Calcula cuál es tu edad biológica y sabrás cuánto vas a vivir

La edad cronológica -la que dicta tu DNI- y la edad biológica -la que se corresponde con tu estado funcional interno- no suelen coincidir. De hecho, a partir de los 65 años si la segunda supera en un año a la primera es muy posible que tu esperanza de vida se va reducida en unos dos años. Son estimaciones de un estudio publicado en la revista científica PNAS Nexus, con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que demuestran que calculando el grado de deterioro de tu organismo se puede predecir cuánto vivirás.

Las diferencias del estado de salud entre individuos de edad avanzada tienen su causa en las predisposiciones genéticas y las respuestas fisiológicas al estilo de vida, la alimentación o la calidad del sueño a lo largo de la vida. “Tener una edad biológica superior a la cronológica implica un mayor riesgo de morir a una edad temprana. El cálculo de la edad biológica es relativamente fácil porque se utiliza información que se obtiene de manera rutinaria: talla, peso, presión arterial y medidas bioquímicas de sangre, como glucosa o colesterol”, explica Alberto Palloni, investigador del CSIC en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía.

La edad biológica no solo es un buen indicador de mortalidad, sino también de enfermedades crónicas que asolan a los mayores de 65 años en los países desarrollados, como cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares o demencia.

Mayor impacto en mujeres y los más desfavorecidos

En la investigación se empleó la base de datos sobre salud más grande de Estados Unidos, la National Health and Nutrition Examination Survey, que incluye información sobre 9.389 hombres y mujeres de entre 30 y 75 años. Estos individuos fueron entrevistados entre 1988 y 1994 y durante esos años se les tomaron diferentes medidas de salud. Además, se les hizo un seguimiento hasta diciembre de 2015 para saber cuántos de ellos habían fallecido.

“Los datos analizados sugieren que el deterioro fisiológico avanza más rápidamente entre las mujeres, las personas con menor educación y las personas de origen mexicano y afrodescendientes no hispanos en EEUU. Es decir, los individuos más desfavorecidos tienen una edad biológica mayor y, por tanto, un envejecimiento acelerado”, comenta Hiram Beltrán-Sánchez, profesor en el departamento de Ciencias de la salud comunitaria de UCLA. Entre las mujeres, por ejemplo, el riesgo de morir aumenta un 129 por ciento por cada año de edad biológica superior a la edad cronológica. En el caso de los hombres, el riesgo es algo menor, alrededor del 124 por ciento.

A partir de los 65 años, cuando la edad biológica supera en un año a la edad cronológica supone una reducción de la esperanza de vida en torno a dos años. Si la edad biológica es cinco años superior, la disminución es aún mayor, llegando a vivir en promedio nueve años menos. "Lo sorprendente ha sido comprobar cómo pequeños incrementos en la edad biológica con respecto a la edad cronológica se traducen en un mayor riesgo de morir”, señala Beltrán-Sánchez.

Desacelerar la edad biológica

La buena noticia es que "es posible desacelerar la edad biológica con independencia de la cronológica. Podría suceder en ciertas poblaciones después de que se adoptaran intervenciones para bajar el colesterol o la presión sanguínea, por ejemplo", apuntan los autores de la investigación. Lo mismo ocurre al contrario: hábitos nocivos como fumar, una mala dieta, consumo de alcohol y falta de ejercicio físico pueden acortar esa diferencia entre tu fecha de nacimiento y tu fecha de caducidad.

Según apunta Morgan Levine, epidemióloga de la Universidad de Yale, en una entrevista en 'The Guardian', "lo maravilloso es que, aunque no podemos parar el tiempo, sí podemos hacer que nuestro reloj biológico vaya más despacio. O, incluso, que vaya hacia atrás". "El primer paso para conseguirlo es lograr una forma confiable de medirlo", añade. Por el momento, están disponibles online algunas calculadoras que, introduciendo los resultados de distintos marcadores en un análisis de sangre, pueden dar una idea aproximada de la vida que nos queda.  

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