Agujetas y deporte: ¿por qué unas personas tienen más que otras?

  • Las agujetas no están relacionada con la cristalización del ácido láctico

  • Tomar agua con azúcar, científicamente, no sirve para nada

  • El tipo de fibras que componen tu musculatura determinan tus agujetas

Lo de las agujetas es, definitivamente, una relación amor odio. Por un lado, son sinónimo de haber entrenado bien y te sientes realizado, en cierta manera. Por otro, son molestas, incómodas y, en los peores casos, te impiden llevar una vida normal. Sin embargo, la frustración máxima llega cuando tu compañero de deporte. Tranquilo, no quiere decir que lo haya hecho mejor que tú, depende de tus fibras musculares. Te lo explicamos.

No tiene que ver con el ácido láctico

Pese a que tradicionalmente se ha pensado que la aparición de las agujetas estaba relacionada con la cristalización del ácido láctico del músculo, se ha probado que esta sustancia, que se genera en nuestro cuerpo como consecuencia de la degradación de las moléculas de glucosa, lo que provoca es una limitación en nuestro rendimiento.

Para entenderlo mejor, lo que provoca este ácido lactato es sensación de ardor muscular, calambres, mareos, náuseas… pero no pinchazos como cuando tenemos agujetas. Además, los efectos del lactato en el cuerpo son relativamente fugaces, duran entre uno y tres minutos desde que dejas de practicar el ejercicio intenso que te lo ha provocado.

Se causan por el sobreuso del músculo

Descartando el papel del lactato, la evidencia científica más extendida es que las agujetas se producen como consecuencia de un proceso mecánico, es decir, por un sobreuso del músculo al aumentar su trabajo. Por eso, son más comunes en personas que comienzan a practicar ejercicio físico, que reinician la actividad después de un tiempo de descanso o que aumentan mucho la frecuencia o intensidad de esta.

Esta es la explicación de por qué, aunque dos personas realicen exactamente la misma actividad, la aparición de agujetas sea diferente en uno u otro caso, ya que está relacionado con el desarrollo de series de fuerza máxima en musculatura no especializada.

Otro de los factores que entran en juego en la ecuación es el tipo de fibras musculares de cada individuo, aquellas personas que las tienen rápidas son más propensas a tener daño muscular y, por lo tanto, a tener agujetas intensas después de realizar cualquier tipo de ejercicio físico.

En nuestros músculos encontramos dos tipos de fibras, rápidas y lentas, y la distribución y cantidad de ellas es algo puramente genético. Las de concentración lenta son pequeñas y generan poca potencia, pero tienen mucha resistencia y tardan en fatigarse. Por otro lado, las de contracción rápida, producen más potencia, nos permiten realizar grandes esfuerzos, pero se cansan rápidamente.

El agua con azúcar no es un remedio eficaz

Es uno de los remedios caseros por excelencia, pero, sentimos decirte, que no sirve para nada, al menos, no si hablamos de la evidencia científica; y está unido a la creencia de que las agujetas se producían por el ácido láctico del que hablábamos anteriormente.

Sin embargo, sí que existen sustancias que pueden reducir el estrés oxidativo de tus músculos, como pueden ser los antioxidantes, antinflamatorios o la aplicación de hielo, que te permitirá volver a rendir rápidamente. También practicar ejercicio físico ligero, para aumentar el riego sanguíneo o aplicar calor antes de entrenar en la zona afectada pueden ayudar con tus agujetas.