Es difícil imaginar un mundo sin mascarillas. Y más aún en nuestro país, donde es obligatoria en casi cualquier circunstancia: tanto al aire libre (excluyendo actividades físicas como correr o ir en bicicleta) como en superficies cerradas, tales como supermercados, comercios, centros comerciales y demás. Prácticamente, cualquier actividad en España está supeditada a su uso. En este contexto, es necesario que los nuevos diseños que vayan saliendo incorporen mejoras para que las posibilidades de contagio sean cada vez menores.
Y eso es precisamente lo que buscan el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la empresa Bioinicia con su nueva mascarilla, fabricada a partir de nanofibras. Los impulsores del proyecto aseveran que la diferencia radica en que la gran mayoría de las mascarillas de uso cotidiano utilizan "fibras de tejido soplado en fusión de polipropileno", cuya eficacia se basa en "cargas electrostáticas que atraen y capturan las partículas del aire a medida que pasa a través del filtro". El problema es que ese filtrado solo es efectivo cuando la mascarilla está seca. Y ahí reside la diferencia con la del CSIC y Bioinicia.
En el caso de Proveil (así se llama la creación), la eficiencia se mantiene en el tiempo debido a los materiales utilizados. Se trata de una capa "extremadamente delgada de nanofibras", con un diámetro hasta diez veces inferior que el de las mascarillas con fibras convencionales. Con ello proporciona una filtración mecánica más efectiva. "La mayor área de superficie y el menor tamaño de poro maximizan la probabilidad de que las partículas se detengan por las fibras sin depender de la atracción electrostáctica", señalan. Y con ello, la efectividad se mantiene.
Todo ello se traduce, según los desarrolladores, en un aumento de la eficacia de hasta el 97 %, que logra desactivar la COVID-19 en apenas dos horas. La iniciativa nació para dar respuesta a los problemas de durabilidad de las mascarillas convencionales, ya que con la humedad del aliento pierden eficacia rápidamente y pueden convertirse en un problema más que en una solución para contener los contagios.
Su diseño tiene una forma cóncava que permite un ajuste facial importante, ahora que se ha demostrado la importancia de los ajustadores en la eficacia contra el virus, en base a un estudio reciente de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, que dedujo que a una mayor 'mimetización' de la cara con la mascarilla, más potente es la protección ante la COVID-19.
Las mascarillas del CSIC y Bionicia pueden adquirirse a través de la página web del producto. Vienen en un lote de 25 unidades y cuestan 60 euros, aunque por el momento no hay stock. Según destacan los fabricantes, cuenta con los requisitos esenciales de salud y seguridad que se incluyen en el anexo II del Reglamento de la Unión Europea 2016/425 del Parlamento Europeo y del Consejo del 9 de marzo de 2016 sobre los Equipos de Protección Individual (EPI).