Cenar un yogur o una fruta: el mito de que baja tripa desmontado por un nutricionista

  • El 50% de los ciudadanos que han acudido a consulta ha engordado entre 5 y 10 kilos

  • A partir de los 50 emetabolismo se ralentiza, las hormonas se desploman y realizando la misma actividad se quema mucho menos

  • "Desde el punto de vista sanitario, un yogurt y una fruta evidentemente no cubren el espectro nutricional"

Un yogurcito y a la cama. Es una de las costumbres más arraigadas cuando queremos bajar de peso. Forma parte de la cultura popular del adelgazamiento y sentimos decirte que no sirve para nada. Sabemos que, a partir de los 50, eliminar la tripa es más complicado. El metabolismo se ralentiza, las hormonas se desploman y realizando la misma actividad se quema mucho menos, esto favorece que la grasa se acumule con más facilidad. Pero esto no debe se la excusa para hacer locuras. A estas alturas, todos sabemos que la variedad: frutas, verduras, proteínas, grasas, hidratos… es lo más saludable para nuestro organismo, sin embargo, en internet siguen pululando miles de consejos de cómo reducir las cenas al máximo para conseguir resultados 'milagrosos', como si cenas solo fruta o un sándwich. Nosotros recurrimos a un experto, hablamos con Alejandro Vera, psicólogo y nutricionista de Grulla psicología y nutrición, para que nos resuelva las dudas sobre si un yogurt o una fruta por la noche son efectivos para la pérdida de peso.

Lo importante es el cómputo global

Como en todo, generalizar es complicado. En el tema de la alimentación lo importante no es analizar aisladamente cada comida que se realiza en un día, es fundamental tener la visión global diaria e incluso semanal. "Desde el punto de vista sanitario, un yogurt y una fruta evidentemente no cubren el espectro nutricional. Aunque analizar el hecho aislado sin ver la alimentación global es difícil, es de suponer que una persona que cena solo eso, rara vez mantiene una alimentación equilibrada y completa el resto del día, ya que la cena es una de las comidas principales de la jornada en nuestro país, junto con la comida", apunta el experto.

Con esto no queremos decir que todas las ingestas vayan a ser completas, pero teniendo en cuenta que es una de las más importantes de día, parece complicado que con la otra se cumpla con la cantidad necesaria de verduras y proteínas, que pueden ser incluso en forma de pizza casera fit, aunque parezca mentira. "Es cierto que tendría sentido cenar un yogurt si, por ejemplo, con el resto de comidas se compensase, si esa personas merendase una ensalada o un filete. El problema es que tendemos a confundir alimentos saludables con alimentación saludable. Es como la dieta de la manzana, aunque esta fruta sea sana, si la convertimos en la base de nuestra alimentación difícilmente se van a cubrir lo macro y micro nutrientes que necesitamos las personas".

El hecho de cenar poco viene derivado del mito de que por la noche las calorías no se queman, pero al final del día, lo que dicen los estudios es que lo importante es el cómputo general de calorías, que se produzca un déficit si queremos bajar de peso. No es tan importante el momento en el que lo haces, lo de la noche es efecto placebo total.

Cuidado con el efecto psicológico en nuestro organismo

Por lo tanto, solo con una conducta compensatoria, el hecho de cenar una pieza de fruta o un yogur tendría algo de sentido. Pese a no ser una barbaridad, porque es cierto que la cena debe ser menos copiosa que la comida, como ya hemos comentado, porque es al final del día y muy pegada a la hora de irse a la cama, el otro problema de este tipo de cena es que suele ir de la mano de un comportamiento restrictivo, que desde el punto de vista de la psiconutrición es muy preocupante. "Los pacientes que vienen a consulta pidiendo estos planes es porque buscan soluciones rápidas para perder peso, no son personas bien nutridas y con una alimentación coherente que simplemente busquen hacer cenas menos copiosas”, explica el psicólogo.

Estas dietas tas restrictivas es que, además, suelen generar problemas a largo plazo. Por un lado, nos encontramos el efecto rebote del que tanto hemos oído hablar, que se produce cuando el cuerpo se da cuenta que pasa largos periodos sin recibir energía y por eso, cuando la recibe, tiende a querer almacenarla. "Pero, además, existen otro tipo de problemas asociados, como una desnaturalización de la sensación de hambre. Son personas que comen mucho de cabeza. Lo que hacemos la mayoría de las personas es parar cuando estamos satisfechos, pero ellos no saben hacerlo y eso genera unos problemas de ansiedad complicados, que terminan creando fobia a subir de peso y con ello caen en trastornos de alimentación".

Cenar poco, en la mayoría de las ocasiones, tiene que ver con alcanzar el canon de belleza que nos han impuesto de conseguir la delgadez. Pero si queremos estar sanos "al final de la semana es importante que haya habido mucha variedad de alimentos para que el metabolismo esté completo. Con una alimentación mediterránea, tú haces una analítica a cualquier persona y va a salir bien en todos los niveles, sin hacer locuras”, pide el experto.