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El 45% de los españoles mayores de 50 años sufren presbicia, es decir, la pérdida gradual de la capacidad que tiene el ojo para ver objetos de cerca. Sin embargo, científicos del Instituto de Óptica del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acaban de probar un nuevo método que podría suponer un antes y un después en este problema de la vista.
Hasta ahora, la solución quirúrgica que había contra la presbicia era sustitución del cristalino por una lente que fuera capaz de imitar la función del cristalino, lo que suponía algún riesgo a la hora de tener que operar, con las molestias que ello suponía.
Ahora, el equipo de la investigadora Susana Marcos (Premio Nacional de Investigación 2019), ha desarrollado una lente acomodativa intraocular que cambia su forma para enfocar objetos lejanos y cercanos. Básicamente sería decir adiós a problemas como la presbicia de una manera cómoda y rápida.
Según Andrés de la Hoz, investigador del Instituto de Óptica y primer autor del estudio: "la lente reproduce el comportamiento del cristalino, disminuyendo su espesor, aumentando el diámetro ecuatorial y aplanándose al desacomodar".
"Aunque ha habido propuestas previas de lentes acomodativas, estas no han demostrado un cambio de potencia efectivo, probablemente porque su diseño no responde al mecanismo natural del cristalino del ojo, o porque dependen del tamaño o integridad del saco capsular. Nuestra lente sí ha logrado un cambio de potencia efectivo", concluye De la Hoz.
Por el momento, esta lente intraocular no ha sido probada en humanos, aunque sí de manera computacional. El prototipo se ha probado en un sistema motorizado que imita las fuerzas del músculo ciliar, gran responsable de cambiar la forma de la lente para enfocar. Los resultados han sido tan positivos que ya se espera que el próximo paso sea su primera implantación en pruebas en humanos.
La misma investigadora del CSIC, Susana Marcos, y su equipo, también acaban de implantar por primera vez en pacientes una lente intraocular para tratar la cataratas. Esta afección visual "afecta a la mitad de la población por encima de los 65 años y su cirugía conlleva unos 28 millones de procedimientos al año", comenta Marcos.
En estas cirugías, "se reemplaza el cristalino natural por una lente intraocular artificial. Estas lentes tienen diseños cada vez más sofisticados que devuelven no solo la transparencia del cristalino natural sino que también optimizan su calidad óptica", explican desde el CSIC.
Esta nueva lente intraocular mantiene una calidad de óptica óptima para lejos y distancias intermedias. Además, se evitan halos y otros artefactos presentes en otros tipos de lentes, por lo que se produce una visión natural a varias distancias.