Juan Ramón Lucas y su nueva vida como experto en inmunofitness: "Una crisis personal profunda me hizo replantearme todo"

  • El periodista Juan Ramón Lucas publica 'Inmunofitness. La salud se puede entrenar', un compendio de los hábitos que nos pueden ayudar a mejorar la salud

  • El periodista, que cambió su modo de vida a raíz de una crisis personal, anima a tomar conciencia de la salud, probando lo que la intuición y el sentido común nos digan "huyendo de dogmas y verdades absolutas"

  • "La salud es también una cuestión global que debemos pelear como colectivo y no sólo individualmente"

Poseemos un sistema biológico perfectamente organizado para garantizar la continuidad de la especie mediante un complejo entramado de defensas, contraataques y estrategias biológicas. De todo eso es responsable el sistema inmunitario, el centinela de nuestra salud, y también la fuerza de ataque ante determinados invasores. Pero para que el centinela actúe tiene que estar en perfecto estado, algo que no siempre se consigue. La buena noticia es que el sistema inmune se puede entrenar. Llegamos así al Inmunofitness, un estilo de vida que impacta de manera muy positiva en nuestra salud y que da título al último libro de Juan Ramón Lucas. El veterano periodista comparte en 'Inmunofitness. La salud también se entrena' (Alienta Editorial) las pautas, hábitos y recomendaciones que nos pueden hacer vivir más y mejor.

El periodista sabe bien de lo que habla: una profunda crisis personal le hizo detenerse, reflexionar, buscar el cambio y reunir el coraje suficiente para hacerlo. Desde esa experiencia, ha escrito el libro "huyendo de dogmas y verdades absolutas" y con un enfoque práctico y vitalista: "La clave es adaptar lo que aprendemos a nuestra situación particular".

En el prólogo del libro se dice que “no es un libro de autoayuda”, sino la manera de compartir tu propia experiencia. ¿Cuánto te ha ayudado en tu vida ser consciente de tu salud?

Ser consciente, en general, de lo que somos, de lo que tenemos -o nos falta-, del mundo en que vivimos, o de la gente que nos rodea, es lo que nos hace estar vivos. La conciencia sobre la salud es parte de esa atención sin la que nuestro viaje vital pasa y nos sobrepasa sin que apenas nos enteremos.

¿Ha habido algún detonante que te hiciera cambiar tu orden de prioridades?

Una crisis personal profunda me hizo replantearme todo. A partir de ahí, atención, constancia, e ir aprendiendo lo que me hacía sentir bien o al menos me orientaba en esa dirección. Descubrir la meditación fue muy importante.

Vivimos un boom de todo lo que tenga que ver con el bienestar, con la proliferación de mensajes no siempre ciertos. ¿Cuál es tu consejo para informarnos con criterio?

El instinto funciona también aquí. La atención y el sentido común son buenas herramientas. Pero, sobre todo, huir de dogmas y verdades absolutas. Sabemos el valor que tienen sentimientos o emociones como el amor, la autoestima o la constancia, pero cada uno tenemos nuestro camino y nuestro ritmo vital. Yo hago algo que a mí me ha servido. Prueba, inténtalo. La clave es adaptar lo que aprendemos a nuestra situación particular.

En el libro hablas de la importancia de la meditación o de concentrar la atención en la respiración o en un paseo por el bosque. ¿Qué ha aportado en tu vida la atención plena, sobre todo en la parte profesional, cuando hay que lidiar con la adrenalina de un directo?

Hay que meditar sin objetivos precisos, sin esperar nada concreto. Pero llega; siempre llega. Aprendes a establecer prioridades, ejercitas la concentración, y a base de observar y observarte terminas desarrollando una especie de autocontrol que resulta muy útil a la hora de afrontar situaciones de estrés. Pero ni la meditación ni ninguna otra actividad que apuntale la salud física y mental tiene por sí misma el valor de cambiar las cosas. Es una combinación de factores unidos por ese hilo invisible que es la atención a lo que nos rodea y a nosotros mismos. En el fondo, se trata de atender a nuestra propia naturaleza y reconectar con la naturaleza exterior. Y no me refiero solo al campo: la conversación, el diálogo, la reflexión, un paseo…Todo eso es también reconexión natural.

