La bicicleta o cómo te moverás por la ciudad si te dejan los políticos: "Necesitamos autopistas ciclistas"
11 millones de personas usan la bicicleta al menos una vez a la semana en España: "Hay un impulso de cambio en la gente que no se puede consumar sin los políticos"
El tráfico y la falta de facilidades para circular son los principales miedos para montar
Hay que mirar al norte de Europa para aprender, allí esta el paraíso ciclista pese al clima
El uso de la bicicleta está en auge tanto en España como en Europa. Y lo está, al menos en España, a pesar de y no gracias a lo que desde las instituciones están haciendo para que los ciudadanos aprovechen este medio de transporte con asiduidad. ¿Cómo será el futuro? ¿Qué necesitamos para que deje de ser una idea y se convierta en una realidad? ¿Estamos muy lejos?
Los números que arroja el último Barómetro de la Bicicleta publicado por la asociación ‘Ciudades por la Bicicleta’ hablan de que casi 20 millones de personas utilizan la bici con frecuencia, mientras que 11 millones la usan al menos una vez a la semana. De ellos, un 30% lo haría a diario para acudir a su centro de trabajo o de estudios a pesar de que los mayores miedos a la hora de subirse a la bici tienen que ver con el tráfico y la falta de facilidades de facilidades para circular, algo que afirman el 54% de los usuarios.
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Sin embargo, la sensación que flota en el ambiente es que esos usuarios de las dos ruedas "serían muchos más si contáramos con las infraestructuras adecuadas". Lo apunta Carlos Rodríguez (Gijón, 1967), técnico y consultor en movilidad activa en el marco de las estrategias de movilidad urbana sostenible y miembro del grupo de trabajo de ‘Cambio cultural’ en la elaboración del Plan Estratégico Estatal de la Bicicleta, invitado por la DGT.
Además, Carlos impulsa y dirige desde 2013 la asociación ‘30 Días en Bici’ de promoción del uso de la bicicleta en España (la iniciativa es global) y con la que, con motivo de su décimo aniversario, ha puesto en marcha un crowdfunding para editar ‘Bicicleta o barbarie’, un libro de 38 relatos relacionados con la bicicleta.
Todo el dinero que sobre tras la edición de las obras irá destinado a la campaña 2024 de la asociación. El donativo mínimo es de 20 euros, que tiene como recompensa básica el libro, pero hay otras mayores en función de la donación como la posibilidad de convertirte en protagonista de alguno de los relatos.
En definitiva, Carlos es un apasionado de la bicicleta que lucha a diario por convertirla en un medio de transporte habitual para los ciudadanos. Parece una cuestión sencilla dados los beneficios que la bicicleta nos aporta tanto a nivel individual (salud y ahorro) como a nivel social (menos contaminación, menos tráfico, menos ruido…) pero las trabas que se encuentran todos los que pelean por ello son enormes.
“La mejor solución para la movilidad urbana siempre se queda en el tintero de las instituciones. El poder de la industria del automóvil es tremendo y están tratando de mantener el negocio de todos los modos posibles. Ahora es con los coches eléctricos y con la movilidad como servicio. Los planes para la ayuda a la compra de bicicletas tienen una dotación ínfima en comparación con el resto de vehículos. Con el dinero que se da para un coche eléctrico gestionas una flota entera de bicicletas”, argumenta Carlos, que puntualiza cuál es su labor: “Trato de ayudar a la administración desde la consultoría o la asesoría más que desde la reivindicación”.
La mejor solución para la movilidad urbana siempre se queda en el tintero de las instituciones. El poder de la industria del automóvil es tremendo. Con el dinero que se da para un coche eléctrico gestionas una flota de bicicletas
No es una cuestión de colores políticos. Eso también lo tiene claro: “El juego político hace que la movilidad ciclista tenga diferentes compañeros de cama según dónde te encuentres. A nivel nacional el único partido que ha apostado por la movilidad en bicicleta es Unidas Podemos, pero esto se mueve más en el ámbito local”.
