Ojos rojos, irritados o conjuntivitis: cómo prevenir las infecciones oculares más comunes del verano

  • Hidratar los ojos, una buena higiene y protegerlos de la luz solar, algunos de los consejos que debemos seguir para mantener unos ojos sanos

  • Lagrimeo, hinchazón, fotosensibilidad o el enrojecimiento: signos de que algo no va bien

  • Un oftalmólogo nos explica cómo actuar en cada caso

Podemos decir que el verano es la época preferida para una buena parte de la población. Ya sea por los días largos, las vacaciones, el buen tiempo o la predisposición a pasarlo bien pase lo que pase. Nos ponemos morenos, dejamos el pelo al natural, olvidamos la ropa formal… todo parece positivo, hasta que nos topamos con nuestros ojos, que son los grandes damnificados de las nuevas rutinas que trae consigo la época estival. Infecciones, irritaciones, conjuntivitis… todas estas afecciones son más comunes en este momento del año. Hablamos con el Doctor Fernando Llovet, oftalmólogo y cofundador de Clínica Baviera, para que nos dé unos pequeños consejos para mantener la mirada también a punto.  

Sal, cloro, arena y crema: una mala mezcla

Después de pasar once meses castigando a nuestros ojos con pantallas de ordenadores y móviles más de diez horas diarias, el verano es el momento idóneo para también darles un descanso, coger un buen libro y disfrutar de la naturaleza y el tiempo libre. Además de eso, es importante seguir una serie de recomendaciones para evitar infecciones que son muy comunes con la mezcla de cloro, sal, arena, crema y sol.

 “La conjuntivitis, por ejemplo, es un problema muy recurrente en esta temporada y por la que los muchos pacientes acuden a la consulta. Saber cuidar los ojos en estos meses es imprescindible para evitar posibles efectos secundarios como el lagrimeo, hinchazón, fotosensibilidad o el enrojecimiento”, afirma el doctor. 

Lo que peor le viene a nuestra mirada

Lo primero de lo que tenemos que hablar, desgraciadamente, es del aire acondicionado. Con la llegada del calor, forma parte de nuestro día a día y lo utilizamos de manera habitual durante todo el verano. “El uso excesivo de estos aparatos puede aumentar la sequedad ocular del ojo debido a que se reduce la capa de agua que existe en el ojo y no produce la cantidad de lágrimas suficiente para estar hidratado y humedecido. La solución está en utilizar lágrimas artificiales cada cierto tiempo y así evitaremos la irritación que esto causa”.

El cloro de la piscina tampoco ayuda en exceso y es que, aunque tiene propiedades desinfectantes, al entrar en contacto con los ojos lo normal es que cause molestias e irritación. Aunque lavemos los ojos con agua o suero tras el contacto, podemos evitarlo con el uso de gafas que nos protejan. También, es muy común que, mientras estamos en la playa, llenemos de arena todo lo que se encuentra a nuestro alrededor. “Si un grano de arena entra en nuestros ojos, y se queda adherido a la conjuntiva o a la córnea, es imprescindible que evitemos rascarnos ya que podremos dañarlo provocando una abrasión”. 

También es fundamental saber que, en muchas ocasiones, pueden trasportar microbios y llevarnos a una infección. En todos estos casos, es importante limpiar el ojo lo antes posible y evitar posibles daños mayores. Aunque parece evidente, antes de tocarnos el ojo es muy importante hacer una correcta higiene de manos. Con las altas temperaturas propias del verano es habitual que proliferen más gérmenes en las superficies que tocamos y pueden provocarnos graves infecciones. 

Por último, no podemos dejar de hablar del sol. En esta época del año la radiación es más intensas y peligrosas. Por ello, hay que tomar ciertas precauciones como utilizar gafas de sol adquiridas en tiendas especializadas y que cuenten con el certificado CE de fabricación y con un filtro adecuado para cada ocasión. Sobre todo, cuando se van a desarrollar actividades al aire libre o nos encontramos en el exterior durante un periodo de tiempo largo.