La épica de lo cotidiano: así es la vida nada más acabar medio Ironman a los 57 años

  • Josu Aurrekoetxea (57) nos explica cómo es participar en el Campeonato de España de Triatlón

Para escribir un buen relato épico debería mencionar que los años no son más que un número en el DNI, que hay que seguir dándole caña y que si te lo propones puedes burlar el paso del tiempo. Con esto creo que tenemos garantizada una buena dosis de épica. Podríamos añadirle también que acabo de participar en el Campeonato de España de Triatlón medio Ironman, lo que significa nadar 1.900 metros, pedalear 90 kilómetros y correr 21 kilómetros. Todo seguido. Y lo he hecho en la categoría de más de 55 años en un día infernal de lluvia, frío y viento, donde las vallas volaban.

La cosa ya empieza a respirar épica a chorros. Pero de lo que vengo a hablarte de las pequeñas cosas del día a día, de la normalidad, de cuando la pasión se transforma en calor en pareja. Porque eso también es ser Uppers. Yo no hago triatlón por demostrar mi arrojo a pesar de los años. Mi historia es otra.

Soy un tío afortunado por poder hacerlo, cierto. Para hacer triatlón tienes que tener muchas cosas resueltas y a mi edad puedes estar en el paro simplemente porque ya no compensas. Ponte a entrenar mientras intentas encontrar trabajo con más de 50 años. Para eso sí que hace falta coraje.

Cuando en este triatlón recién acabado iba ya muy al límite, mi hijo mayor me gritaba: "Trota. Trota pero no pares". Una frase que él ha oído mil veces en casa. Y lo aplico en la vida, en la oficina o con mi pareja. Trotar, no correr, trotar. Pero nunca pararte.

Los años se han llevado las sensaciones que explotan, el beber a morro de la vida. Y todo ha pasado como un destello, casi sin darnos cuenta. Pero también con los años ha llegado la serenidad y la armonía. Son las pequeñas cosas del día a día las que suman. Las que no hay que desperdiciar.

Nos han vendido que el éxito se recoge en la jubilación y que será un sueño dorado, donde vamos a cosechar lo devengado en 40 años de trabajo. Todos seremos modelos maduros de pelo blanco con tatuajes, barba hípster y muy sexis. Disfrutar, viajar, gastar mucho dinero, porque todos llegaremos a la jubilación con un dineral en fondos indexados.

Pasamos los años esperando a mañana, a que llegue lo bueno, y mientras tanto el tiempo se va. Se va y nos pasa por encima, sobre todo a la mujeres. Las mujeres, cuando cumplen años, se hacen invisibles para la sociedad. Pasan de ser deseadas a esa señora que se ha puesto fondona: "con lo mona que era". Su premio a toda una vida es una explosión de hormonas, en la que no hay ni paz ni reconocimiento. Me descubro por todo lo que nos dais.

Antes de acabar este triatlón, mucho antes de empezarlo, ya tenía mi premio. Cada día acumulo mi recompensa, mis pequeñas conquistas. Un entrenamiento, un cliente, mi 'Aurrelista', charlar con mis compañeros de oficina, tomar una cerveza con Susana. Premios diarios, pequeños, pero premios reales.

El éxito está en el día a día, en lo cotidiano. Llámale éxito o mejor llámale sentirte vivo. "Tú eres el más Uppers de todos", me dice una buena amiga. Pues sí. Sí. Yo soy Uppers.