"No me arrepentí de hacerlo pero sí de contarlo": Mi vida un año después de la vasectomía

  • La vasectomía no afecta al funcionamiento normal de la erección ni de la eyaculación

  • Antonio (56) se hizo la vasectomía a los 49 años cuando ya era padre de dos hijas

  • "Nos lo planteamos como un respiro para los dos, un problema que nos quitábamos para siempre"

La vasectomía es un método anticonceptivo sencillo, seguro y eficaz en una enorme medida. No afecta al funcionamiento normal de la erección ni al de la eyaculación, al deseo sexual ni al aspecto de los genitales. Sin embargo, debido al tabú absurdo que la rodea, sigue resultando un método poco popular. Hablamos con Antonio sobre las ventajas de su proceso y las inconveniencias que encontró en su entorno durante el primer año.

Tomar la decisión

Antonio tiene hoy cincuenta y seis años y se hizo la vasectomía en 2012, cuando tenía cuarenta y nueve años y dos hijas. Tomó la decisión seguro de que era lo más cómodo y adecuado para su situación familiar en consenso total con su esposa: “No nos costó muchísimo tomar la decisión desde que surgió el tema. Nos lo planteamos porque nuestra hija mayor tenía diez años y la pequeña seis, mi mujer y yo nos sentíamos satisfechos en ese sentido y no había ninguna necesidad de ampliar la familia. Por otro lado, el segundo parto de ella había sido complicado, tener más hijos hubiera supuesto muchos riesgos, de salud, de economía, de espacio, de todo, ni nos entraba en la cabeza.”

Ningún método anticonceptivo les acababa de resultar cómodo y esto les generaba ansiedades puntuales: “Usábamos preservativos porque los métodos con hormonas a ella le sentaban fatal, eran cargantes en todos los sentidos, le amargaban la vida y lo sufríamos todos, pero si alguna vez teníamos un descuido luego nos preocupábamos mucho porque realmente no deseábamos tener más hijos, hubiera sido un problema grave. En una de esas salió la idea de por qué no ponerle una solución definitiva al tema. Al principio surgió como un deseo de no tener que preocuparnos más por eso, y nos dimos cuenta de que era posible de manera bastante fácil.”

Decidimos ir directamente a una clínica privada porque sabíamos que en la Seguridad Social hay unas colas terribles

Para sus circunstancias, la vasectomía parecía una solución ideal: “Sabíamos en qué consistía a grandes rasgos pero buscamos más información primero en internet y nos empezamos a entusiasmar. Nos lo planteábamos como un respiro enorme para los dos, un problema que nos quitábamos para siempre. En los siguientes días el tema volvió a salir y decidimos ir directamente a una clínica privada porque sabíamos que en la Seguridad Social hay unas colas terribles, cosa que me gustaría destacar, y queríamos tenerlo resuelto cuanto antes. Era un esfuerzo económico puntual pero nos compensaba.”

Una operación rápida, una recuperación aún mejor

Así fue, con paso firme llevaron a cabo el plan a la mayor brevedad posible y ambos quedaron encantados: “En un mes y poco estuvo hecho. Jamás me he arrepentido. La operación fue muy rápida, menos de una hora, y ese mismo día estaba en mi casa con algunas molestias que se habían ido completamente a los dos días. Estábamos encantados y en el plazo de un mes estaba recuperado del todo y con la garantía de poder llevar la vida sexual que quisiera sin volver a preocuparme.”

Lo sabían algunos familiares cercanos que apoyaron totalmente la decisión

De lo que sí se arrepintió en parte fue de hablar de ello frente con ciertas personas: “Todo el proceso lo vivimos mi mujer y yo como algo personal e íntimo. Tomamos la decisión por nuestra cuenta y lo llevamos a cabo de forma rápida y eficaz sin darle bombo. Lo sabían algunos familiares cercanos que apoyaron totalmente la decisión, pero por ejemplo la madre de mi esposa nos advirtió que los tíos se ponían muy tontos con eso. Yo sabía que en parte tenía razón pero no me esperaba que en esos tiempos nadie le fuese a dar mucha importancia. Fue un error porque con la gente del trabajo me confié”. Una reacción muy parecida a cuando vas a hacerte un tacto rectal para revisarte la próstata.

