Santiago Palacios, el médico que por fin habla de la menopausia con naturalidad: "Me preocupa la ola de hormonofobia"

  • Sus investigaciones han contribuido a hacer de la menopausia una etapa más cuyos efectos se pueden y deben tratar

  • Los avances médicos han mejorado de forma significativa la calidad de vida de las mujeres y las relaciones sexuales después de los 50

  • Gracias a su afán divulgativo, también los hombres afrontan la menopausia femenina con mayor sensibilidad y conocimiento, aunque le preocupa "la última ola de hormonofobia"

Kim Cattrall nos acostumbró a la menopausia en su papel de voluptuosa Samantha en 'Sexo en Nueva York'. La pérdida de estrógenos no le restó atractivo y mucho menos su deseo sexual. Rompió el tabú al hablar de sus sofocos, las citas con el médico, sus cremas de estrógenos, parches de melatonina para dormir y la terapia hormonal que le fue requisada en Abu Dabi. No dejaba de ser ficción, pero a una generación de mujeres, las que rondan ahora los 70 y 80, les resultaba confortante verificar en ella el modo de entender la menopausia que venía implantado, también a través de la pantalla y de los micrófonos, el doctor Santiago Palacios.

Salvando distancias, actriz y médico quitaron miedos y prejuicios y enseñaron a identificar algunos síntomas como parte del proceso. También los hombres aprendieron a entender y a adaptarse a los cambios que ocurren durante esta etapa vital. Charlamos con él de cómo empezó todo y de algunos de los logros que más satisfacciones le han dado desde que inició su carrera médica.

De casta le viene al galgo

Hablar de hormonas en la familia de Santiago Palacios siempre fue un hábito, algo tan cotidiano como comer o pasear. Su padre, Juan Manuel, era un reputado endocrinólogo y desde niño aprendió -mucho antes que cualquier otra lección- que las hormonas son indispensables para la vida. Cuando llegó a la carrera de Medicina, en la Universidad Complutense de Madrid, era ya un alumno aventajado, al menos en cuanto a su familiaridad con la serotonina, la melatonina, la noradrenalina, la tiroxina, la insulina o cualquier otra sustancia química que segrega el cuerpo humano.

Podría decirse que de casta le viene al galgo. Su especialidad es Ginecología y Obstetricia. Se licenció en 1979 y ese mismo año comenzó su carrera en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Solo tres años después obtuvo el Doctor Cum Laude y en 1989 abrió la primera Unidad de Menopausia en España.

En 1990 fundó el Instituto Palacios, especializado en medicina y salud femenina, que dirige desde entonces. Es también el director científico de la Fundación Icomem. A partir de ahí, resumir su trayectoria, vastísima en investigaciones, artículos, libros y participaciones en congresos, sería una osadía casi temeraria.

Se ha despertado un miedo infundado a las hormonas

Su principal desafío fue cambiar la concepción de la menopausia. Igual que la sensual Kim Catrall, pero en un plano científico, como erudito e investigador y poniendo buena parte de sus conocimientos al servicio de mujeres y hombres. "Además de los impresionantes resultados de nuestras investigaciones -explica-, el siguiente gran logro ha sido siempre difundir la información. Ha habido que hacer un extraordinario trabajo de divulgación para desmentir muchos bulos acerca de la menopausia y las terapias hormonales. Lo conseguimos, pero ahora me apena observar que la población femenina se está dejando vencer por una especie de "ola de hormonofobia". Aunque el 20% de las mujeres con menopausia sufre síntomas severos, como sudoración y sofocos, que necesitarían tratamiento, solo el 1% recibe terapia hormonal sustitutiva. Se debe a una mala información que ha provocado que las hormonas despierten suspicacia".

Desde sus comienzos en la Unidad de Menopausia y después en el Instituto Palacios, los avances médicos en la salud femenina no han dejado de sucederse, han progresado los tratamientos y se han encontrado nuevas formas de aprovechar los beneficios surgidos de los estudios. "Estas mejoras han tenido también un gran impacto en la población masculina al presentar la menopausia como una fase vital más que puede y debe tratarse cuando condiciona la calidad de vida. La terapia hormonal sustitutiva está demostrando desde hace años su eficacia para mejorar los sofocos, los cambios de humor, los problemas de sueño, la atrofia vaginal o los trastornos urinarios", insiste.

