Fractura de cadera: cómo un tropiezo puede cambiar la vejez en un segundo

  • Este tipo de roturas reduce la esperanza de vida en torno al 25%. Te explicamos por qué y cómo esquivar la estadística

Nadie está a salvo de romperse la cadera. Ni siquiera Jimmy Carter, ex presidente de Estados Unidos. A sus 95 años, ha ingresado en el hospital por esta dolencia y, según parece, se mantiene de buen humor, aunque su edad y su diagnóstico le pueden jugar una mala pasada. El saber popular atribuye a este tipo de fracturas un mal pronóstico. Veamos qué hay de mito y qué hay de verdad.

La fractura de cadera es un problema de salud cuya incidencia aumenta a partir de los 60 años y crece exponencialmente hasta los 84. Su importancia radica no solo por su elevada frecuencia, sino por su alto coste económico y social y especialmente por la mortalidad asociada: reduce en torno a un 25% la esperanza de vida de los afectados, según un estudio del Servicio de Geriatría del Hospital universitario La Paz, en Madrid, realizado entre 2.692 pacientes.

Ser o no competente en las actividades básicas

El objetivo del estudio es distinguir las terapias médicas que pueden lograr tanto la reducción de la fractura, normalmente a través de la cirugía, como el retorno del paciente a una calidad de vida similar a la que disfrutaba antes de su accidente. Para ello los investigadores tomaron como referencia varios grupos de edad y valoraron su capacidad para andar y para realizar de manera independiente cuatro actividades básicas: ducharse o realizar su higiene diaria, alimentarse por sí solo, vestirse e ir al baño. El estudio, además, mide cómo ha cambiado su vida seis meses después de la fractura.

Los resultados demostraron que entre los 60 y los 74 años, la recuperación era muy buena: caminan de manera independiente el 65,5% de los pacientes y la mortalidad es tan sólo del 6,3%. Entre los 75 y los 84 años, cuando son independientes en al menos entre dos o cuatro de las actividades básicas, son capaces de caminar solos el 53,6% y la tasa de mortalidad crece hasta el 9,1%. Esta tasa se dispara hasta el 23,4% cuando estos pacientes son dependientes o solo son capaces de realizar por si solos una actividad básica.

En el caso de Carter, al frente de su fundación con 95 años, su índice de mortalidad tras la fractura es el de una persona de 74

Entre los mayores de 84 años, la dependencia vuelve a ser un factor relevante. Cuando el mayor es capaz de hacer solo las actividades básicas, el índice de mortalidad es sólo del 11,9%, prácticamente la mitad que el grupo de anterior de edad. Sin embargo, la tasa de mortalidad entre los mayores de 84 alcanza el 22,8% entre las personas competentes en dos o tres actividades, y hasta el 23% en las que son dependientes totales.

En definitiva, si la edad es un factor clave, lo es aún más la dependencia. En los casos de fractura de cadera, a mayor dependencia, mayor probabilidad de mortalidad. A partir de los 74 años, las personas que necesitan de otros para realizar actividades básicas presentan una mayor tasa de mortalidad, en torno al 23%. En el caso de Carter, 95 años, con facultades mentales completas y al frente de su fundación, su índice de mortalidad por fractura de cadera apenas llegaría al 12%, similar al de una persona de 74 años.

Stop caídas

La atención sanitaria de las personas mayores con fractura de cadera es, sin duda, un ejemplo de tratamiento multidisciplinar: traumatólogos, anestesistas, geriatras, enfermeras, rehabilitadores y fisioterapeutas. Todos ellos en el hospital o centro asociado. Pero la medicina actual no se ocupa solo de reparar, sino también de prevenir. Y en la prevención de la fractura de cadera la osteoporosis es uno de los factores principales. Según un estudio realizado por la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatológica y la Sociedad Española de Geriatría, solo el 18% de los pacientes de osteoporosis tienen tratamiento adecuado y solo el 26% de los pacientes ingresados por fractura de cadera sale del hospital con la prescripción de las terapias y medicamentos más eficaces . A su vez, estos tratamientos pueden reducir hasta el 50% fracturas futuras. Las dos principales causas de las fracturas de cadera son la osteoporosis y las caídasPrevenir una y evitar las otras son los recursos más efectivos.

Déficit de vitamina D en el país del sol

Prevenir la osteoporosis, la pérdida de masa ósea, puede ser tan sencillo como tomar el sol o practicar actividades al aire libre. Estamos, de hecho, en el país correcto: España dispone al año de entre 2.500 horas y 3.000 horas de sol año, una de las más altas de Europa.

Sin embargo, en el país del sol, necesario para la fijación del calcio y la producción de vitamina D, el déficit de esta vitamina en personas mayores es habitual: el 70% de los mayores con fractura de cadera presenta la carencia de este elemento. Es importante porque las últimas investigaciones señalan que, además de ser efectiva contra la osteoporosis, la falta de vitamina D afecta afecta a la velocidad de la marcha y a la fuerza muscular, lo que ocasiona debilidad en miembros inferiores. Otros estudios muestran que existe una reducción de caídas en los pacientes tratados con esta vitamina.

En el país del sol, el 70% de los mayores con fractura de cadera tienen déficit de vitamina D

La mala noticia es que la vitamina D se sintetiza a través de la piel y que solo una pequeña parte proviene de la dieta. Además de las personas mayores, tienen un mayor riesgo de sufrir carencia de vitamina D los celíacos, al tener inhibida la capacidad de absorción de ciertos nutrientes, los pacientes que toman corticoides, las personas obesas, los enfermos de insuficiencia renal o las embarazadas, entre otras.

Si te falta vitamina D, lo más probable es que no tengas ningún síntoma. Sin embargo, en algunas ocasiones su carencia puede producir cansancio, dolor o debilidad muscular, sobre todo en la parte inferior de la espalda y en las caderas.

Fuentes de vitamina D

  • Dieta. La vitamina D está presente los pescados azules (arenque, salmón, caballa), la yema de los huevos, la carne y los alimentos fortificados, como por ejemplo los lácteos con un extra de vitamina D.
  • Sol. Como indicábamos, tomarlo ayuda a que el cuerpo sintetice esta vitamina. De manera excepcional, tómalo durante 20 minutos sin protección, evitando los momentos de mayor radiación.
  • Suplementos de vitamina D. Existen preparados diarios y también concentrados para tomar semanal, quincenal o mensualmente. Cuando no es suficiente, puede combinarse la suplementación de vitamina D con la ingesta de calcio. En algunos casos, se suelen realizar análisis de sangre para controlar los niveles de vitamina D hasta que éstos se regulan. El profesional médico siempre debe controlar esta ingesta. Aunque es muy poco frecuente, la intoxicación por vitamina D puede ser grave.

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