El agua de la piscina, un enemigo para tus dientes: así afecta a la salud de tu boca

No todo el mundo tiene la suerte de poder pisar la playa en verano, caso aparte para las personas a las que no les gusta. Por eso mismo, muchos tienen la opción de refrescarse ante las altas temperaturas, que este año lo están siendo, y mucho, en una piscina durante las tardes veraniegas. Son muchas las horas que se pueden pasar en remojo en la piscina hasta el punto de salir de ella con los dedos bien arrugados. Pero ¿puede que pasar mucho tiempo dentro de la piscina tenga efectos negativos sobre tu salud? Lo cierto es que sí, en una zona que quizá no esperabas.

Lo que esperas de los efectos de una piscina son hongos o irritación en los ojos debido al cloro. Sin embargo, el cloro también afecta a la salud bucodental. Este componente se utiliza para evitar que surjan bacterias y otros microorganismos que conviertan a la piscina en un charco lleno de posibles infecciones. Un exceso de cloro, o demasiado tiempo en la piscina, aumenta el riesgo de irritaciones en los dientes y las encías.

La piscina y su efecto en los dientes

El cloro crea cambios en el agua. De esta manera, hace que el pH del agua sea superior al de nuestra saliva y provoca una gran descompensación que hace que el esmalte de nuestra dentadura se erosione y se desgaste, así como que pueda aparecer sarro en nuestros dientes.

Hay una gran variedad de estudios que han trabajado sobre esta base hasta apuntar como pasar más de seis horas a la semana durante mucho tiempo aumenta el riesgo de sufrir lo que se conoce como el ‘sarro del nadador’, el surgimiento de manchas marrones que van apareciendo en los dientes de la zona delantera y que es frecuente en nadadores profesionales.

En personas que no se dedican profesionalmente a la natación el problema no llega a ser grave o tan evidente, pero el cloro sigue haciendo ese efecto, especialmente en verano, una época en la que pasamos el día fuera de casa y no se cuida tanto como deberíamos la salud bucodental.

Todo este desgaste va debilitando el esmalte, así como generando una mayor sensibilidad dental cuando se come o se bebe algo muy frío. No obstante, esto es lo más leve, ya que poco a poco, si no cuidamos nuestra boca y ponemos remedio, pueden aparecer otros problemas como caries, gingivitis, halitosis o inflamación de las encías.

¿Cómo evitarlo?

Para evitarlo, se aconseja visitar piscinas de agua salada, aunque no siempre existe esa opción. Mantener una alimentación equilibrada y saludable que aporte nutrientes y vitaminas es clave para una buena salud bucal, además de beber mucha agua, especialmente en verano, que ayude a mantenernos hidratados y genere una buena producción de saliva.

Visitar al dentista con frecuencia y un buen cepillado de dientes no se nos debe olvidar nunca. Eso sí, si sabemos que estamos en una piscina de cloro, es importante remarcar, sobre todo a los niños, no meterse el agua en la boca, pues pondríamos en contacto directo a nuestros dientes con el agua de la piscina y su alto contenido en cloro.