Suicidio adolescente: señales que puede ir dejando tu hijo en del día a día

  • Cada 10 de septiembre se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio

  • Es la primera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años

  • Por cada persona que se quita la vida hay 200 que han pensado también en hacerlo o incluso que lo han intentado

4.000 personas se quitan la vida cada año en nuestro país. Once cada día. ¿Sabías que el suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años? Se ha convertido en el mayor problema de salud pública de Europa y la Organización Mundial de la Salud lo ha llegado a calificar como la epidemia del siglo XXI. Con unas cifras tan escalofriantes, en el día mundial de su prevención, hablamos con el psicólogo Luis Miguel Real para que nos explique cuáles son las causas que pueden indicar que nuestros hijos están teniendo pensamientos suicidas y cuál es el protocolo a seguir en ese caso.

Pequeños cambios, grandes señales

Entender a nuestros hijos en plena adolescencia no es siempre una tarea fácil. No es la mejor época de comunicación, ellos buscan su libertad y tú no quieres dársela tan rápidamente. Por eso, debes fijarte en las pequeñas cosas. “Cambios de humor o de conducta, que tu hijo esté menos hablador de lo normal, que se encierre más en su habitación… Cualquier cosa que nos lleve a pensar ‘no parece el mismo’ es una señal de alerta”, nos explica Real.

Que salgan menos con sus amigos o vuelvan del instituto muy alicaídos son también señal de que algo no va bien. Debemos entender que, aunque nos cueste comprenderlo, a nuestro hijo pueden pasarle muchas cosas. Estar bajo un estrés brutal, sufrirá algún tipo de acoso tanto físico como en redes sociales, que no sepa en lo que se está convirtiendo o dónde está yendo... son algunas de las cuestiones que pueden desembocar en tomar una mala decisión.

 La importancia de no juzgar

“Si notamos cualquiera de estas señales lo mejor es ir haciendo preguntas para generar un clima de confianza en el que se pueda hablar. El problema está en los hogares donde existen dinámicas tóxicas del tipo ‘la gente mayor no llora’ o ‘no puedes estar triste porque es de débiles’. Una vez que nuestro hijo empieza a hablar lo primero que debemos hacer es escuchar atentamente sin interrumpir ni juzgar", aconseja el psicólogo.

 Aunque es cierto que la paternidad no trae un manual de instrucciones, debemos dejar a un lado cualquier tipo de prejuicio, no intentar convencerles de que la vida es maravillosa ni recriminarles los motivos inexistentes por los que está así. Frases como ‘te lo hemos dado todo’ o ‘no te falta de nada’ pueden incrementar su angustia y llevarle a intentar quitarse al sentir que está decepcionando a sus padres.

 “Una vez que hemos escuchado sin juzgar, podemos empezar a dirigir la conversación hacia buscar soluciones y llamar inmediatamente al 024 donde profesionales cualificados van a explicar recomendaciones concretas. Además, es importantísimo acudir a un psicólogo lo antes posible, no hay tiempo que perder”.

 A partir de ahí, la paciencia empieza a jugar un papel fundamental porque su estado de ánimo no va a cambiar de la noche a la mañana y si está teniendo pensamientos suicidas es porque está bajo una gran presión y sufrimiento y no ve ninguna otra salida. “Otro de los errores más comunes que se da en padres con hijos que tienen pensamientos suicidas es dar por sentado que es lo están haciendo por llamar la atención, y es muy importante entender que eso no es así. Si hablamos de datos, por cada persona que se quita la vida hay 200 que han pensado también en hacerlo o incluso que lo han intentado y no lo han conseguido”, asevera Real.

 Hay que adaptar la casa y la vida

Cuando como padres somos conocedores de una noticia así, además de tomar la decisión de llevar a nuestro hijo al psicólogo, Luis Miguel real nos recomienda hacer algunos cambios en la casa para prevenir cualquier accidente en caso de crisis. “Tenemos que revisar la casa para poner fuera del alcance de los jóvenes, en la medida que sea posible, medicamentos, productos químicos, objetos afilados o cualquier elemento que pueda utilizar”.

También nos recomienda que no forcemos al adolescente a hacer algo que no quiere. Por ejemplo, si un día no quiere salir a dar un paseo es mejor no obligarle porque puede ser contraproducente. “En el caso de que no quiera ayuda de un profesional debemos hacerle ver que es importante que nosotros no podemos complementarlo como nos gustaría, pero que vamos a encontrar una persona que sí que lo haga, con quien tenga buenas sensaciones y que no va a haber problema si hay que probar varios psicólogos. La clave está en ofrecer opciones, sin forzar”, concluye el experto.