Jurar en arameo: demuestran que decir palabrotas es bueno para la salud

  • Una buena palabrota colocada en el momento adecuado puede sentarte mejor de lo que piensas

  • Tiene beneficios tanto para la salud como para luchar contra el dolor

A veces, colocar una buena palabrota sienta bien. No lo decimos nosotros, sino la ciencia. Más allá de que pueda resultar grosero en algunas ocasiones o inapropiado en la mayoría de conversaciones sociales, lo cierto es que varios estudios han demostrado los beneficios que tiene utilizar palabrotas en nuestro léxico habitual.

Palabrotas contra el dolor

El estudio más famoso de los que se han hecho hasta la fecha y que relaciona beneficios para la salud con las palabrotas es el que realizaron los investigadores de la Universidad de Keele (Reino Unido). Allí demostraron que decir palabrotas en un contexto de dolor puede ayudar a mitigar este.

Piensa un ejemplo: te tuerces el tobillo, te caes al suelo y, posiblemente, lo primero que sueltes por la boca sea un "¡Mierda, joder!", ¿verdad? Esta reacción espontánea va más allá del simple cabreo por la faena que te hace y tiene un efecto 'sedante' para el organismo.

Lo que descubrieron en esta Universidad es que las personas que decían palabrotas en ese momento sentían menos dolor que aquellas que no. Para demostrarlo hicieron una prueba clásica de sentir dolor: un grupo de personas tenía que meter sus manos en agua congelada mientras decía exabruptos, mientras otro grupo solo tenía que decir palabras al azar.

Aquellos que soltaban lindeces por su boca pudieron resistir, de media, 40 segundos más con las manos dentro del agua helada que aquellos que decían palabras biensonantes. Además, la sensación de intensidad de dolor también era menor entre las palabroteras.

El autor principal del estudio, Richard Stephens, en declaraciones para Uppers, cree que, como anécdota, "decir palabrotas nos ayuda a lidiar mejor con el estrés, posiblemente reduciendo cuánto pensamos acerca de una situación estresante, es decir, alejándonos del estrés. Decir palabrotas puede aumentar las endorfinas en situaciones dolorosas, pero no hay investigaciones que respalden esto, por lo que sigue siendo una teoría, y no es algo que podamos evidenciar".

Los investigadores vincularon esto con la reacción 'lucha-huida', que genera en el organismo un subidón de adrenalina y mitiga el dolor. También demostraron que este tipo de palabras se generan en el lado derecho del cerebro, destinado a los sentimientos, las emociones o la creatividad.

Stephens también opina que los tiempos han cambiado también para las palabrotas: "El lenguaje es dinámico y creo que es cierto que decir palabrotas ahora es diferente dependiendo de tu generación. Por ejemplo, en estos días, los periódicos imprimen palabras groseras en su totalidad, mientras que esto no sucedió, digamos, hace 20 años", concluye.

Palabrotas para ser honestos

Otro estudio curioso que demuestra los beneficios de las palabrotas en nuestra vida diaria es el que realizó la Universidad de Maastricht. En él, comienzan con un ejemplo claro de cómo han cambiado las cosas: en 1939, los productores de 'Lo que el viento se llevó' fueron multados con 5000 dólares de la época por la frase "francamente, me importa un bledo, querida".

Para llegar a la conclusión de que había una asociación evidente entre las personas que más tacos decían y las que eran más honestas llevaron a cabo tres experimentos.

En el primero de ellos hicieron escribir palabrotas a 276 personas y después les hicieron un test de honestidad. El resultado fue que los participantes que más palabrotas escribieron fueron los que menos mintieron.

En el segundo experimento restringieron el experimento a 70.000 expresiones de Facebook y vieron la deshonestidad es principalmente un engaño de autopromoción para hacerse parecer más deseable. Por lo tanto, la conclusión que se puede extraer es que aquellos que usan blasfemias moderadas en entornos sociales familiares tienden a expresarse de una manera más genuina, porque les importa menos tener que apaciguar a otros y promocionarse.

Por último, en el tercer experimento, analizaron un estudio de análisis de conducta que se había realizado en varios estados de Estados Unidos y llegaron a la conclusión de que la opinión de que aquellos que usan malas palabras con mayor frecuencia son más honestos, debido a que un mayor uso de blasfemias es indicativo de tener menos filtros sociales e indicativo de un ser más genuino.