Inmunofitness es entrenarse para mejorar la salud física y mental. ¿No hemos llegado un poco tarde? ¿No debería haber llegado ya a las escuelas y a los centros de salud?

Desde luego. En las escuelas confío en que se empiece pronto a educar en hábitos saludables. Aunque sigo pensando que lo fundamental se aprende en casa. En cuanto a la prevención o la atención médica, ya hay corrientes que se plantean que los facultativos receten horas de sueño o paseos por el bosque o ejercicios moderados.

Tu rutina diaria empieza muy temprano, con un buen baño de agua fría. ¿Por qué nos recomiendas ese hábito?

El agua fría ha sido para mi uno de los grandes descubrimientos de los últimos años. Actúa, sobre todo en invierno, como un poderosísimo activador del Sistema Inmunitario. Salvo que tengas problemas de corazón o circulatorios, todos podemos abrazar ese hábito. El cuerpo reacciona inmediatamente a lo que considera una agresión, y esa reacción estimula la circulación de glóbulos rojos, activa el consumo de grasas o segrega la noradrenalina, que es un neurotransmisor que reequilibra la temperatura corporal. Eso hace que te concentres de manera absoluta. En este proceso de defensa del Sistema Inmunitario, pones en marcha también la dopamina o la serotonina, hormonas que te hacen sentir bien. Hay que hacerlo poco a poco, claro. Empezar muy despacio con inmersiones o duchas breves. Pero una vez empiezas a habituarte, es una gimnasia impagable para tu sistema inmunitario. Cuesta, incluso cuando ya es costumbre, pero compensa. Ciertamente empiezas el día activado.

¿Cuáles son los otros hábitos que nos pueden ayudar a vivir mejor durante más años?

Probablemente lo más importante es lo que más descuidamos, el sueño. Dormir es esencial. Dormir las horas suficientes para sentirnos descansados y atender en el sentido más amplio del término. El sueño, como dice el neurólogo Mathew Walker es “el mayor esfuerzo de la madre naturaleza contra la muerte”. Hay que dormir. Y hacerlo bien. Y a diario, porque el sueño no se recupera. Sobre esa base, reconectar con la naturaleza, pasear, ejercitar el cuerpo en la medida de nuestras posibilidades y la mente también lo más que podamos. La conversación, el encuentro con la gente que nos aporta, la lectura, o la meditación son actividades tremendamente positivas. O al menos para mí lo son. Si además te alimentas de forma consciente y saludable, mucho mejor.

¿El tiempo de los cuidados, en un planeta cada vez más envejecido, necesita de la acción política? ¿Debería ser una prioridad en la agenda de los líderes?

Hay en el libro un apartado dedicado precisamente a ese necesario compromiso universal, global, con el medioambiente. La propia Organización Mundial de la Salud considera que la mayor amenaza para la salud a la que se enfrenta la humanidad es precisamente el cambio climático. De hecho, está ya afectando a la propagación de enfermedades porque disminuye la eficacia de nuestros mecanismos de defensa. De las 375 enfermedades infecciosas que afectan a los seres humanos, más de la mitad se ven agravadas por los peligros climáticos. Las sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos están provocando hambrunas o nuevas enfermedades infecciosas.

¿Qué ha supuesto la pandemia en este escenario?

La Covid ha demostrado que ya no hay fronteras geográficas ni culturales para los virus. Es imposible pensar en salud única y exclusivamente individual. Por supuesto que es importante cuidarse, que tiene valor la atención a uno mismo y a lo que nos rodea, pero la salud es también una cuestión global que debemos pelear como colectivo y no sólo individualmente. Hay que presionar para que la política trabaja en esta dirección de salud. Por eso digo que mi libro no es de autoayuda, porque no se trata de una idea de salud individual, sino de mejora colectiva desde una experiencia personal.