Neuróloga, sobre los mitos falsos de la memoria: "Es verdad que el ejercicio la fortalece"

  • ¿Cuánta y de qué tipo es normal perder? Recogemos las pistas que aportan las últimas investigaciones científicas

  • Olvidarse de algo puntual puede implicar falta de atención, pero si se repite con frecuencia habrá que consultar la causa

  • El cerebro está diseñado para afrontar los desafíos que impone cada etapa, pero necesita un entrenamiento más completo que un pasatiempo

¿Dónde dejé aparcado el coche? ¿A qué vine exactamente al dormitorio? ¿Cómo se llamaba aquel futbolista argentino que falleció? ¿Cómo es posible que de repente no recuerde la clave de mi propio ordenador? Estas cosas ocurren pasados los 50 y hacen que entremos en pánico al pensar que podría ser el primer signo de alzhéimer. Ante los demás bromeamos con ello, pero ahí queda. ¿Cuánta memoria y de qué tipo es normal perder? ¿Por qué nos preocupa más nuestra memoria que la salud de nuestros huesos, por ejemplo? Llegados a un punto, nuestro cerebro se convierte en la estrella de las dudas.

"Es una experiencia universal"

La neuróloga estadounidense Samantha Holden, directora clínica de UCHelth, nos tranquiliza cuando dice que es "una experiencia universal". El ser humano envejece y, por tanto, también su cerebro. Esta es la causa más común de pérdida de memoria a corto plazo, la que hace referencia a cosas que han sucedido en los últimos 30 segundos. Alrededor del 11% de los adultos mayores de 45 años creen sufrirla en cierto grado. A los 60, el 40%. Ocurre porque algunas áreas del cerebro se encogen y la comunicación entre ellas es menos efectiva, pero es un deterioro que no impide una vida cotidiana normal ni merece preocupación.

Alrededor del 11% de los adultos mayores de 45 años creen sufrir cierta pérdida de memoria a corto plazo. A los 60, el 40%

Esto explica por qué los mayores pueden recordar mejor lo que pasó hace años, cuando su cerebro funcionaba bien y formaba memorias consistentes, que lo que pasó recientemente, esta mañana o ayer por la tarde, cuando los mecanismos cerebrales de la memoria ya están debilitados.

Es normal olvidarse de un pago mensual, no lo es si se repite

Hay investigaciones recientes muy interesantes que están dando pistas de cómo envejece el cerebro a lo largo de la vida y casi todas llevan a la idea de que está diseñado para afrontar los desafíos que impone cada etapa. Es normal tomar una mala decisión de vez en cuando, olvidarse de un pago mensual, no recordar qué día es y acordarse más tarde o no saber a veces qué palabra usar. Lo preocupante es si todo esto ocurre la mayoría de las veces y condiciona las tareas cotidianas.

La pérdida de memoria a corto plazo puede ser un signo temprano de demencia. En el momento en que un observa cambios que se repiten, es importante consultar con el médico. Solo él puede deslindar lo normal de la enfermedad y determinar si el problema lo origina una causa reversible o que puede ser tratada. Investigadores de la Universidad de Cornell citan como posibles motivos una medicación, tumores cerebrales, problemas de tiroides, lesiones en la cabeza, fiebre alta, deshidratación, consumo de alcohol, deficiencia de vitamina B12 o escasa nutrición. El grado de reversibilidad con frecuencia depende de lo rápido que se trata la causa.

