Brecha de mortalidad: los hombres tienen un riesgo de muerte 60% mayor al de las mujeres

  • A pesar de que cada vez vivimos más y mejor, la brecha de mortalidad entre hombres y mujeres es de más de cuatro años

  • Un reciente estudio ha revelado que los hombres mayores de 50 años tienen un 60% más de probabilidades de morir que las mujeres

Aunque en esta realidad pandémica pueda no parecerlo, cada vez vivimos más y mejor. Según el informe Panorama Estadístico de la Salud Mundial de 2019 elaborado por la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida media en todo el mundo aumentó 5,5 años entre el año 2000 y 2016, pasando de 66,5 años a 72, mientras que la expectativa de vida sana subió de 58,5 a 63,3 años.

Sin embargo, este incremento no es igual entre hombres y mujeres. Al contrario, según la OMS, la esperanza de vida de los hombres es 4,4 años menor que la de las mujeres, una cifra que pone de manifiesto la necesidad de empezar a prestar atención al género antes de elaborar políticas sanitarias.

Las causas detrás de esta desigualdad son variadas y difíciles de resumir, ya que, según los expertos, responde a una combinación de factores con base biológica, social y conductual. Tal y como señala la OMS, las probabilidades de que un hombre de 30 años fallezca antes de los 70 por una enfermedad no transmisible son un 44% más altas que en una mujer de la misma edad. A su vez, la tasa global de suicidios es un 75% mayor entre los hombres, quienes también duplican las muertes por accidentes de tráfico y cuadruplican las derivadas por homicidios.

En este contexto, una reciente investigación publicada por la revista de la Asociación Médica Canadiense (CMAJ) ha revelado que los hombres que tienen más de 50 años tienen un 60% más de posibilidades de morir que las mujeres, en parte por las mayores tasas de tabaquismo y de enfermedades cardiacas que presentan.

El estudio, que vuelve a poner el foco en la brecha de mortalidad entre ambos géneros, se ha realizado en base a más de 179.000 personas procedentes de 28 países distintos, de las cuales más de la mitad eran mujeres, y en él se ha probado que esta desigualdad varía dependiendo del país.

“Las distintas tradiciones culturales, los contextos históricos y el desarrollo económico y social de los países puede influir en las experiencias de género y, por tanto, afectar a la salud de hombres y mujeres”, afirma la doctora Yu-Tzu Wu, investigadora del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia King's College de Londres, quien señala que pocos estudios han podido investigar la variación de mortalidad de género entre países.

La construcción social del género

Durante el estudio, los investigadores analizaron factores de tipo socioeconómico (como el nivel de estudios y de riqueza), de hábitos de vida (como el consumo de alcohol o el nivel de tabaquismo), de salud (como las afecciones cardiacas, de diabetes, hipertensión o depresión) o sociales (como puede ser vivir solo o tener pareja) que pudieran explicar esa brecha de mortalidad.

“Los efectos del sexo en la mortalidad deben incluir no solo las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres, sino también el constructo social del género, que varía entre sociedades”, explica la doctora Yu-Tzu Wu. “A pesar de que los aspectos biológicos de ambos sexos sean consistentes en todo el mundo, las diferencias culturales, sociales e históricas pueden conducir a diferentes experiencias vitales entre hombres y mujeres que, a su vez, pueden dar lugar a variaciones en la brecha de mortalidad entre los países”.

De igual manera, los investigadores apuntan que estas diferencias podrían “indicar el impacto que, además del sexo biológico, tiene el género en el envejecimiento saludable” y señalan que el nivel de tabaquismo, uno de los factores detrás de esta brecha, también “puede variar entre diferentes países”.

Por ello, instan a las autoridades a que elaboren sus políticas de salud pública teniendo en cuenta no solo las diferencias biológicas, sino también el peso que tienen los factores sociales y culturales en la construcción del género, para poder reducir la brecha de mortalidad entre hombres y mujeres.