¿Frío o calor para tratar una lesión? La importancia de saber cuándo utilizar uno u otro

  • El frío es vasoconstrictor y el calor vasodilatador, por ello el tratamiento es con uno u otro según el tipo de lesión

  • Las últimas evidencias apuntan a que la inflamación es una respuesta del organismo y si está controlada hay que dejar que actúe

  • Para ciertas lesiones los baños de contraste generan un micromasaje que dilata y comprime el sistema vascular

Nos rodea tanta información que, ante una caída, un golpe, una contractura o una mala postura no tenemos claro qué se debe aplicar en una lesión: ¿una bolsa de hielo o una manta eléctrica? Para despejar las dudas sobre qué tratamiento con frío o calor conviene a cada lesión, en Uppers hemos hablado con Montserrat Ruiz-Olivares, fisioterapeuta y secretaria general del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid.

¿Cuándo aplicar frío en una lesión?

Ante una rotura de fibras, sobrecarga, golpe, esguince, luxación, fractura o tendinitis, lesiones todas ellas con dolor agudo y gran inflamación, se recomienda aplicar frío durante los tres primeros días.

Efectos del frío

El frío es vasoconstrictor, disminuye el diámetro de los capilares de la zona con la disminución del riego sanguíneo, de la frecuencia cardíaca y del metabolismo. Al aminorar el riego sanguíneo se produce un efecto analgésico y antiinflamatorio. De igual forma se genera una menor contractibilidad muscular, es decir, se ocasionan menos espasmos y calambres musculares que también causan el dolor.

“Hay que prestar atención a que el frío también puede producir quemaduras porque actúa como un anestésico en la piel al alterar la sensibilidad de la zona”, destaca Ruiz-Olivares. Por tanto, el tiempo adecuado para su uso como tratamiento antiinflamatorio será de unos ocho o diez minutos de dos a cuatro veces al día.

El sistema de frío se tiene que adaptar a la zona lesionada: son muy útiles las bolsas de criogel o las cremas y los geles de frío. Igualmente sirve un baño de agua con hielo o una bolsa de hielo picado, pero envuelta en un paño para proteger la piel de quemaduras.

Los límites del frío

Sin embargo, las últimas investigaciones y evidencias de los traumatólogos y fisioterapeutas apuntan a que “la inflamación, al igual que la fiebre, es una respuesta del organismo para solventar el traumatismo”, comenta Ruiz-Olivares. “En ocasiones, siempre que se controle esta hinchazón, no es necesario aplicar frío ni tomar antiinflamatorios, porque se ha comprobando que la recuperación es más rápida. Hablamos de lesiones con inflamaciones no excesivas como lesiones musculares y contusiones”, puntualiza.

En traumatismos articulares como esguinces, por ejemplo, con una gran inflamación, que puede causar presión excesiva sobre los tejidos, restringir el movimiento, aumentar el dolor y disminuir la función muscular sí se recomienda la aplicación de frío. "La clave está en gestionar y controlar esa inflamación", aclara.

¿Cuándo aplicar calor en una lesión?

Se emplea calor cuando necesitamos un incremento de la temperatura en el organismo y de la circulación sanguínea como sucede en problemas musculares prolongados en el tiempo, agujetas, fatiga o patologías crónicas”, incide. Es aconsejable para tratar sobrecargas; lesiones por esfuerzos; malas posturas; rigidez; o para preparar los tejidos y aportar flexibilidad antes del entrenamiento físico y así prevenir posibles lesiones.

Efectos del calor

El calor aumenta el riego sanguíneo porque se produce una vasodilatación de los capilares en la zona, es decir, aumentan de diámetro. Esto disminuye la rigidez muscular y el dolor porque se produce un efecto sedante al relajar y aliviar la fatiga muscular. Aumenta la temperatura del organismo y se incrementa la elasticidad de los tejidos. Por ello, “en lesiones que ya no son agudas, no hay inflamación y han pasado 72 horas desde que se produjeron, también comienza a aplicarse calor”, puntualiza.

Termoterapia superficial o profunda

El sistema elegido para aplicar calor se debe adaptar a la zona afectada al igual que con el frío. Normalmente se utiliza una manta eléctrica, saco de semillas, fangos, compresas de agua caliente, cremas y geles de efecto calor para una aplicación superficial. En lesiones importantes o que duran en el tiempo los profesionales emplean termoterapia profunda con electroterapia como, por ejemplo, onda corta o microonda.

Depende de la patología, pero el tratamiento con calor dura hasta veinte minutos de una a tres veces al día. Ruiz-Olivares destaca que “más tiempo puede generar quemaduras en la piel. Sobre todo debemos notar un calor intenso pero agradable y colocar el foco sobre nosotros y no viceversa”.

Calor y frío en baños de contraste

La fisioterapeuta además explica los beneficios de la combinación de frío y calor en baños de contraste para ciertas lesiones. Por ejemplo, cuando hay una inmovilización por una operación o por una rotura y existe una sobrecarga de las extremidades o cuando se hinchan las piernas por problemas circulatorios.

Los baños de contraste consisten en aplicar tres o cuatro minutos de agua caliente, sin quemar, y a continuación un minuto de agua fría, no helada. El proceso se debe repetir de cuatro a cinco veces y terminar con agua fría. “El cambio de temperatura genera un micromasaje que dilata y comprime el sistema vascular”, dice Ruiz-Olivares. Por último, nos ha recalcado que ante cualquier duda, se debe consultar con un profesional sanitario.