Que no te líen: ¿por qué los túneles de desinfección no son tan seguros contra el covid como dicen?
El Ministerio de Sanidad asegura que actualmente no existe ningún producto virucida que esté autorizado para su uso por nebulización sobre personas
Hablamos con Estanislao Nistal, virólogo y profesor de microbiología en la Universidad CEU San Pablo
El problema de estos túneles es que, además, dan una falsa sensación de seguridad
El coronavirus ha hecho que estemos viviendo una época de ciencia ficción. Todos pensábamos que esto solo pasaba en las películas: mascarillas, distancia, guantes, limpieza extrema y la última moda en muchos centros comerciales, los túneles de desinfección. Una especie de arco de seguridad, como el que encontramos en los aeropuertos, pero que lejos de detectar metales, nos rocía con una sustancia que, supuestamente, nos hace entrar más limpios a los establecimientos. Hablamos con Estanislao Nistal, virólogo y profesor de microbiología en la Universidad CEU San Pablo, para que nos cuente las ventajas y desventajas de este sistema y su utilidad real.
Ojo con el producto que pulveriza
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Los hemos visto los últimos días en centros comerciales de la isla francesa de Córcega y desde la empresa que los ha instalado aseguran que actúan en tres niveles: primero por ultrasonido, después por luz ultravioleta y por último, nebulizan una solución que atraviesas. Después de este proceso, la garantía de que en la ropa no quede ningún virus ni bacteria es alta. Cada uno, cuesta cerca de 10.000 euros y genera verdaderas dudas entre los expertos.
El problema es la falsa sensación de seguridad que pueden generar en el entorno en el que se instalan
Una de las primeras, saber qué contiene exactamente el líquido que te rocían por encima. "Hay que estudiar exhaustivamente qué contiene la mezcla. Quiero pensar que no tendrá lejía, lysol, ni otro virucida, porque al final toca nuestra piel, nuestros ojos, lo inhalamos… y puede llegar a suponer un verdadero riesgo para la salud si no está realmente testado", explica Nistal. Incluso, con que contenga alcohol diluido, como el de los geles desinfectantes de manos, supone un riesgo ya que estos tampoco nos los ponemos sobre los ojos.
Por otro lado, debemos analizar la capacidad real de transmisión del virus en la zopa o los zapatos. "Es algo similar a las alfombrillas que se ponen impregnadas de virucidas a la entrada de algunas tiendas y restaurantes. No digo que el líquido no tenga eficacia, pero el riesgo es muy pequeño, sobre todo cuando dentro de estos centros comerciales hay restaurantes y bares en los que la gente se quita la mascarilla o vemos verdaderas aglomeraciones en las tiendas. Ahí está el peligro y no en la ropa que llevan puesta", apunta el virólogo.
Una acción de marketing más que de salud
Además, estas máquinas no son capaces de identificar si una persona está contagiada o no lo está. Simplemente se limita a desinfectar la ropa que lleva puesta. Tampoco controla la higiene de manos de la persona en cuestión, otra de las medidas más efectivas frente al virus, junto con la distancia y las mascarillas. "Estamos en un momento en el que volvemos a tomar medidas muy restrictivas, el miedo de una nueva ola tras las navidades es cada vez mayor y toda precaución es poca. Pero yo, antes de instalarlo en mi negocio, lo pensaría dos veces".
El peligro está en la falta de distancia, en la gente sin mascarilla, no en la ropa que llevan puesta
El problema es la falsa sensación de seguridad que pueden generar en el entorno en el que se instalan. Estos arcos no curan a una persona asintomática, ni reducen el contagio cuando no se respetan las medidas de seguridad. Tampoco implica que, tras pasarlos, podamos prescindir del uso de mascarillas. "De cara a dar buena imagen es bonito, pero carece de practicidad real. Si una persona está infectada lleva el virus dentro y eso no lo elimina", concluye el experto.
Es más, el Ministerio de Sanidad asegura que actualmente no existe ningún producto virucida que esté autorizado para su uso por nebulización sobre personas, por lo que advierte de que la técnica de aplicación "de ningún modo" puede ser usada sobre la población ya que un uso inadecuado de biocidas introduce un doble riesgo, posibles daños para la salud humana y dar una falsa sensación de seguridad.