Tener 76 y no sentirte identificado con tu franja horaria: "Salgo a correr a diario, no basta con sobrevivir”

  • Juan López García necesita correr y el kilómetro que le permiten recorrer en el barrio entre personas de más de 70 años se le queda corto

Acostumbrado a correr entre 16 y 18 kilómetros diarios, a Juan López García el paseo por los alrededores del barrio se le queda escaso, muy escaso. Este atleta toledano tiene 76 años, pero no parece que le cueste demasiado cargar con el peso de la edad. Su aspecto atlético nada tiene que ver con la caracterización que haríamos de cualquier anciano de cuerpo menguado, cuello cuarteado y orejas crecidas. Pero es su ritmo vital lo que le aleja de la franja horaria que ha asignado el Gobierno a los mayores de 70 para dar sus paseos diarios.

Lo advirtió desde el primer momento de la fase 0, cuando se calzó las deportivas dispuesto a correr después de casi dos meses de confinamiento en su casa de Toledo. "Me sentí mal entre mis vecinos. Parecía que quería pavonearme delante de personas que a mi edad necesitan bastón o andador para caminar. Además, era imposible coger el ritmo al que estoy habituado". Como Juan, hay unos 800 atletas mayores de 70 años y otros cuantos miles de personas con una soltura que para sí quisieran muchos jóvenes. Por primera vez en su vida, se sienten relegados a la categoría de ancianos.

Los más vulnerables, ¿los últimos en recobrar la normalidad?

La decisión de reservar para ellos las horas que transcurren entre 10.00 y 12.00h y entre 19.00 y 20.00h responde a la necesidad de proteger a los colectivos más vulnerables. En la fase 1 se mantiene esta misma restricción y posteriormente no está demasiado claro. En España, este colectivo lo conforman 6.699.323 personas, según el Instituto Nacional de Estadística. Son los más castigados por esta pandemia. Se han sentido abandonadas, aislados e incluso desahuciados en los momentos en los que la Sanidad estaba desbordada. ¿Serán también los últimos en recobrar la normalidad?

Los expertos han considerado conveniente adoptar medidas adicionales de protección por el elevado riesgo de contagio. No hay que perder de vista que la letalidad en personas mayores de 70 años supera el 24%. En algún momento se barajó la posibilidad de prolongar su confinamiento hasta verano, una medida que habría entrañado otros riesgos para su salud física y mental y que fue mal recibida por diferentes colectivos. En Alemania, Angela Merkel declaró que aislar a los ancianos para recuperar la normalidad después del coronavirus es éticamente inaceptable.

"Garantizar nuestra seguridad está muy bien, pero sin vulnerar nuestros derechos individuales y teniendo en cuenta que la edad no debería ser usada como único criterio para tomar decisiones", dice Juan. Tiene razón que su caso no es el de una persona de su edad a la que le basta con mover las articulaciones o evitar los estragos de dos meses de confinamiento. "Para un enfermo con patología -argumenta-, caminar entre 20 y 45 minutos es un ejercicio estupendo y preventivo contra la pérdida de masa muscular, deterioro cognitivo, depresión, osteoporosis, etc. Pero yo no me encuadro en esas circunstancias, ni siquiera en la edad que marca mi DNI".

Sale de casa cada mañana y entrena durante una hora y media por la senda ecológica del Tajo, una ruta que rodea el casco histórico de la ciudad por la ribera del río, próxima a su casa. "No veía prudente dar vueltas a la manzana cruzándome con otros vecinos de mi edad. Me hacía sentir extraño. Voy solo, con mascarilla y por un camino de tres metros de ancho que me permite cumplir cualquier medida de seguridad. Está casi vacío y es difícil cruzarse con alguien. Si acaso algún conocido con el que intercambio un saludo guardando la distancia oportuna".

Edad cronológica, biológica y sentimental

Mientras hay quien se cree más viejo de lo que es en realidad, este hombre tiene sentimiento de juventud y hay que correr mucho para alcanzarle e igualar su objetivo diario de 15 a 20 kilómetros. "Es una cuestión de actitud, de sentirte útil", repite. Lamenta que este colectivo esté pagando la factura más alta del Covid-19 haciéndoles sentir los últimos de cada lista. "Es incomprensible que no se tome en cuenta nuestro criterio y que ahora, por querer sobreprotegernos, suframos una nueva discriminación por edad. Si esto continúa, habrá que dar muchas puntadas porque la pérdida más grave que podemos sufrir es la del ánimo".

Juan se ha acostumbrado bien a organizar su vida en función de la evolución del Covid-19. Desde la obligación y el compromiso social que exige la pandemia, pero también desde el deber de mantenerse vivo. Se resiste a la idea de que en la vejez a uno ya no le importe nada. "Las medidas de alivio deben hacerse con prudencia y con todas las garantías, puesto que es un hecho que a medida que vamos cumpliendo años el sistema inmune se debilita y, por eso, nuestra capacidad para defendernos frente al coronavirus es menor. Pero hablamos de un grupo muy diverso. Unas personas están sanas y otras tienen patologías respiratorias, trastornos cardiovasculares o diabetes. Y no es lo mismo una zona poco poblada que el centro de una gran ciudad".

Abrumado por un doble sentido del deber consigo mismo y como ciudadano, reconoce que, hasta ahora, nunca había tenido que recapacitar tanto sobre eso de la vejez. El cuidado y la responsabilidad le hacen sentir un gran peso sobre los hombros, pero reivindica que se les deje vivir de acuerdo con su naturaleza y su salud, sin sentirse observados o criticados.

Correr para vivir con entusiasmo

Juan echó a correr con 66 años y hoy aún no ha parado. Hace solo un año, este atleta conseguía ser cuatro veces campeón del Mundo Master en la localidad polaca de Torun. En pista cubierta, campo a través, en ruta y media maratón. Su última gesta la ha conseguido en el pasillo de su casa durante los meses de encierro por Covid-19. "Ha habido días en los que ha llegado a los 17 kilómetros. Un deportista no puede parar, pero menos aún a mi edad. Cuando se decretó el estado de alarma, me propuse que el coronavirus no me frenaría. Solo necesitaba ajustar mi entrenamiento a los 60 metros cuadrados de casa con pequeños trayectos de una habitación a otra, y vuelta a empezar, bici estática y algunos ejercicios de estiramiento. Dos días a la semana, he subido y bajado las escaleras del edificio".

Independientemente de las circunstancias, Juan se resiste a parar. "Sería tanto como mirar solo hacia atrás cuando todavía me quedan sueños por cumplir. Correr es mi forma de vivir con entusiasmo y un modo de contribuir a una sociedad responsable. Tanto a nivel colectivo como individual, debemos tomar las medidas oportunas para que la pandemia termine, pero que no nos hagan dar un paso atrás por el hecho de ser mayor".

Da por cerrada la entrevista dejando claro que se opone a la vejez como etiqueta y con la ilusión puesta en las próximas carreras para veteranos que puedan ir celebrándose. Su conclusión es clara: "Se trata de vivir, no basta con sobrevivir. Y aún nos queda mucho. Esto es duro, pero es una buena ocasión para crecerse ante la dificultad. El ser humano soporta más de lo que cree. Lo peor es el desánimo, dejarse vencer y abandonarse. Dentro de los límites permitidos, cada uno tiene que volver a la rutina según sus posibilidades y estas son las que deberían ser tenidas en cuenta, más que la edad".