De reducir la ansiedad a mejorar la función cognitiva global: efectos positivos del deporte en el sistema nervioso

  • Las últimas investigaciones afirman que una vida activa influye sobre la capacidad regenerativa del sistema nervioso periférico

  • El sistema neurológico coordina la función cardiovascular, respiratoria, muscular o endocrina que requiere la actividad física

  • Para que el deporte actúe a nivel neurológico debe ser constate y de una intensidad controlada

Los beneficios de la práctica del deporte a nivel físico son importantísimos, pero también los que genera el ejercicio a nivel neuronal. En Uppers nos repetimos mucho en cuanto a las ventajas de llevar una vida sana para el organismo y para la mente. Las últimas investigaciones de médicos y especialistas sobre qué efectos positivos produce el ejercicio físico en el sistema nervioso son contundentes.

En concreto, un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC junto a otros centros internacionales asegura que “un estilo de vida activo influye sobre la capacidad regenerativa del sistema nervioso periférico, es decir, sobre el conjunto de nervios craneales y espinales que controlan las funciones motoras y sensoriales”. El estudio reveló que “el cerebro se beneficia de una vida activa gracias a una molécula llamada CREB-Binding Protein (CBP), que además tiene el poder de alterar la expresión de varios genes, así como de aumentar la regeneración de nervios dañados”.

Según los investigadores, todo ello explica por qué las personas que han llevado una vida activa se recuperan de una lesión medular en la columna vertebral con mayor facilidad, si se compara con otras que han llevado un tipo de vida sedentaria. Esto establece una relación directa entre la actividad física y una posterior recuperación tras una lesión.

¿Qué provoca el ejercicio en el sistema nervioso?

Dejando a un lado esta relevante investigación, el mayor beneficio de la actividad física en el sistema neurológico es la coordinación de las diferentes funciones: la cardiovascular, la respiratoria, la muscular, la endocrina, la nerviosa, etcétera. Es evidente que al poner en marcha el cuerpo con el ejercicio el sistema neurológico entra en acción. Hay evidencias científicas suficientes que confirman el valor que tiene cualquier tipo de actividad física para el complejo funcionamiento del cerebro.

Tal como enumeran los expertos en la materia, los efectos positivos del deporte en el sistema nervioso son muchos. Estos son cinco de ellos:

  1. Se activan los sistemas de neuroprotección fisiológica, que mitigan o retrasan los procesos neurodegenerativos propios de enfermedades como el alzhéimer o diversas lesiones cerebrales.
  2. Mejora la función cognitiva global, es decir, mejora la habilidad de aprender y recordar información; de organizar, planear y resolver problemas; de concentrarse, mantener y distribuir la atención; de entender y emplear el lenguaje; de reconocer correctamente el ambiente y de realizar cálculos; entre otras.
  3. Mejora de las funciones ejecutivas, que son aquellas que engloban las actividades mentales complejas necesarias para planificar, organizar, guiar, revisar, regularizar y evaluar el comportamiento necesario para adaptarse eficazmente al entorno y para alcanzar metas.
  4. Reducción de la ansiedad y de los síntomas de la depresión por la liberación de dopamina (que genera el placer, la motivación, la recompensa y la cognición), serotonina (control del estado de ánimo y de las emociones) y noradrenalina (procesos de atención).
  5. Resistencia a la lesión neuronal.

Sin embargo, estos beneficios no serán tales si no se adapta el deporte o la actividad física a cada persona, a su edad y a su estado de salud. Es igual o más importante controlar la frecuencia y la intensidad además de ser constantes. Se trata de sentirnos mejor y de que la repercusión en el cuerpo y en la mente sea siempre positiva. A veces, el exceso en días concretos sin una continuidad puede provocar lesiones o fatiga excesiva lo que inevitablemente termina en un abandono de la actividad. Un ejemplo es salir a correr solo algunos domingos y pretender mantener la marcha muchas horas seguidas. Los expertos aconsejan la práctica de un deporte unas tres veces por semana con una duración mínima de treinta minutos.