo se caracteriza es por su fortaleza mental y por salir adelante en los momentos más difíciles.

El síndrome de Müller-Weiss, el principio de todo

Las lesiones han sido inseparables compañeras de viaje de Nadal durante toda su trayectoria deportiva. De hecho, se ha perdido al menos una docena de torneos de Grand Slam por su causa. En los primeros compases de su carrera profesional, en 2005, ya fue diagnosticado con la enfermedad de Muller-Weiss en el pie izquierdo. Se trata de una rara dolencia que afecta a su escafoides, un hueso que está en medio del pie y que es fundamental para la movilidad. En el caso de Nadal, ese hueso era más fino de lo habitual y se partió. Esto deriva en una artrosis degenerativa en la parte central del pie que no tiene solución.

Ya entonces época se pronosticaba que tendría una carrera corta, pero Rafa encontró un remedio provisional en unas plantillas extremas que le cambiaban las zonas de apoyo. Eso le permitió convivir con ese problema, pero lo creó otros nuevos, como la tendinitis en las rodillas que, por ejemplo, le impidieron jugar en Wimbledon 2009 y US Open 2012.

El dolor en el pie siempre le ha acechado, pero los problemas se intensificaron en los últimos tiempos. El síndrome de Müller-Weiss se acrecentó en 2021, obligándole a parar varios meses y pasar por quirófano. Sin embargo en 2022, en el Abierto de Italia los problemas reaparecieron y se le vio cojeando ostensiblemente en la pista. En Roland Garros necesitó inyecciones diarias que insensibilizaban el pie para poder jugar y entrenar. Pese a todo consiguió ganar en París, después de lo cual se sometió a un tratamiento de frecuencia pulsátil para seguir compitiendo.

El riesgo para la salud de las roturas abdominales

Sin embargo, semanas después, en Wimbledon 2022, lo que le lastró fue una rotura abdominal. Jugó varias rondas con un vendaje especial pero terminó retirándose en semifinales porque había un riesgo inmediato para su salud. No era la primera vez que Nadal tenía este tipo de lesión. En 2009, jugó en el US Open de 2009 con una pequeña rotura fibrilar en la zona abdominal de 6 milímetros que terminó alcanzando los 26. En 2018 sufrió una rotura en uno de los músculos abdominales durante un entrenamiento y en 2019 padeció otro desgarro abdominal en París-Bercy.

La temporada pasada también padeció una fisura en una costilla en las semifinales de Indian Wells, ante Carlos Alcaraz. El balear notó una molestia en su costado que fue a más y terminó por convertirse en una fisura costal por estrés, lo que le impidió competir en plenitud en la final y le costó un mes y medio de baja.

Un 'vía crucis' en la espalda, las rodillas y las muñecas

Y esto solo son las lesiones que tuvo o reaparecieron en 2022. Si nos remontamos más atrás en el tiempo, el rosario de complicaciones físicas es casi interminable. Especialmente recordable fue la final del Abierto de Australia del 2014, ante el suizo Stanislas Wawrinka, cuando la espalda dijo basta durante el calentamiento. Ostensiblemente limitado en la pista, intentó tirar de épica para levantar el título pero no fue suficiente. La espalda también le frenaría en el Abierto de Australia 2019 ante Stefanos Tsitsipas.

También la rotura del tendón rotuliano izquierdo que sufrió en segunda ronda de Wimbledon 2012 tras una caída en su partido ante Lukas Rosol. Aquello le mantuvo ocho meses de baja. En Roland Garros 2016, uno de los pocos que no ha ganado, lo que le condicionó fue la muñeca izquierda, que le obligó a retirarse del torneo en la segunda ronda.  La misma molestia le obligó a parar varias semanas en 2019.

En Australia 2018 fue notoria la lesión en el cuádriceps derecho y se tuvo que retirar en el quinto set del partido contra Marin Cilic. Tuvo que estar otros dos meses y medio de baja. Más tarde ese año fueron sus maltrechas rodillas las que le volvieron a jugar una mala pasada en el US Open, obligándole a retirarse ante Juan Martín del Potro. Una inflamación del tendón rotuliano, que le tuvo sin jugar un par de semanas. Ese año, aprovechando que una lesión abdominal le impedía jugar, decidió pasar por quirófano para subsanar sus problemas en el tobillo derecho.

Ahora es su dolencia crónica en la cadera la que ha vuelto a jugarle una mala pasada. Nadal se resiste a hablar de retirada pero admite que "no podemos engañarnos con un discurso optimista". "Yo quiero seguir jugando al tenis, pero mis sensaciones son malas. Es muy difícil coger la forma si se tienen continuamente parones. Necesito evitar que el tiempo fuera de la pista sea largo. He pasado siete meses casi sin jugar y no puedo estar otra vez mucho tiempo fuera. Sería difícil encontrar el ritmo y volver a ser competitivo", ha asegurado tras su adiós en Australia. ¿Hay futuro para Nadal en el tenis? Ahora mismo probablemente ni él lo sepa.