Alberto, un año después de su implante de pelo: "En la cuarentena he echado de menos una peluquería"

  • Alberto decidió operarse en Madrid en vez de en Turquía por proximidad y poder tener una recuperación tranquila y controlada

  • Durante estos 12 meses hemos seguido su evolución y sus cambios: "He recuperado la sonrisa"

Alberto (48) luce pelazo. Los rizos salvajes han invadido su cabeza. Lo conocimos hace un año, cuando entraba en una clínica de injerto capilar para cambiar su vida. El camino durante estos 365 días no ha sido fácil, pero ha merecido la pena. Ahora ha recuperado la sonrisa, la felicidad, y la autoestima.

Volvemos a contactar con él a través de WhatsApp y, tras los abrazos virtuales iniciales, le sigue un sticker, su propio sticker, con un pelo y una barba bien tupidas. Buena señal. Todo ha ido bien.

"Después de un año me parece mentira. Tengo la sensación de que cuando dejé de tener mi pelo y decidí raparme y ponerme la prótesis es como si hubiera sido un paréntesis en mi vida", nos cuenta Alberto. "Ahora vuelvo a tener la imagen que tenía antes, y es increíble, porque no dejo de sorprenderme cada día".

Durante todo este año, Alberto ha pasado por varias fases en las que los 3.226 folículos capilares que le fueron implantados han ido reaccionando de distintas maneras. No todos los momentos han sido fáciles y estar bien preparado psicológicamente, reconoce, es fundamental.

"Hay veces que sientes que no avanza, que retrocede, pero el cuerpo actúa de forma natural y hay que pasarlo. Hay que ser muy consciente de que el proceso requiere una paciencia que a veces se pierde, pero ahí el equipo de la clínica actúa casi como psicólogos y ayudan mucho, porque no solo se limitan a la intervención sino que también están ahí siempre para apoyarte y darte ese empujón y tirar para adelante", nos relata Alberto.

No se avisa bien de todo el recorrido

Una queja que ya nos hizo llegar cuando hablamos con él a los seis meses de la operación es que, a pesar de todos los anuncios que hay para hacerse un injerto capilar, nunca se detalla el año, año y medio posterior que hay que pasar, con multitud de cuidados para que todo vaya bien.

"Ahora, cuando aconsejo a otra gente a que se haga esto, les digo que sepan que van a tener que llevar unos procesos para los que, psicológicamente, tendrán que estar preparados. A mí nadie me avisó de esto, porque no se informa mucho de ello. Es importante decirlo y que la gente lo sepa, que se preparen para afrontarlo bien", explica.

"Mi proceso ha sido un poco complicado y eso me ha complicado a nivel psicológico, pero fui fuerte, lo afronté bien, confié en los expertos de la clínica y siempre teniendo un pie en la tierra y pensando que el resultado tendría que ser óptimo; y pasado un año lo he comprobado", nos cuenta feliz.

"Un peluquero en la cuarentena"

Ahora que Alberto vuelve a tener su pelo de siempre, "rizado, incluso a veces indomable", tiene los mismos problemas que cualquiera ha tenido en esta cuarentena: el cierre de las peluquerías.

"Durante la cuarentena me ha ocurrido como el resto: he echado de menos una peluquería, y lo he solventando con cambios en el peinado, pero en breve pediré cita con mi peluquero habitual, que ahora vuelvo a tenerlo, y estoy ya deseando sentarme de nuevo en la silla y dar atractivo a mi nueva imagen", nos cuenta feliz.

Además, para Alberto la crecida de su nuevo pelo ha traído algo más que una buena mata de rizos. "La autoestima se eleva al 100%, porque uno se ve mucho mejor, incluso me veo más joven, y eso te beneficia porque hasta te ayuda a cuidarte en otros sentidos: alimentación, físico... Me siento súper reforzado y ahora me cuido más y me siento más atractivo y más guapo".

Por último, no deja de agradecer a los profesionales de la clínica MC360 que aquel día le devolvieron la ilusión y han estado a su lado durante todo este año. "Se han convertido en parte de mi vida, como cuando conoces a un amigo y pasa a formar parte de tu día a día".

Al final, la felicidad puede llegar a tu vida desde muchos lugares diferentes pero, en el caso de Alberto, la felicidad tenía forma de folículo capilar. "Hace un año os dije que quería recuperar mi sonrisa y ahora, un año después, os puedo confirmar, al 100%, que la he recuperado".