Mi padre necesita un andador: cuál es el mejor para él y de qué precios hablamos

  • Antes de elegir, hay que pensar donde se va a utilizar mayormente, puesto que serán distintos los andadores de exterior que los de interior del hogar

Con el paso del tiempo, el organismo de las personas se va deteriorando. Por mucho que te sientas como un roble, los huesos se van debilitando y en ocasiones puede afectar a la movilidad o al mantenimiento del equilibrio corporal. Seguramente alguno de tus padres o familiares más directos esté en esa situación. No es tan grave como para que utilicen una silla de ruedas, pero el bastón no les resulta del todo cómodo. Aunque parezca que se agotan las posibilidades, están los andadores. Hay varios tipos y su uso les dará una gran seguridad a nuestros mayores.

El uso de un andador no deja de ser duro, es un síntoma más de que el tiempo pasa y ya no se es tan joven como se pensaba. Por eso, en un principio muchos ancianos se niegan a utilizarlo, pero si se analizan las ventajas y la ayuda que puede suponer en su día a día, es un elemento perfecto para ganar dependencia en su rutina de forma segura.

Su principal cometido es ayudar a las personas que no pueden caminar del todo bien o que necesitan un apoyo para hacerlo. Si crees que a alguno de tus familiares le puede ir bien uno de ellos, es hora de mirar qué tipo de andador le puede ir mejor según su actividad diaria y dónde lo va a utilizar en mayor medida para que se adapte correctamente al entorno. Porque no es lo mismo uno para salir a la calle que uno para estar en casa.

Para dentro de casa

Los andadores para el día a día en el hogar suelen ser sin ruedas. El usuario lo levanta levemente o arrastra cada vez que va a andar, siendo un soporte bastante estable en el suelo y seguro para el momento en el que se va a poner de pie tras estar sentados. Después está la mezcla, las patas de atrás normales añadiéndole a las de delante ruedas. Son bastante más cómodos que los de cuatro patas y, lo bueno, es que además de para estar por casa, también se pueden utilizar para salir a la calle. Estos son los más baratos que se encuentran en el mercado por su simpleza, aunque no dejan de ser bastante eficaces.

Cuatro ruedas para salir a la calle

El andador de dos ruedas es una buena opción, pero el mejor para salir a la calle y dar paseos amenos en compañía es el de cuatro ruedas. Hay que buscar uno que sea capaz de transitar por distintos terrenos, tanto por la acera de una calle como por el camino de un parque. Sin duda, este es el más cómodo y práctico de las tres opciones que existen de andadores, pues aunque al principio haya que adaptarse a las cuatro ruedas, es de muy fácil manejo, ya que solo se debe empujar, sin necesidad de grandes esfuerzos. Estos andadores son bastante más caros que los otros dos tipos, puesto que además de sus cuatro ruedas, al estar especialmente destinados para el exterior, se les puede añadir muchos más accesorios.

Un andador adaptado

Un gran error que se puede cometer es comprar el primer andador que vemos que le puede ir bien a nuestro familiar. Error. Hay que probarlos y valorar los pros y contras de cada uno. El anciano debe sentirse cómodo, tranquilo y seguro cada vez que lo use, por lo que el andador debe adaptarse a él, no él al andador.

Lo bueno es que en su mayoría los andadores suelen ser antideslizantes y tener agarres acolchados y firmes para que su uso no suponga un problema. El material es algo que se debe tener muy en cuenta. Por lo general, pueden ser de aluminio o de acero inoxidable. La diferencia entre ambos materiales es el peso, por lo que es algo a valorar cuando se decide comprar uno. Si bien los de acero inoxidable son más pesados, también son más resistentes, mientras que los de aluminio son mucho más livianos, por lo que son perfectos para aquellos que se cansan rápido o tienen menos fuerza.

Un punto a favor de los andadores frente a los bastones es que se le pueden añadir accesorios según las necesidades de cada anciano, como cestas en las que llevar sus propias cosas, soportes para apoyar los antebrazos e incluso otro pequeño soporte acolchado en el que sentarse si se está muy cansado.

En un principio puede costar aceptar que es el momento de utilizar un andador, pero también hay que reconocer que dotan de mucha independencia a nuestros mayores, además de aportarles seguridad y tranquilidad en sus desplazamientos.