¿Cómo afecta la hipertensión arterial a tus ojos?

  • La hipertensión arterial es un factor de riesgo cardiovascular pero también afecta a los tejidos de otros órganos como el cerebro, los riñones o los ojos

  • Esa hipertensión arterial permanente repercute en el órgano de la vista al igual que otras patologías como la diabetes

  • Los ojos pueden desarrollar una retinopatía hipertensiva crónica o aguda provocada por una tensión alta que no se cuida

Tenemos la costumbre de ir al oftalmólogo solo cuando vemos mal de lejos o ante dificultades para leer. Esta visita debería convertirse en anual porque a nuestros ojos les afectan ciertas patologías que al principio nos pasan desapercibidas como la hipertensión arterial. En Uppers nos hemos fijado en cómo afecta la hipertensión arterial a tus ojos.

La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias cuando es bombeada por el corazón. Si es alta de forma persistente los vasos sanguíneos se resienten, se engrosan y se endurecen convirtiéndose en un obstáculo para la circulación. A esta patología se la llama hipertensión arterial, se vuelve crónica y se convierte en un factor de riesgo cardiovascular. Sin embargo, nos solo afecta al sistema cardiovascular, también repercute en otros órganos como el cerebro, los riñones o en los ojos debido a que se dañan de forma paulatina todos esos tejidos. Precisamente, nos hemos centrado en cómo afecta la hipertensión arterial a los órganos de la vista.

Qué se aprecia en una oftalmoscopia

Los oftalmólogos pueden comprobar cómo influye en los ojos y sus tejidos esa tensión alta constante a partir de una oftalmoscopia de la retina donde se visualizan claramente los vasos sanguíneos. Gracias a esta prueba verifican en qué estado se encuentra el fondo del ojo. Una de las consecuencias de la hipertensión arterial es la retinopatía hipertensiva ya que, a mayor presión arterial durante un tiempo prolongado, más probabilidades hay de que el ojo se vea afectado de forma severa.

Esa retinopatía hipertensiva también la pueden agravar otras enfermedades como la arteriosclerosis o la diabetes, al igual que un alto nivel de colesterol y de triglicéridos, el consumo de tabaco o el mismo envejecimiento normal, entre otros aspectos. Dentro de esa retinopatía se pueden establecer unos grados de gravedad que dependerán igualmente de cómo era el árbol vascular de la retina antes de la hipertensión arterial y de la propia evolución de la hipertensión. De esta forma, los profesionales sanitarios detallan que existe una retinopatía hipertensiva crónica o una retinopatía hipertensiva aguda, maligna o acelerada.

Retinopatía hipertensiva crónica

En la retinopatía hipertensiva crónica en un principio los paciente no tienen síntomas. No obstante, a medida que se extiende en el tiempo esta hipertensión arterial empiezan a aparecer dificultades visuales. En un examen del fondo del ojo el oftalmólogo tiene distintas evidencias de cómo sea ha visto afectado el órgano. Aprecia cómo disminuye el calibre vascular difusa o focalmente; ciertas compresiones de las arterias sobre las venas, lo que dificulta el flujo sanguíneo; alteraciones del reflejo vascular; o dilataciones vasculares anormales de pequeño o gran tamaño.

Retinopatía hipertensiva aguda

Por su parte, cuando se desarrolla la retinopatía hipertensiva aguda es porque la presión sanguínea ya es muy alta y ha venido acompañada de fuertes dolores de cabeza e incluso de una pérdida de la visión. Al comprobar el fondo del ojo se percibe cómo se han generado hemorragias en la retina por la rotura de vasos. Además, pueden aparecer exudados blandos y duros que son “depósitos por extravasación de materiales del plasma o por isquemia”; edema de papila que es la inflamación del nervio óptico; o edema de mácula que supone la inflamación de la parte central de la retina.

Control anual oftalmológico

Controlar la hipertensión arterial es la forma de evitar estas consecuencias en el órgano visual porque cuando la presión desciende se resuelven las lesiones en la retina. Lo mismo que acudir de forma periódica al oftalmólogo nos ayuda a cuidar nuestros ojos. Este profesional será el que establezca cómo actuar en función de la evolución de la hipertensión, la edad u otros factores de riesgo.