¿Funciona eso de cenar como un mendigo y desayunar como un rey para bajar tripa?

Seguro que alguna vez has escuchado ese dicho popular de ‘desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo’. Durante años, los médicos han hecho referencia a esto como una fórmula sencilla para explicar que el mayor consumo calórico debe producirse a primera hora de la mañana, cuando tenemos todo el día por delante, y que, por lo contrario, antes de irnos a la cama con un tentempié ligero sería suficiente. Ya sabemos que en todo lo relacionado con la nutrición las recomendaciones han ido cambiando. Ahora podemos comer alimentos que antes estaban prohibidos y un nuevo estudio publicado en la revista Cell Metabolism arroja luz sobre el refrán. Te lo contamos. 

¿La hora importa?

Unos dicen que lo importante es el cómputo calórico total a lo largo de la jornada, otros que la mejor opción es el ayuno intermitente, algunos se toman un chupito de agua con limón en ayunas y los hay que cenan solo un yogurt. Seas de una corriente u otra, la clave es saber si realmente el momento del día en el que comemos puede afectar al control del peso.

"Esta idea ha sido impulsada en gran medida por el campo del ritmo circadiano. Pero nosotros, en el campo de la nutrición, nos hemos preguntado cómo podría ser esto posible. ¿Adónde iría la energía?", explica la autora principal del trabajo, la profesora Alexandra Johnstone, investigadora en el campo del control del apetito en el Instituto Rowett de la Universidad de Aberdeen, en Escocia.

Para obtener respuestas, los investigadores reclutaron a 30 personas que tenían sobrepeso u obesidad para controlar sus dietas y medir su metabolismo. A cada uno se le fue asignada un tipo de dieta, unos más calórica a primera otra y otros a última. La conclusión fue clara: los gastos de energía y la pérdida total de peso fueron los mismos para las dietas más calóricas por la mañana y por la noche. 

Lo que sí que cambió, sin embargo, fue la percepción de los participantes. “Su apetito estaba mejor controlado los días que comían un desayuno más abundante y que se sentían saciados durante el resto del día", apunta Johnstone. Esta afirmación resulta ligeramente contradictoria ya que la lógica nos dice que, si nos sentimos más saciados, tenderemos a comer menos y, por lo tanto, con una ingesta calórica menor, la pérdida de peso debería ser más rápida. 

¿Y si aplicamos ayuno intermitente?

Ante los resultados, la autora asegura que ahora mismo sus investigaciones se van a centrar en probar qué pasa si aplicamos un ayuno intermitente, ya que este patrón podría resultar útil para determinar cuál es el mejor momento del día para que las personas que siguen este tipo de dieta consuman sus calorías.

Uno de los problemas que puede tener esta investigación es que a todos los pacientes se les aplicó la misma dieta y eso puede ser contraproducente ya que los nutricionistas aseguran que los patrones deben ser personalizados y adaptados a las necesidades de cada individuo. "Una cosa que es importante tener en cuenta es que, en lo que respecta al momento y la dieta, es probable que no haya una dieta que se adapte a todos", concluye Johnstone.