Lo que tiene que durar la siesta perfecta, según un estudio de la NASA

Son muchos los que no podrían afrontar la sobremesa sin echar un sueñecito justo después de comer, especialmente en verano. Tan sagrada es la siesta en nuestro país que hay quien piensa que es un invento español. Pero no, es una tradición que se remonta a la Antigua Roma, aunque nuestros particulares horarios laborales pueden haber contribuido a su implantación.

Aliviando el estrés de los astronautas

Aunque esta costumbre está asociada a cierta actitud disipada y perezosa, la siesta nos ayuda a aliviar el estrés, fortalece el sistema inmunológico y mejorar el rendimiento. Pero, ¿cuánto debe durar para que sea perfecta y le siente bien a nuestro cerebro? Hasta la mismísima NASA ha buscado una respuesta. No en vano, la agencia estadounidense emprende misiones con alto estrés de hasta 16 horas en las que sus pilotos y astronautas tienen que hacer siestas para rendir al máximo nivel.

Pues bien, un estudio de la NASA de 1995 estableció que cuando sus pilotos dormían 26 minutos en las cabinas después mejoraban en un 54% su estado de alerta y en un 34% su rendimiento laboral. En el informe desglosaban que el sueño se divide en cinco fases y que ya con las dos primeras fases (10 y 20 minutos respectivamente) se recupera la vitalidad y se aguanta hasta por la noche.

Precaución a partir de la media hora

No solo la NASA recomienda cuál sería la siesta perfecta. También los expertos de la Universidad Harvard tiene algo que decir al respecto. Según una investigación realizada junto a científicos de la Universidad de Murcia, las personas que duermen siestas de 30 minutos o más tienen índices de masa corporal más altos y son más propensos a tener síndrome metabólico. Esto significa que es más fácil que desarrollen problemas cardiovasculares y diabetes

Por tanto, la primera condición que deberían cumplir las siestas, es ser más cortas y que no superen la media hora. Dormir más allá de eso se relaciona con un incremento del riesgo de obesidad, tensión arterial alta y síndrome metabólico.

Por otro lado, un estudio publicado en la revista 'Obesity' establece que dormir demasiado después de comer, independientemente de dónde se haga, incrementará la probabilidad de sufrir una de estas patologías. Mientras que, los que no duermen o duermen poco la siesta, presentan una menor predisposición a enfermedades.

En definitiva, la siesta no es algo necesario ni esencial, pero si se considera y se puede dormir, se recomienda que no sea muy larga, es decir, que con media hora es suficiente para recargar pilas.