Decálogo para diferenciar la verdad del mito

La amenaza de demencia es tan fuerte que en torno a la memoria persisten mitos que alimentamos con informaciones confusas y creencias que se transmiten de boca en boca. Despejamos con National Institute on Aging y otros investigadores cuáles son las más erróneas y qué otras tienen una base científica:

  • Tengo una mala memoria. Es una frase hecha que encierra mucha incorrección. Puede que no hayamos aprendido a usarla o que no la entrenemos para fortalecerla. Científicos de la Universidad de Radboud (Holanda), estudiaron los cerebros de 23 campeones mundiales de concursos de memoria y concluyeron que no hay en ello nada especial anatómicamente, pero sí variaciones en esas conexiones que se pueden trabajar a través del entrenamiento.
  • Un olvido es pérdida de memoria. Falso. Muchas veces solo es una incapacidad para acceder a ella. Todos tenemos la experiencia de que algo que no recordamos en un momento y una determinada situación nos viene después, cuando cambiamos de lugar o de estado mental. Es el ejemplo de llegar a la cocina y preguntarse confundido qué he venido a hacer. En otras ocasiones es falta de atención. Si no nos esforzamos en atender difícilmente formaremos en el cerebro memorias que más tarde querremos evocar. Ignacio Morgado Bernal, catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia, aconseja prestar atención a los detalles y los nombres de los personajes cuando leemos una novela o vemos una serie. Es una manera de mantener la capacidad de formar memorias.
  • A partir de los 50 es difícil memorizar cosas nuevas. Falso. Un adulto conserva la capacidad de aprender, crear recuerdos y mejorar una gran variedad de habilidades. Además, las experiencias de toda una vida aportan agudeza y conocimiento para ello. Es bueno hacerlo para mantener activo el cerebro y mejorar la salud cognitiva. Investigadores de la Universidad de Texas lo comprobaron con personas que aprendieron nuevas destrezas, como el ganchillo o la fotografía digital. En países como Suecia es común que las personas jubiladas aprendan un segundo o tercer idioma.
En países como Suecia es común que las personas jubiladas aprendan un segundo o tercer idioma
  • Es inevitable acabar con demencia. Falso. La demencia no es un imperativo del envejecimiento. Muchas personas superan los 90 sin apenas deterioro en el pensamiento o en sus capacidades mentales.
  • Nuestro razonamiento se aplana. Al contrario. Entre los 60 y 80 los hemisferios del cerebro trabajan conjuntamente y consiguen un pensamiento más capaz de sintetizar los puntos de vista dispares, más empático y ordenado.
  • La plasticidad desaparece con la edad. Falso. Mark T. Harnett, investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts, ha comprobado que no, que existen unas sinapsis silenciosas que no sabíamos que estaba ahí y nos regalan una capacidad de plasticidad extra que amplía las posibilidades de aprendizaje del cerebro maduro.
  • Hacer rompecabezas o crucigramas mejora tu memoria. Es una verdad relativa. Si bien es una forma de entrenar la memoria, el beneficio afecta solo al tipo de memoria utilizada. Es decir, mejorarás las respuestas en los crucigramas, pero nada más.
  • El ejercicio fortalece la memoria. Verdad. Actividades como caminar, pedalear o nadar promueven un mejor flujo sanguíneo y pueden mantener la mente más aguda. La ciencia receta el ejercicio como una de las medidas más eficaces para evitar la pérdida de las habilidades cognitivas pasados los 50. Dedicar 150 minutos a la semana a una actividad física moderada o 75 minutos a una más intensa ayuda a retener esta capacidad. El yoga y el tai-chi, por ejemplo, son algunas de esas disciplinas que ayudan a organizar el pensamiento y a mejorar las destrezas involucradas en la memoria.
Dedicar 150 minutos a la semana a una actividad física moderada o 75 minutos a una más intensa ayuda a retener esta capacidad
  • El fallecimiento de un ser querido puede afectar a nuestra capacidad de recordar. Una situación traumática o estresante o ciertas emociones, como la tristeza por una muerte, puede afectar a la concentración y causar pérdida de memoria a corto plazo. Cuando esta pérdida de memoria está conectada a la salud mental general, puede aliviarse con la adaptación a las nuevas circunstancias o al recibir tratamiento.
  • El sueño hace que la memoria funcione de manera eficiente. Es verdad y esta es la comparación de Samantha Holden: "Una mala noche te deja corriendo no solo con un tanque de gasolina vacío al día siguiente, también como si no hubieras cambiado el aceite".