Del fortísimo dolor de cabeza a las pérdidas de visión: ¿sabes reconocer los síntomas del ictus?

  • Los síntomas que se presentan con el ictus pueden avisarte de que se ha presentado sin avisar y de esta forma actuar lo más rápido posible para ser atendido por el personal sanitario

Por sorpresa, y no de las buenas. Así como aparece un ictus, una de las principales causas de muerte en España y que afecta a más de 100.000 personas al año. Reaccionar rápidamente es necesario para que el personal sanitario pueda actuar cuanto antes. Se lo conoce como accidente cerebrovascular porque la sangre no llega al cerebro tras la obstrucción o rotura de la arteria, lo que provoca la muerte de las células nerviosas de la parte afectada del cerebro, que deja de cumplir sus funciones. Los síntomas que puede presentar son múltiples y claves para hacer saltar las alarmas. Y ojo, porque una parte de los afectados pueden llegar a presentar los síntomas de forma leve antes de que se produzca, por lo que habría que acudir al especialista para tratarlo previamente. Pero, ¿cuáles son esos síntomas?

Dificultades para hablar

Es uno de los síntomas más comunes, cuando el paciente se ve incapacitado para hablar de forma coherente e incluso le cuesta entender lo que el resto de personas dicen. Suele ocurrir de forma repentina, hablar con normalidad y de repente no poder articular las palabras de forma adecuada o de manera ordenada.

Dolor de cabeza

En algunos tipos de ictus el dolor de cabeza es impresionantemente fuerte, una molestia que aparece rápidamente sin explicación aparente. En muchas ocasiones es el único reflejo del ictus, por eso mismo suele confundirse con una migraña, pero su dolor es más fuerte todavía y puede ir acompañado de nauseas.

Pérdida de la coordinación corporal

Al afectar directamente al sistema nervioso es frecuente que la movilidad no sea la habitual, con grandes dificultades para, por ejemplo, levantar el brazo o no tener fuerza para poder caminar adecuadamente. Puede ir acompañado de esa desagradable sensación de hormigueo. Pero en esta limitación de movimiento también se puede ver afectada la cara, normalmente paralizando uno de los lados. Una de las formas más sencilla de diagnosticarlo es intentar sonreír, pues un lado quedará totalmente inmóvil.

Pérdida de memoria y de la visión

En cuanto a la visión es muy posible que se pierda la visión de uno de los ojos, comenzando a ver algo borroso. Junto a esto, también pueden darse repentinas pérdidas de memoria acompañadas de cierta confusión e incluso vértigo.

¿Qué causa el ictus?

Las primeras cuatro horas desde la detección de los síntomas son clave para evitar posibles secuelas. Pero prevenirlo es posible si se tienen en cuenta ciertas causas que favorecer o aumentan las posibilidades de padecer un ictus. Entre ellas, la edad, pues una vez pasados los 60 es cada vez más probable que se produzca, más aún si hay cierto componente genético y alguien más en la familia lo ha padecido.

Y cuidado porque se puede ser repetidor. Una vez se produce un ictus, aunque te recuperes completamente, existen muchas más posibilidades de volver a padecerlo. Así mismo la hipertensión es un factor de mucho riesgo, pues la tensión alta es una de las causas más comunes en relación a la aparición de un ictus. Lo mismo ocurre con la diabetes, una enfermedad que aunque no lo parezca, aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular.

Por su parte, el tabaco es un factor que daña bastante el sistema cardiovascular, por lo que aumenta las posibilidades de sufrir un ictus. Y si el tabaco no está recomendado, tampoco lo está el alcohol, por lo menos en su consumo excesivo debido a que puede aumentar la tensión arterial y llevar a padecer otras enfermedades cardíacas que pueden incrementar el riesgo de ictus.

Los síntomas de los ictus llegan de manera repentina, aunque en ocasiones pueden existir pequeños avisos previos. No fumar, una dieta equilibrada, ejercicio moderado, o un control exhaustivo de la presión sanguínea son algunas de las medidas preventivas que pueden ayudar a prevenir esta patología que puede dejar grandes secuelas si se actúa tarde.

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