Arrepentido de contarlo en algunos círculos

Las burlas y la ignorancia no tardaron en brillar de forma muy molesta: “Hacía ya unos meses que había llevado a cabo la operación cuando lo comenté con algunos compañeros precisamente para recomendarlo y en aquel momento todos (eran cinco) se llevaron las manos a la cabeza, se rieron o mostraron disgusto por mí. Aquello se convirtió en una especie de intervención para ver si mi mujer me había obligado, que cómo me había dejado convencer para eso, que por qué no se hacía ella una ligadura, preguntas absurdas sobre impotencia y falta de eyaculación (todo mitos estúpidos), me dio muchísima pereza y me pareció muy ofensivo para mí y para mi esposa, por la que no mostraron ninguna comprensión, como si fuera una arpía manipuladora y yo un calzonazos. Para mí era obvio, ella había pasado ya por enormes esfuerzos físicos y la solución en mi cuerpo era más sencilla que en el suyo, era doloroso ver cómo para estos tíos la idea de ser tú quien se expusiera por una vez a algún proceso era ridícula. Fue extremadamente desagradable y me arrepentí de haberlo dicho.”

Es un tema mucho más estigmatizado de lo que yo creía

Antonio, viendo que la mayoría de comentarios recibidos provenían de la desinformación, intentó aclarar la cuestión pero se dio cuenta de que “empezaron a decirme que sí como a los locos y luego había risitas a mi costa. No daba crédito a tanta tontería. Gracias al apoyo de otros compañeros y compañeras que les llamaron la atención, la situación medio se acabó disolviendo y por suerte con la mayoría ya ni siquiera trabajo, pero aprendí que es un tema mucho más estigmatizado de lo que yo creía y a partir de entonces miro mucho a quién se lo cuento. A veces me dan ganas de gritarlo a los cuatro vientos para ayudar a combatir el prejuicio pero puede llegar a ser tan incómodo y violento que, aunque estoy ya curtido con el tema, sigo prefiriendo la discreción. Por suerte también ha habido gente dentro del entorno más cercano de familia y amigos que lo ha comprendido sin problema y me ha expresado su apoyo.”

Antonio, dada su edad y su situación familiar, no tuvo ningún problema, pero quisiera dejar constancia de que existe un muro bastante rígido a la hora de acceder a este tipo de servicios: “Una de las personas que se interesó por el tema cuando se enteró de que yo lo había hecho fue la pareja de una prima mía. Él tenía entonces unos treinta y cinco años, había tenido un niño con mi prima y no les interesaba tener más. Acudió a la Seguridad Social dispuesto a esperar la cola que hiciera falta pero no logró su objetivo, le pusieron impedimentos muy duros hasta que desistió. Impedimentos aludiendo a que se iba a arrepentir, a que podía querer ser padre más adelante tal vez con otra mujer, a que nunca se sabe, lo consideró todo muy ofensivo e indignante para él y su pareja, ¿por qué no podían dejarle decidir sobre su propia vida?”

Durante este primer año, Antonio encontró que había tomado una de las mejores decisiones de su vida pero también que el mundo aún no estaba preparado para aceptarlo y que “en lo referente a lo sexual, parece que la gente tenga mucha prisa para meterse a opinar como si estuvieran invitados de entrada.” Al preguntarle si cree que los tiempos han cambiado, su respuesta es clara: “Me puedo equivocar, pero por lo que he observado creo que han cambiado muy poco, que se avanza muy lentamente. A mí a estas alturas me da cada vez más igual lo que digan, no es como aquella vez que me cogió por sorpresa y menos preparado, pero queda mucho camino y ganas de tonterías tampoco me sobran.”