Distracciones, mareos, confusión: pistas para saber cuándo dejar de conducir

  • El envejecimiento de la población también tiene sus consecuencias en la seguridad vial

  • Colgar las llaves del coche puede resultar más complicado de lo que parece

Cumplir 18 años implica cantidad de cosas: tomar una copita de alcohol, votar y quizás la más esperada por muchos de nosotros, obtener la libertad que nos aporta el carnet de conducir. Un reto que nos supone pasar por la autoescuela y someternos no solo a uno, sino a dos exámenes, teórico y práctico. Si una cosa tenemos clara es cuándo podemos empezar a conducir, pero el identificar las señales para dejar el volante a un lado también nos supone un reto. Pero, ¿a qué edad hay que dejar de conducir?

El aumento de la esperanza de vida y las bajas cifras de natalidad están provocando un rápido envejecimiento de la población. Este hecho está teniendo sus consecuencias en todos los aspectos de la vida cotidiana, entre ellos, la seguridad vial.

A día de hoy, en España no hay un límite de edad para poder conducir. La decisión de que una persona mayor pueda conducir o no recae en los psicotécnicos necesarios para la renovación carnet de conducir. Hasta los 65 años las renovaciones del carnet de conducir son cada 10 años, se reduce a 5 años para aquellos que superan la edad pudiendo llegar a ser necesaria la renovación anual bajo criterio de los psicotécnicos.

A todos nos cuesta reconocer que envejecemos y que vamos perdiendo facultades. Uno de los grandes riesgos en materia de seguridad vial es no asumir la pérdida de reflejos, la mayor lentitud a la hora de caminar, las pérdidas de audición… factores que afectan directamente a la conducción.

No obstante, el proceso de envejecimiento es diferente para cada persona y existen muchos elementos que pueden hacer variar la capacidad para conducir, de tal manera que podemos encontrar a personas mayores muy bien y a otras con más limitaciones. Además existen también una serie de factores que afectan a la conducción como: la personalidad, las creencias, los valores, conocimientos y experiencias previas, el estado de concentración-atención, la motivación, el ambiente,…

A muchas personas mayores les cuesta el reconocer que ya no son aptos para continuar al volante, precisamente por eso es fundamental que amigos y familiares le hagan ver que ha llegado el momento de colgar las llaves del coche haciéndole sentir apoyado, comprendido, ayudándole a afrontar la nueva situación con conocimiento, delicadeza y haciéndole ver el lado positivo.

Por tanto, debemos ser muy cuidadosos al plantearle a una persona mayor que insiste en conducir, que debe dejar de hacerlo, a pesar de que haya sufrido un accidente leve o bien haya cometido una imprudencia de tráfico.

Atentos a estas señales

Lo primero que tenemos que hacer para valorar si podemos seguir al volante con seguridad es responder las siguientes preguntas, siendo sinceros en todo momento.

  • ¿Tienes problemas para distinguir las señales y reaccionar a tiempo?
  • ¿Tienes problemas para pisar el acelerador o los frenos?
  • ¿Te resulta difícil mirar por encima de los hombros al dar marcha atrás?
  • ¿Te mareas o adormeces tras tomar alguna medicación?
  • ¿Te pone nervioso al conducir con tráfico intenso o por caminos que no conoces?

Sin duda las señales más claras para retirarse de la circulación son:

  • No prestar atención a los “puntos ciegos” antes de cambiar de carril.
  • Pisar el freno o el acelerador al mismo tiempo o confundir los dos pedales.
  • No reconocer ni obedecer las señales de stop o los semáforos.
  • No respetar la preferencia de vía en un ceda el paso o en una rotonda.
  • Parecer no distinguir otros vehículos, transeúntes o ciclistas con los que nos cruzamos.
  • Perderse a menudo, de camino a lugares de sobra conocidos.
  • Detenerse al ver la luz verde del semáforo o en el momento equivocado.
  • La capacidad de reacción se ve disminuida.
  • Conducir de noche supone mayor dificultad y es estresante.
  • Cuando la vista y el oído empeoren.
  • Por prescripción médica.

Dicho de otra manera: si conducir ya no resulta tan relajante como antes y se empieza a convertir en algo complicado, si tiene dificultad para leer los carteles, no se da cuenta cuando le adelantan, no ve a ciclistas o peatones, tiene dificultad para incorporarse a un rotonda o al tráfico en un carril de aceleración y no es capaz de mantener una adecuada velocidad ha llegado el momento de dejar de lado el coche y sumarse al transporte público que os aseguramos tiene infinidad de beneficios.