Que la diabetes no te pille por sorpresa: aprende a reconocer los principales síntomas

  • Dependiendo del tipo de diabetes, los síntomas pueden ser más visibles antes o después, de ahí la importancia de los controles rutinarios

  • El no poder convertir la glucosa en energía puede llevar a que el paciente se sienta más cansado o fatigado

La diabetes es una enfermedad bastante común y a la vez temida porque hace que se tengan que cambiar ciertos hábitos rutinarios para mantener una buena calidad de vida y la patología controlada. En España hay más de cinco millones de personas que padecen diabetes de tipo 2, que es la más común y que se provoca porque el páncreas no es capaz de generar la cantidad suficiente de insulina que se necesita o no puede utilizarla como debería. Conocer bien sus síntomas puede ser clave para diagnosticarla a tiempo y comenzar un tratamiento y un cambio de hábitos lo más rápido posible.

La insulina es una hormona importantísima para el correcto funcionamiento del organismo, pues su función es transportar la glucosa a las células para que se transforme en energía y, por tanto, ayude a mantener los valores de glucosa ideales en sangre. En las personas diabéticas esto no ocurre, por lo que los niveles de glucosa son más elevados y afecta a muchos órganos que pueden irse deteriorando hasta llegar a sufrir infartos, pérdidas de visión o, en casos muy graves, llegar a tener que amputar parte de las extremidades inferiores. Por eso mismo, cuanto antes se diagnostique, antes se podrá tomar control sobre ella.

¿Tipo 1 o tipo 2?

Existen varios tipos de diabetes, pero generalmente hay dos clases que son las más frecuentes. La primera es la de tipo 1, y no se conoce la causa exacta por la que el páncreas deja de generar insulina, pero la Federación Española de Diabetes (FEDE) establece que existe cierto componente genético que predispone su desarrollo. La diabetes tipo 1 suele aparecer en edades tempranas, en la infancia o adolescencia, aunque también puede surgir con mucha menos frecuencia en la edad adulta. Este tipo lo sufre entre el 5 y el 10% de la población diabética en el mundo.

Por su parte, la diabetes tipo 2 es la más común y, a diferencia de la tipo 1, en esta sí se produce insulina, pero los niveles de glucosa son muy elevados porque el organismo no es capaz de utilizarla adecuadamente a pesar de su presencia. Aquí sí que se encuentran algunos causantes, pues la obesidad y el sedentarismo son dos factores de riesgo muy importantes que pueden facilitar el desarrollo de esta enfermedad, además de la edad, pues es frecuente que se diagnostique en personas de edad avanzada.

A pesar de que son menos frecuentes, cuidado con las embarazadas, en especial en el segundo y tercer trimestre de gestación, pues podrían sufrir diabetes gestacional que puede afectar a ella y también al feto. También existen las de tipo MODY y tipo LADA, pero son mucho menos frecuentes.

¿Qué síntomas se presentan?

Reconocer los primeros síntomas puede ser clave para un primer chequeo que detecte los niveles elevados de glucosa en sangre y, por tanto, la falta de insulina o el mal uso de esta que provoca la diabetes. Uno de los síntomas más frecuentes es la necesidad de orinar más veces de lo normal por un simple motivo, ese exceso de glucosa debe ser eliminado de alguna forma, lo que lleva a que los riñones produzcan una mayor cantidad de orina. La FEDE establece que, como consecuencia de este síntoma, los pacientes con diabetes suelen aumentar la sensación de sed al tener la necesidad de ingerir más líquidos.

El buen funcionamiento de la insulina convierte a la glucosa en energía, por lo que uno de los principales signos es el cansancio o la fatiga que se puede sufrir a causa de una falta de esta, lo que también lleva a que el paciente tenga más hambre de lo que acostumbraba. Además, en la diabetes de tipo 1 es normal que existan pérdidas de peso que en un principio no tienen un motivo aparente hasta que se diagnostica.

En el tipo 1 el diagnóstico suele ser más rápido por la evidencia de los síntomas, pero la tipo 2 es algo más peligrosa porque puede tardar más en manifestarse de forma visible para detectarla con claridad. Esto puede llevar a que el paciente tenga complicaciones en el futuro, como puede ser la pérdida de visión, mucho más borrosa o con dificultades para la lectura, e incluso problemas circulatorios en manos y pies.

Cabe destacar que es bastante frecuente que, tras una herida o hematoma, el tejido tarde más en curarse, así como una mayor predisposición a sufrir infecciones en el tracto urinario, pero también en la piel, las encías y el aparato respiratorio.

Detectarlo a tiempo es imprescindible para ponerse desde el primer momento en manos de especialistas que traten la gravedad en la que se encuentra la patología y el tratamiento necesario, así como los cambios de hábitos que se deben establecer en el día a día para mantener la diabetes controlada.