Carlos es optimista en lo que se refiere a la parte de los ciudadanos: “Veo una parte esperanzadora en España porque está aumentando la cuota modal de la bicicleta y están aumentando las cifras de ventas de bicicletas. Sin embargo, los vaivenes políticos afectan directamente a la movilidad sobre todo a nivel local, que es donde descansa la mayor parte del impulso para el cambio. Hay un impulso de cambio en la gente que no se puede consumar sin que haya un cambio en las ciudades que debe ser impulsado por los políticos”.
Los números mencionados al comienzo de estas líneas explican a las claras que la gente está dispuesta a moverse en bici, pero necesita facilidades. “La gente preferiría ir más en bici, pero los frenos están en las infraestructuras y las condiciones de vida en las ciudades, con las que es complicado incorporar las bicicletas a la vida cotidiana”, explica este consultor en movilidad activa que define las ciudades como ‘cochecéntricas’.
“Las ciudades se han ido configurando para el paso de los vehículos, su estacionamiento y la velocidad injusta. Ahora, entre el 60 y el 75% del espacio público está destinado a los coches parados o en movimiento. Existe casi un derecho humano al aparcamiento y una sobreprotección al uso irresponsable del coche en la ciudad”, denuncia.
Entre el 60 y el 75% del espacio público está destinado a los coches parados o en movimiento. Existe casi un derecho humano al aparcamiento y una sobreprotección al uso irresponsable del coche en la ciudad
Carlos apunta al norte en busca de referencias. “El paraíso ciclista está en el norte de Europa porque ellos han hecho el camino en el que estamos nosotros, pero empezaron mucho antes y consiguieron revertir la situación pacificando las ciudades, devolviendo espacio para caminar, generando infraestructuras segregadas para las bicis, disminuyendo la velocidad en las vías urbanas, generando espacios de protección, redistribuyendo el tráfico legítimo… La calle se debe vivir de otra manera y eso no debería ser traumático”, explica.
Ni siquiera la climatología propia de aquellas latitudes es una excusa allí para el uso de la bici. “Las cuestiones que aducimos a veces para no usar más la bici son disculpas nada más. El frío, el calor, el sudor o la lluvia son frenos psicológicos y la prueba es cómo en Suecia, Dinamarca o Noruega, donde el clima es mucho más extremo, el uso de la bicicleta triplica el de España, donde tenemos un clima perfecto para este medio de transporte”.
Madrid, atascada
No todo es negativo en nuestro país. Hay brotes verdes en ciudades como Valencia, Sevilla o Barcelona, que han dado “pasos adelante muy interesantes”. También Madrid, aunque “se quedó atascada y no fue contundente porque no hicieron nada por reducir el tráfico motorizado”. Sin embargo, haría falta “crear y consolidar un sistema de ciclocarriles con un sistema de autopistas ciclistas en las ciudades”.
“El uso de la bicicleta tiene un ciclo de vida. Es nuestro primer vehículo de niños, luego lo abandonamos como juguete en la adolescencia y lo recuperamos con un uso deportivo a partir de los 35. Sin embargo, no hay vasos comunicantes entre el uso deportivo y el uso para la movilidad personal cotidiana. Eso es lo que hay que potenciar”, explica Carlos.
Otro punto importante para establecer la cultura ciclista en España es la educación: “Es importantísima y que la escuela sea el sitio donde se adquieren estos hábitos es imprescindible. Los niños deberían aprender a montar en bicicleta en el colegio, deberían poder llegar al colegio en bici, poder aparcarlas dentro del patio, ir a las excursiones en bicicleta en lugar de ir en autobús… Para eso debería haber caminos escolares seguros y que el entorno de los colegios estuviera pacificado. El espacio urbano también educa”.
En el extremo contrario a los niños están los mayores de la familia, que harían bien en no descuidar las dos ruedas: “La bicicleta es salud para toda la población, sin importar la edad. Los beneficios para el sistema musculoesquelético o el cardiorespiratorio son muy conocidos, pero la bicicleta es buena para el sistema nervioso, para el cerebro. En el norte de Europa sí que lo hay y por eso nos encontramos muchísimas personas mayores que la usan a diario para su movilidad personal”.