A vueltas con el ayuno intermitente: ¿quién no debería hacerlo nunca?

  • En los albores de la historia, cuando comer todos los días era prácticamente imposible, el ayuno comenzó a practicarse casi por obligación

  • Juan Bola, nutricionista y autor del libro 'Nutrición evolutiva': "El ayuno intermitente previene las enfermedades cardiovasculares y el sobrepeso"

  • Según este nutricionista, el ayuno intermitente tiene grandes beneficios para la salud, pero eso no quiere decir que todos podamos practicarlo

Nuestra genética y fisiología está adaptada a la práctica del ayuno. No en vano, la especie ha llegado hasta aquí siendo cazadores-recolectores, supervivientes de duras glaciaciones en las que comer todos los días era prácticamente imposible. Casi por obligación, el ayuno se ha practicado a lo largo de la historia, aunque con distintos fines, ya fueran curativos, espirituales o religiosos.

Existen distintos tipos de ayunos, pero vamos a centrarnos en el ayuno intermitente, el que consiste en estar 12, 16 o 18 horas sin ingerir alimentos. En términos generales, una persona que quiera hacer ayuno intermitente en la ventana más baja, la de 12 horas, debería desayunar a las 8 y hacer la última comida del día a las 8 de la tarde, dejando esas 12 horas de descanso digestivo.

Sin embargo, solemos desayunar sobre las 8 de la mañana y cenar alrededor de las 9 de la noche. En esas 13 horas podemos hacer de tres a cinco comidas. ¿Qué significa esto para nuestro organismo? Después de una comida copiosa, con muchos carbohidratos, la insulina liberada permanece en nuestro cuerpo unas cuatro horas. Si comemos cada tres, nunca tendremos la insulina a nivel basal (en estado de reposo). Por tanto, no habrá proceso de reciclaje ni de consumo energético, menos aún si somos sedentarios. El resultado es mayor inflamación y estrés oxidativo, menos salud.

Beneficios

Pese a que las consecuencias que la glucosa mal regulada tiene para el organismo son bien conocidas, médicos y expertos tienen una opinión dividida sobre los beneficios del ayuno intermitente. Sin embargo, cada vez hay más evidencias de que este tipo de ayuno es terapéutico para enfermedades recientes, como la obesidad, el estrés, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares. En su libro, 'Nutrición evolutiva', el nutricionista Juan Bola señala las principales bondades de estar sin comer al menos 12 horas, especialmente durante la noche.

  • Previene las enfermedades cardiovasculares: mejora la tensión arterial y la frecuencia cardiaca en reposo. Mejora también la resistencia a la insulina y reduce los triglicéridos.
  • Previene el sobrepeso: en personas obesas es una gran herramienta para mantener un peso corporal adecuado. Es una práctica fácil de seguir en la versión de 12 horas y, algo muy importante, no genera efecto rebote.
  • Puede revertir la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2: mejoramos la sensibilidad a la insulina y la glucemia (presencia de azúcar en sangre). Además, al bajar de peso, también mejoran los síntomas de los pacientes con trastornos en el metabolismo de los carbohidratos, como la pesadez de estómago, la fatiga crónica o los desórdenes del sueño.
  • Aliado en la prevención del cáncer: reduce el riesgo de aparición espontánea de tumores y suprime el crecimiento de muchos de ellos. Además, en los procesos de quimioterapia, protege las células sanas, haciendo que el proceso sea menos lesivo para el organismo.
  • Disminuye el estrés: aumenta la resistencia neuronal al estrés, previniendo y tratando enfermedades degenerativas como la demencia, el Alzheimer y el Parkinson. Esto se consigue estimulando el mecanismo de limpieza de la autofagia, las defensas antioxidantes y la reparación del ADN.

No para todos

Como se ve, el ayuno intermitente tiene, según el nutricionista Juan Bola, grandes beneficios para la salud, pero eso no quiere decir que todos podamos practicarlo. Las embarazadas o las madres en periodo de lactancia no deben hacerlo: el bebé necesita nutrientes para su correcto desarrollo. Las personas con trastornos alimentarios, como la anorexia o la bulimia, tampoco deberían practicarlo.

Estas son excepciones lógicas, pero hay más perfiles para los que el ayuno intermitente está vedado:

  • Personas con un Índice de Masa Corporal (IMC) por debajo de 18,5. El Índice de Masa Corporal es una de las herramientas disponibles para saber si tenemos un peso normal. Se calcula dividiendo los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura en metros (IMC = peso (kg)/ [estatura (m)]2). Si el resultado está entre 18,5 y 24,9, el peso se considera normal. A partir de 25 existe sobrepeso, y a partir de 30, hablamos de obesidad.
  • Personas con un IMC inferior a 18,5 en ayunos superiores a 24 horas. Al igual que las personas muy delgadas, las personas en riesgo de desnutrición tampoco deberían practicarlo. La razón es clara: durante el ayuno, nuestro cuerpo se alimenta de las reservas del organismo y si estas no son suficientes, puede generarse alguna enfermedad carencial.
  • Personas con problemas hormonales. El profesional médico tendría que valorar el caso para ver si en esas condiciones el ayuno despliega sus efectos beneficiosos o, por el contrario, empeora la salud del paciente.