La cerveza no hincha: un estudio desmonta el mito de que produce gases

  • Una de cada tres personas entre 45 y 65 años consume cerveza habitualmente

  • Un nuevo estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid derriba el mito de que la cerveza produce gases

Los días son más largos, las temperaturas empiezan a subir poco a poco y el sol gana cada vez más protagonismo. El invierno empieza dar paso a la primera y eso es sinónimo de terrazas llenas y, como no, de cervecitas. En 2018 se bebieron en España 40 millones de hectolitros de esta bebida, un 1,5% más que en el año anterior, y una de cada tres personas entre 45 y 65 años consume cerveza habitualmente. Uno de los estigmas que más han rodeado a esta bebida es la sensación de hinchazón y los gases que genera. Sin embargo, un nuevo estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid derriba este mito.

La cerveza no aumenta el reflujo gastroesofágico

La investigación, liderada por el doctor Enrique Rey Díaz-Rubio, jefe del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid, asegura que el consumo moderado de cerveza "no produce un aumento del reflujo gastroesofágico gaseoso ni modifica la capacidad de acomodación gástrica".

Para llevar cabo el estudio, 30 adultos tomaron una cerveza antes de comer y otra antes de cenar durante una semana. Rey asegura que no existen diferencias "significativas" en el reflujo de líquidos tras la ingesta de los tipos de cerveza frente a la ingesta de agua y, que las pocas que hay, son imperceptibles.

Otros estudios que lo corroboran

Lejos de tener perjuicio, otro estudio, 'Inverse relationship between alcohol consumption and active Helicobacter pylori infection', asegura que el consumo de cerveza podría reducir el riesgo de infecciones producidas por el Helicobacter pylori. Según explica, esta bebida hace que el estómago incremente la secreción de ácidos gástricos teniendo efecto protector frente a la infección por esta bacteria.

Se desmonta, por tanto, el mito de que el consumo moderado de cerveza está relacionado con síntomas digestivos altos tras la ingesta de alimentos. Desde el centro de Información Cerveza y Salud, aseguran que esta bebida puede formar parte de una dieta equilibrada por su baja graduación alcohólica y las materias primas con las que se elabora.

Hablamos de una bebida fermentada, con unas características específicas que le confieren un especial interés nutritivo. Está elaborada a partir de ingredientes naturales (agua, cebada malteada y lúpulo), tiene un bajo contenido calórico (45 kcal/100 ml) y numerosos nutrientes vitaminas, minerales, polifenoles (antioxidantes), maltodextrinas y fibra soluble.

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