El hombre por fin entiende la menopausia

Su naturalidad en el modo de hablar de menopausia, síntomas y tratamientos ha ayudado a que también el hombre la entienda con mayor sensibilidad y diálogo. "Le queda un amplio trecho por recorrer -reconoce-, pero va perdiendo muchos tabúes. Es algo que se observa en las relaciones de pareja y en su forma de vivir la sexualidad".

Por fin empezamos a ver la falta de deseo sexual femenino o el vaginismo casi con la misma normalidad que la eyaculación precoz o disfunción eréctil. "Cuando empecé apenas había consultas por este motivo, pero el problema existía. Cuando la mujer llegaba a la menopausia, muchas parejas daban por sentado el fin de su vida sexual y esta insatisfacción hacia mella en su relación. Ahora las parejas quieren poner remedio".

La mujer se premite tener deseo sexual

En general, hoy la mayoría de las mujeres identifican los problemas que derivan del descenso de los niveles de estrógenos y de cómo afectan a su calidad de vida y a la relación de pareja. Hasta hace unos años, nadie se atrevía a admitir, por ejemplo, la sequedad vaginal cuya consecuencia más inmediata es el dolor en las relaciones sexuales y la pérdida de placer en la relación.

"Gracias a los avances médicos, la mujer se permite hoy tener deseo sexual, placer y satisfacción mucho más allá de la menopausia, algo que a su vez mejora su autoestima y sus relaciones personales y amorosas. Afortunadamente hay muchos productos, estudiados, investigados y testados, a la medida de cada trastorno o dificultad, pero antes hay que averiguar la causa y combatirla con el más adecuado", insiste Palacios.

Existen formas de tratar con eficacia la sequedad vaginal, la irritación, el dolor durante el coito y otros síntomas relacionados con la atrofia vaginal que sufre una gran parte de la población femenina en España en los años posteriores a la menopausia. Ahora se habla de síndrome genitourinario de la menopausia, un término más amplio que engloba otros problemas relacionados con la bajada de estrógenos. Además del componente físico, estas soluciones proporcionan una gran tranquilidad emocional.

Palacios se muestra orgulloso de haber contribuido a ese cambio de mujeres y hombres que llegan hasta edades muy avanzadas disfrutando activamente del sexo, igual que hacen con su vida social, amorosa o laboral. "No se puede evitar la edad, pero sí algunos signos del envejecimiento que hasta ahora se asumían con resignación, sobre todo teniendo en cuenta que la esperanza de vida es muy alta y tanto hombres como mujeres llegan a edades muy avanzadas con unos niveles de salud física y mental extraordinarios", concluye.

Palacios trabaja incansable para mejorar la calidad de vida femenina y sigue investigando nuevas soluciones que permitan un paso más en cuanto incontinencia urinaria, atrofia vulvovaginal o dolor, además de cuidar los riesgos crecientes a partir de la menopausia: cardiovasculares, cáncer o trastornos del sistema nervioso central y óseos. Su próximo reto es dirigir el Colegio Oficial de Médicos de Madrid para cumplir su anhelo de convertirlo en punto de encuentro y de transmisión del conocimiento de un modo cercano y menos burocrático.

Su hijo, fotoperiodista, cubre la guerra en Ucrania

Tanto tesón profesional no le impide disfrutar de su familia. Sus hijos han emprendido caminos muy diferentes a la medicina, pero no menos apasionantes. Paula es cineasta y ha dirigido títulos como 'Mi hermano Ali' o 'Cartas mojadas', un largometraje documental que estuvo nominado a los Premios Goya 2021. Elena trabaja con él en la gerencia del Instituto Palacios; y su único hijo varón, el fotoperiodista Santiago Palacios, se encuentra ahora cubriendo la guerra en Ucrania. Desde allí ha enviado crónicas tan estremecedoras como la de la masacre de Bucha y de otras ciudades devastadas por las tropas rusas.