El consumo de alcohol puede aumentar el riesgo de padecer cáncer: ¿cuál es el límite?

  • Tomar alcohol se asocia a un mayor riesgo de cáncer de boca y de garganta, de hígado, colorrectal y de seno

  • El alcohol causó más de 741.000 casos de cáncer en el 2020, pero poca gente es consciente de esa relación

  • Al procesar el alcohol, se produce una toxina llamada acetaldehído que puede alterar el ADN

La mayoría de la gente sabe que tomar demasiado alcohol puede dar como resultado diferentes problemas de salud. Sin embargo, no todos saben que uno de esos problemas de salud puede ser el cáncer. Con el alcohol, la clave para mantenerse saludable es la moderación.

Es probable que tomar una bebida alcohólica en la cena o en una fiesta no cause demasiado daño. Sin embargo, tomar rutinariamente más de una o dos bebidas alcohólicas por día podría aumentar su riesgo de cáncer. Y es que tomar alcohol se asocia a un mayor riesgo de cáncer de boca y de garganta, cáncer de hígado, cáncer colorrectal y cáncer de seno.

De acuerdo con un nuevo estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi 750.000 (4%) de los diagnósticos de cáncer en el mundo en 2020 se atribuyen al consumo de bebidas alcohólicas. Aunque la mayoría de los casos se vinculó al consumo excesivo de alcohol, se halló que el consumo leve y moderado representaba más de 100.000 de esos casos.

¿Por qué el alcohol aumenta el riesgo de cáncer?

Cuando se bebe alcohol, el cuerpo lo convierte en una sustancia química llamada acetaldehído. El acetaldehído daña el ADN y no le permite al cuerpo reparar el daño. El ADN es el “manual de instrucciones” de las células que controlan el crecimiento y funcionamiento normal de ellas, por eso, cuando se daña el ADN, una célula puede comenzar a crecer sin control y formar un tumor canceroso.

La clave está en lo que sucede cuando el cuerpo procesa el alcohol, según le explicó a BBC Mundo Ketan Patel, director de la Unidad de Hematología Molecular del Medical Research Council de la Universidad de Oxford, y experto en la relación entre ambos. La causa “no se ha comprendido del todo, pero hay dos grandes áreas que merecen consideración”, dijo el científico.

Una se vincula a “cómo el alcohol se procesa dentro del cuerpo: cuando bebes, el cuerpo transforma el alcohol en energía”, indicó Patel. En este proceso, “el alcohol se convierte en una toxina llamada acetildehído que puede alterar el ADN y causar mutaciones”. “Y como no puedes desarrollar cáncer sin genes mutantes, lo que sea que promueva la mutación de los genes, promoverá el cáncer”, explicó el especialista.

Frente al daño que hace el acetildehído, que se genera a partir de la descomposición del alcohol, el cuerpo se defiende con una enzima que elimina esta toxina (la ALDH2) y luego mediante un sistema que repara el daño en el ADN y evita que ocurra una mutación.

“Cada vez que bebes alcohol estos dos sistemas de protección evitan que el alcohol te haga mucho daño. Y la evidencia de que esto es así es que cuando estos dos mecanismos no están (en humanos o en el laboratorio), se ve una sensibilidad extrema al alcohol y al daño que le hace al ADN, y predisposición al cáncer”, explicó Patel.

Esta falta o deficiencia, no obstante, es bastante común. Se estima que cerca de un 8% de la población mundial, la mayoría en el este asiático, tienen una deficiencia de ALDH2 -que hace que la piel se les enrojezca cuando beben alcohol- y esto los hace más vulnerables a ciertos tipos de cáncer. Desde el punto de vista de la evolución, el enrojecimiento en las personas con esta deficiencia actúa como una señal de alarma para evitar que consuman alcohol.

Consejos para reducir su consumo

Saber cuánto consumo de alcohol debe considerarse de riesgo es una de las claves para que los consumidores tomen conciencia de la importancia de los hábitos saludables. Partiendo de la idea de que no hay consumo de riesgo cero, el consumo de bajo riesgo no debería superar las 2 unidades de alcohol al día en varones y una en mujeres, lo que equivale a uno o dos vasos de vino de 100 o de 250 cc de cerveza. Este consumo supone un riesgo de mortalidad del 1/1000, que por consenso se considera aceptable en caso de conductas voluntarias. Con todo, lo más saludable es reducir el consumo de alcohol lo máximo posible.

  1. Lleva un registro de cuánto bebes, ya sea en una tarjeta, un calendario o una aplicación.
  2. Cuenta y mide. Conoce el tamaño estándar de las bebidas para que puedas contar lo que tomas con precisión.
  3. Establece metas. Decide cuántos días beberás a la semana y cuánto alcohol consumirás.
  4. Busca alternativas. Ocupa tu tiempo de beber con actividades, pasatiempos e intereses saludables.
  5. Evita los desencadenantes. Piensa en lo que te hace más propenso a beber e intenta evitar esas situaciones.
  6. Planea cómo enfrentar los impulsos. Recuérdate por qué estás tratando de reducir el consumo, distráete con otra actividad o habla de las dificultades con alguien en quien confíes.
  7. Conoce tu “no”. Si te ofrecen una bebida, ten listo un “no, gracias” cortés y convincente.